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Un año muy irregular

Mayer es 28º, líder albiceleste en la Davis y campeón de Hamburgo AP

BUENOS AIRES -- Año irregular, con alegrías y más de una tristeza. A la hora del recuento de lo que dejó el 2014 para el tenis argentino, hubo varios sinsabores que marcaron una temporada en la que el más sonriente fue Leonardo Mayer. Llegó a ser Nº25 del mundo y lo cerró 28º, no sólo como líder de su país, sino de toda América Latina. Más allá de sus méritos, el correntino supo aprovechar la ausencia del tandilense Juan Martín del Potro, el mejor albiceleste, que apenas jugó cuatro torneos, volvió a ser operado de una muñeca y ya se bajó del circuito a fines de febrero. En tanto, lejos de algunos títulos y golpes de los varones, las mujeres transitaron un año para el olvido.

Un reflejo de un 2014 duro para Argentina es lo que marcan los rankings finales. Por primera vez en 15 años, el mejor hombre albiceleste quedó tan retrasado en la clasificación de la ATP, ya que Mayer figura 28º, el mismo puesto de Mariano Zabaleta en 1999, cuando fue el claro líder. Entre las chicas, excepto en 2012, siempre hubo al menos una Top 100 a fin de año en los últimos 30, desde la etapa previa a la aparición de Gabriela Sabatini. Esta vez, Paula Ormaechea, la mejor, se ubica Nº123.

Si bien en los dos años previos se lograron más títulos ATP, los cuatro de esta temporada, teniendo en cuenta que Del Potro jugó poco y nada, fueron positivos. En orden cronológico, precisamente Del Potro arrancó la cosecha en Sídney, lo siguió Federico Delbonis en San Pablo, Carlos Berlocq en Oeiras y Leo Mayer en Hamburgo, siendo los tres últimos en canchas lentas. Para Delbonis y Mayer se trató de su primera copa tan importante y la de éste último fue la más valiosa, por ser un ATP 500. Por su parte, Berlocq logró su segundo certamen seguido en el circuito mayor y ya tiene 31 años y dos hijos.

Sin dudas, el comienzo marcó a fuego gran parte de la tendencia de los argentinos. Para Del Potro fue un inicio bárbaro, con su victoria en la antesala del Abierto de Australia, acumuló su 18º título en singles, pero lo que siguió fue un dolor de cabeza. Es que el tandilense, ex Nº4 del ranking y ya con más de 300 victorias, apenas hizo segunda ronda en el primer Grand Slam y cuartos en Rotterdam, hasta el abandono en el debut en Dubai. Otra vez el quirófano y otra vez una prolongada inactividad, similar a lo vivido en 2010 (tras su gran 2009 cuando logró el US Open).

Así las cosas, no sólo el tenis argentino sufrió la baja obligada de Del Potro, sino el circuito en general. Al ir perdiendo puntos del año anterior, retrocedió al punto de terminar en el 138º puesto, como 9º de su país. Indudablemente, esa posición no corresponde con su potencial y los fanáticos esperan que pueda regresar con el envión que tuvo después de la primera operación. Por eso, de a poco Leo Mayer se fue ganando el lugar de privilegio. Fue finalista de un ATP por primera vez, en Viña del Mar, tuvo una buena gira europea de arcilla con dos cuartos y la tercera ronda de París hasta cerrar su mejor tarea en un Grand Slam con los octavos de final de Wimbledon, que fue lo máximo hecho por un compatriota en los Majors de 2014. Volvió al polvo de ladrillo y lo hizo con su gran golpe: campeón en Hamburgo, su primer ATP y en su único triunfo sobre un Top 10, con la dura victoria ante el español David Ferrer (7º en esa semana).

Desde ese momento, Mayer sufrió más de lo que festejó y hubo un partido clave, que pudo ser su mayor éxito: dispuso de cinco puntos para ganarle al suizo Roger Federer (hoy 2º, por entonces 3º) y cayó en la segunda rueda del Masters 1000 de Shanghai. De haberlo definido a favor, habría sido el impacto más fuerte de un argentino en la temporada. Así y todo, le sirvió para ratificar su poderío y su potencia y convencerse de que, si está firme mentalmente y con confianza, es durísimo para cualquiera. Por eso, el correntino fue el claro líder de su país en un año difícil, con demasiados altibajos.

Después de Mayer (28º), sólo otros cuatro finalizaron entre los 100 primeros, ya que lo persiguen Delbonis (60º), Diego Schwartzman (61º), Juan Mónaco (62º) y Berlocq (72º). Como contrapartida a lo visto en los ATP, Argentina dominó, con 27 títulos combinados entre singles y dobles, los certámenes Challengers. Allí el abanderado fue Schwartzman, con cinco copas individuales, incluida la última en el Masters final de ese nivel. Eso, con 22 años, le permitió terminar por primera vez en el lote de los Top 100 y 3º de su país. En cambio, Mónaco, ex 10º, de 30 años, tuvo un comienzo malo, con cuatro triunfos y 10 derrotas hasta Roma, dejó de estar entre los 100 mejores tras ocho años, pero después levantó con una final y dos semifinales.

En la rama femenina, apenas hay dos argentinas Top 200, ya que a Ormaechea la sigue María Irigoyen (178ª). Con 22 años, Ormaechea jugó por primera vez los cuatro Grand Slam de una temporada y en tres cayó en su debut, mientras que accedió a la tercera ronda de Roland Garros. Así y todo, en París sufrió un durísimo 6-0 y 6-0 ante Maria Sharapova (era 8ª, ahora 2ª) y luego la rusa fue campeona. Antes de ese certamen, hizo cuartos en Río de Janeiro y después del Grand Slam francés apenas pudo ganar dos de los 12 partidos que jugó, entre WTA, ITF y clasificaciones. De esa docena de derrotas, ocho fueron en dos sets. Por eso, necesita recuperar rápido la confianza.

A la hora de jugar en equipo, otra vez con la negativa de Del Potro, Argentina perdió por primera vez en primera rueda desde su retorno al Grupo Mundial de la Copa Davis en 2002, al caer 3-1 ante Italia de local. Por eso, debió ir al repechaje y le ganó con lo justo 3-2 a Israel, tras quedar 1-2, en cancha neutral, en Estados Unidos, con Mayer como líder. Las mujeres vencieron 3-1 a Japón en casa y después, en el play-off, perdieron 4-0 en Rusia frente a un rival sin sus grandes figuras. Por eso se mantuvo en la misma categoría, entre los 16 mejores, pero a diferencia de lo que pasa en la Davis no integra el Grupo Mundial principal, sino el II de la Copa Fed desde 2010.

Por eso, sólo unos pocos cerraron el calendario con saldo favorable. No hay dudas que el retorno de Del Potro será clave para intentar cambiarle la cara a un tenis argentino muy irregular y con escasas grandes alegrías. Igual, hace falta cierta renovación con calidad internacional.