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Circuito eléctrico: Parte II

BUENOS AIRES -- Segunda entrega de un repaso alternativo: las polémicas de 2014. Parte I »

Cuestión de género: provocaciones y sexismos
Años atrás, el instrumento de comparación entre ambos circuitos pasaba por la igualdad de premios. Este año, el acuerdo entre Andy Murray y Amelie Mauresmo reanimó la discusión bajo un nuevo formato. Y uno de los que quedó estancado en el debate fue Marinko Matosevic. El australiano rescató los casos de Mikhail Kukushkin (entrenado por la esposa) y Denis Istomin (por la madre), pero tomó distancia: "Yo no podría hacerlo. No tengo mucha estima por el tenis femenino".

Las repercusiones no tardaron en llegar. Y fue su compatriota Samantha Stosur la que lo puso en palabras: "Me parece un pensamiento retrógado. Pero el problema es darle trascendencia. Okay, es su opinión. ¿Importa? No realmente". Matosevic reculó: "Me sorprendió todo lo que se generó. Mi comentario fue inocente. No quise ser sexista. Amo el tenis femenino". Aunque detrás de la renovada diplomacia, no dejó de marcar los contrastes entre ambos circuitos: "Se ve en la cobertura de TV, en la cantidad de público, en las figuras que convocan. La diferencia es real".

Un recorrido singular fue el que vivió España desde el descenso en la Copa Davis. Lo que comenzó como una búsqueda de culpables y continuó con la abrupta salida de Carlos Moyá, derivó en un interminable ida y vuelta sobre las condiciones de Gala León para asumir como capitana. ¿Debate sexista? Los jugadores lo corrieron de plano y opusieron el apuro en la designación y la falta de consulta previa como los motivos de la discordia. Historia con capítulos en espera para 2015.

Párrafo aparte, también, para Shamil Tarpischev, Presidente de la Federación Rusa, y preso de un exabrupto inconsciente. En una descontracturada entrevista con la televisión local, el dirigente se refirió a Venus y Serena como "los hermanos Williams", buscando ilustrar su poderío físico y el hecho de que "dan miedo" a sus rivales. Pero la ironía le salió cara: 25 mil dólares de multa y un año de suspensión para participar de cualquier evento WTA.

La ira de Stakhovsky: haciendo amigos en Bélgica
El estallido social en Ucrania y la consecuente movilización rusa tuvieron su correlato deportivo en el rearmado de los repechajes de Copa Davis. La ITF entendió que Kiev no era territorio seguro para hospedar la serie ante Bélgica y la misma se mudó a Estonia. Pero Sergiy Stakhovsky trastocó el argumento original, afirmó que no era peligroso jugar en su país, y le apuntó con vehemencia a sus rivales.

"Creo que la Federación belga perdió todo tipo de decoro. Y es una lástima, porque no es la primera vez", soltó el ucraniano durante el US Open, recordando que en febrero ya habían apelado contra la inclusión de un jugador de Kazajistán. Desde su óptica, pedir la relocalización del cruce por el conflicto social era como suspender el Grand Slam neoyorquino a causa de las revueltas en el pueblo de Ferguson.

Un mes después, ya con la serie disputada, la bronca permanecía. Stahkovsky se bajaba de un Challenger en Bélgica e ironizaba desde Twitter: "En función del comportamiento de la Federación belga, [considero que] es extremadamente peligroso jugar en Mons, así que le pedí a la ATP que me quitara del torneo". "Tengo una razón para no jugar y no encuentro una para sí hacerlo. Esa es la cuestión. No es que odie a Bélgica. Simplemente odio a su Federación. Ellos empezaron con todo esto. Tienen un manejo sucio".

Otro desajuste organizativo fue el que sobrevoló a los Juegos Asiáticos, donde la coincidencia de fechas entre las finales del cuadro de singles y el arranque de los torneos de Beijing y Tokio obligó a varios a jugadores a renunciar al evento continental para no correr riesgo de una sanción ATP. Y no era precaución exagerada, sino cautela forzada: "Multa de 100 mil dólares y hasta tres años sin jugar" fue la advertencia que le llegó durante la semana al taiwanés Yen-Hsun Lu, eventual finalista en Corea del Sur. La posible suspensión (finalmente sin efecto) tenía base en el reglamento, pero en verdad terminó evidenciando una extraña falta de previsión. También, la persecución literal del código antes que la predisposición conciliatoria que, por ejemplo, mostró la WTA en la misma situación.

Todos contra Kyrgios
Difícilmente haya habido en la temporada un cruce más surreal que el que enfrentó a Nick Kyrgios con el rapero canadiense Drake. El encontronazo comenzó con una pregunta inocente en pleno Wimbledon, escenario donde el australiano presentaría sus cartas ante el mundo al derrumbar a Rafael Nadal. Antes del choque con el mallorquín, Kyrgios se llevaba un duro duelo generacional ante Jiri Vesely. Y en conferencia llegaba el peculiar detonante:

"Al entrar a la cancha llevabas puestos unos auriculares. ¿Qué sueles oír?". Curiosidad al paso que el jugador compartió gustoso: "En general escucho un poco de todo. Depende cómo me sienta en el día. Esta vez me preparé con algo de rap". "De todas maneras -retomó con tono cómplice-, hoy salí algo apagado al partido, así que seguramente no escuche más de eso en el futuro. Fue Drake, de hecho. No hizo su trabajo".

Al rapero la frase le llegó bien alejada de su acento original y el chiste ocasional se transformó en declaración de guerra: "No sé quién es este Nick-cómo-se-llame, que dice que perdió por culpa de mi música. Tengo ganas de encontrarlo, a ver qué tan hombre es, y ponerlo en su lugar", desafió el rapero, desconociendo que Kyrgios en efecto había prevalecido en el partido. Y desde esa confusión, redobló: "Nick-cómo-se-llame, porque ni siquiera ganó, así que así es como va a ser recordado".

Pero a Kyrgios el año le tendría destinada otra controversia involuntaria: luego de que en su país lo reconocieran con la "Medalla Newcombe" como el mejor tenista australiano de la temporada, hubo nuevo descontento a contramano. La voz confrontativa: Sam Maxwell, manager de Casey Dellacqua. "Siento que la elección tuvo más que ver con toda la publicidad que se fue generando a su alrededor -disparó-. Había mejores candidatos. Nick apenas tuvo 10 victorias ATP en 2014. Aún le queda un largo camino por recorrer...". Enero, terreno próspero para que vuelva la polémica. ¿Por qué? Kyrgios y Dellacqua se unirán para disputar la Copa Hopman...

Problemas en casa: internas y nacionalismos
Antes del referendum de Escocia y el "controvertido" sí de Andy Murray, Gran Bretaña ya había tenido sus problemas de bandera en el plano tenístico. El protagonista directo: Aljaz Bedene, esloveno de nacimiento, pero residente inglés desde 2008 y aún en trámite para obtener la ciudadanía británica, hecho que lo elevaría como alternativa de relieve para el equipo de Copa Davis.

El ahora 145° de la ATP (fue 71° en 2013) ya disputó tres series para su país de origen, pero si recibe la aprobación burocrática estará en condiciones de acompañar a Murray y compañía, opción que no causó simpatía en todo el equipo. El más crítico fue Dan Evans, vital para la vuelta del equipo al Grupo Mundial, el año pasado: "Mucha gente cambia su nacionalidad, pero es algo que yo no haría. Además haber ya jugado para otro país... es extraño. No creo que sea lo correcto. James [Ward] y yo hemos hecho un trabajo más que decente cubriendo a Andy en la Davis. Pero aun si yo no hubiera ganado un solo partido, igual creo que no debería jugar. Digo, ni siquiera habla con acento inglés...".

Una historia análoga tiene continuidad en Australia, país que ahora también representan la rusa Daria Gavrilova y la croata Alja Tomljanovic. "Estamos comprando jugadores en vez de invertir en los nuestros. ¿Qué está pasando?", protestó tiempo atrás John Tomic, padre de Bernard, en medio de una serie de reproches a la Federación. Por lo pronto, Gavrilova ya encontró rédito con victoria en el playoff local por una invitación al Abierto de 2015, mientras que Tomljanovic recibió otra invitación para Brisbane. Otro escenario con líneas abiertas para lo que viene...

El último cruce puertas adentro que integra este repaso tuvo lugar en Eslovaquia, donde el repechaje de la Davis rebrotó una caliente interna entre jugadores, capitán y dirigentes. Primero el secretario general de la Asociación, Igor Moska, dijo haber sentido "vergüenza" por la actuación de Lucas Lacko. El jugador se defendió: "Yo estaba pasando un mal momento a nivel deportivo y personal. A cada miembro del equipo le había advertido que no me sentía apto para ser parte de la serie, porque sabía que mi aporte sería inútil. Pese a ello se me pidió que jugara. Y sobre eso encima me critican...". Pero sobre el fuego, más leña: Martin Klizan se sumó al cruce y disparó para todos lados: Lacko, Moska, el capitán Miroslav Mecir y la Federación en su conjunto: "Hay gente que es cero profesional", graficó. ¿Habrá conciliación posible en 2015?

Suiza vs. Francia: antes y después
Como preámbulo a la final de la Davis podría incluirse en este punto una prolongación del apartado anterior, porque lo que se vivió en las semifinales de Londres no fue otra cosa que un chispazo cruzado entre el N°1 y el N°2 de Suiza. Pero en este caso los mismos protagonistas se encargaron de desdramatizar la situación y una semana después los resultados ampararon su pedido entre risas y complicidades. La referencia, claro, es para Roger Federer y Stan Wawrinka, y el cruce de palabras que incluyó a Mirka en las Finales ATP.

Pero si bien por el lado suizo reinó la calma, la definición en Lille no estuvo abstraída de polémicas. En la previa, Gilles Simon calentó el clima con un mensaje para Federer: "Espero que la gente no lo respete de más, quiero que reciba el mismo trato que cualquier rival. Hay que meterse en su cabeza y sacarlo de partido. Cuando haga esos 'súper tiros perfectamente amortiguados' que él hace, tenemos que hacerle sentir que nadie lo aplaude".

"Está acostumbrado a que todos le griten 'genio' -siguió-. Lo quiero ver cuando se equivoque en algún punto clave y toda la gente se levante contra él. Quiero ver cómo salva un break point en un contexto así...". Federer recogió el guante con sutileza: "A Simon le gusta hablar mucho. No me sorprenden sus comentarios. Sé perfectamente la tradición que tiene la Copa Davis en Francia, sé qué nos espera en Lille".

Pero hubo más. En plena conferencia de campeones, Wawrinka soltó la bronca contenida y plantó bandera: "Los franceses se la pasaron hablando antes de tiempo. También se escribió demasiado sobre Roger y yo, sobre su espalda. Cada uno hace lo que quiere, pero nosotros hablamos en la cancha. Y la explicación está en el resultado".

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