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Generosidad, sello del nuevo Barça

Lio se cansó de hacer goles en Barcelona Getty Images

BARCELONA -- Asistió Xavi, disparó cruzado Neymar, rechazó a duras penas Sirigu... Y cuando Messi acudía a rematar a placer, observó con su vista periférica privilegiada que a su lado llegaba Luis Suárez. Y Leo, tan líder como generoso, se apartó del plano, levantó los brazos y rehusó la gloria del gol, que dejó para el uruguayo. Una jugada simple explicó, en el cierre de la victoria azulgrana frente al PSG, el carácter solidario del equipo.

El Barça, que tomó velocidad de crucero en su pase a los octavos de final, puso en el escenario varias escenas dignas de tener en cuenta, entre las que destacó ese gol final de Luis Suárez, sin descartar el dibujo atrevido de Luis Enrique, la reivindicación de Xavi, el preocupante papel de Rakitic o el embrollo en el que se encuentra Busquets, perdido en un sistema que apartándole de su posición natural rebaja su trascendencia.

"El resultado es el que hace bueno o malo un sistema", proclamó al acabar el partido el entrenador del Barça, asegurando que no pensó en su once inicial a partir del PSG sino "mirando cómo superarle". Y lo cierto es que la apuesta le salió bien al entrenador asturiano, beneficiado por el poder realizador que exhibieron sus cracks, que a fin de cuentas salvaron la papeleta.

El equipo azulgrana jugó a impulsos contra el campeón francés. Gobernó el partido alejado de la excelencia y en varias fases dio muestras de una lentitud exasperante en el juego de combinación, esperando a que Messi, alejado del área, tomase la iniciativa en una zona en la que se echó de menos la presencia de un Xavi a quien Iniesta no supo, o no pudo o no debía, sustituir.

La horrible prestancia de David Luiz allanó el camino de la victoria de un Barça que no apartó las dudas que mantiene en su juego pero que ofreció un bálsamo para el proyecto de Luis Enrique, al que a fin de cuentas sacaron del atolladero sus estrellas, como si en el futuro inmediato del Camp Nou se presentase el rendimiento individual por encima del colectivo.

MESSI, EL COMPAÑERO

Pero, por encima de todo, sobresalió una vez más el papel de Messi. Atento y providencial en el primer gol, iniciador y generoso en el tercero, Leo se convirtió en el mejor socio de Suárez en la búsqueda de sí mismo del delantero uruguayo.

Cuando el Barça ha aparcado el fútbol que le llevó a la cima del mundo, ha sacado del plano a los centrocampistas y se pone al servicio de un juego más de idas y venidas en el que los delanteros toman todo el protagonismo, el crecimiento de Suárez se adivina imprescindible para mantenerse entre la élite. Y a su lado la enseñanza y ayuda de la Pulga se entiende vital.

El fichaje más caro de la historia del club empieza a entender que su papel no tiene nada que ver con el que le aupó en el Ajax o Liverpool y lo toma con absoluta humildad y esfuerzo. Pelea en la banda, se ofrece de espaldas a la portería, mira a su lado más que al meta, asiste y trabaja para sus compañeros más de lo que lo hizo en sus etapas en Holanda o Inglaterra.

Y a partir de ahí se entiende el 'regalo' de Messi en el tercer gol al PSG. El argentino supo leer con maestría la jugada del primero (lo marcó con la derecha) y no tuvo ni un atisbo de duda a la hora de ceder los honores en el cierre de la victoria.

Y entre todo ello crece la sensación de que el Barça ha entrado en una nueva dimensión. Si el fin justifica los medios, se debe dar por buena esta mutación de un equipo entregado a sus delanteros y que lleva camino de convertir a sus 'peloteros' en simples actores secundarios.