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San Lorenzo, condenado a cambiar

El Patón prepara al equipo para la temporada 2015 EFE

BUENOS AIRES -- San Lorenzo llegó, acaso con más esfuerzo que el que se preveía, al partido soñado, uno de los más importantes de su historia, frente al Real Madrid, por la final del Mundial de Clubes.

La presentación del espectáculo podría anunciar un mano a mano entre los dos principales equipos del planeta, un hecho del que se jactan, con todo derecho, los futbolistas e hinchas de San Lorenzo. Sin embargo, todos sabemos que entre el equipo de Bauza y el de Ancelotti no existen equivalencias.

Los madrileños, gracias a su poder económico, han concentrado un puñado de estrellas que quizá ninguna selección podría reunir. Por eso, las frases optimistas que lanzan los jugadores argentinos sobre la posibilidad de un batacazo no suenan verosímiles. Mucho menos, luego de observar la pobre actuación de San Lorenzo ante el discreto Auckland City. Si no exhibió superioridad frente a un rival liviano, qué resta esperar que ocurra con el Madrid.

El problema de San Lorenzo, en especial en instancias de altísima exposición como estas, es que no se sabe a qué juega. Retenidos los laterales, solitario Cauteruccio adelante y con tres volantes centrales, daba toda la sensación de que estaba resuelto a aguantar el partido, aun cuando las circunstancias ameritaban otro razonamiento. Los neozelandeses, de poco rigor ofensivo, no se lanzaron al asedio. Pero sí conquistaron la pelota. Y se la pasaban de aquí para allá, sin riesgo para nadie pero transmitiendo una sensación de dominio. De este modo, durante la mayor parte del tiempo no pasó nada. Tal fue el corolario de la conducta ambigua de San Lorenzo: la inanidad.

Ahora bien, esa puede ser una táctica: "matar" el partido a la espera de una oportunidad pacientemente trabajada. Contra el Auckland dio sus frutos. San Lorenzo no había hecho una sola jugada digna de mención, y de pronto se despachó con un ataque de fina elaboración (¡por fin se soltó Mas, tan desequilibrante!) que, al filo del entretiempo, le dio la ventaja. Claro que luego le costó congelar el partido y se dejó empatar y apurar por un adversario débil en ese rubro. A pesar del triunfo, la actuación de los dirigidos por Bauza no hace más que sembrar dudas de cara a la final. ¿Cómo hará San Lorenzo para anestesiar el juego ante una potencia de la magnitud del Madrid? Si le ceden la pelota, el equipo de Cristiano Ronaldo no se va a entretener con movimientos intrascendentes. Irá con insistencia y argumentos (su fuerte es la verticalidad) rumbo a la red. Por lo tanto, San Lorenzo deberá prever un guión para cuidar mejor la pelota.

Sólo Ortigoza, con su tranco tercermundista, demostró solvencia y aplomo en las entregas. A él no le pesó el compromiso. No pretendemos que San Lorenzo ataque. No lo hará. Pero sí que intente algo más que aguardar el instante ideal para dar el zarpazo, otorgando al adversario las riendas del partido. Ante el Auckland, esta actitud resultó inocua. Con el Madrid, sería suicida.

San Lorenzo está condenado al protagonismo. A sostener la pelota lejos de Torrico y con la mayor cantidad de hombres abocados a esa tarea. Sólo así emparejaría las cosas y el arco de Casillas dejaría de ser una utopía.