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El destino de una superestrella

El futuro, las aspiraciones y las ilusiones del Oklahoma City Thunder dependen de la salud de Kevin Durant, su megaestrella y principal generador de juego que regresa a Washington D.C., a sus raíces, este miércoles para enfrentar a los Washington Wizards .

Es por eso que todos sus compañeros que estaban dentro de la cancha corrieron a socorrerlo después de que él cayó mal tras una volcada feroz en el último cuarto de la victoria del Thunder por 94-86 contra el Heat en Miami. Una lesión más de su máximo referente sería la daga mortal en sus aspiraciones para llegar a los playoffs,

Tengamos en cuenta que el Thunder actualmente se ubica noveno en la Conferencia Oeste y posee una marca de 13-5 cuando Durant está vigente y de 8-15 cuando él se ha visto marginado por una fractura del pie o un esguince del tobillo derecho. Esa es la diferencia entre un aspirante al título y un equipo condenado a la lotería, así de simple.

Esta noche posiblemente escuchen varias menciones sobre el futuro de Durant, potencial agente libre sin restricciones en el 2016, y sobre como los Wizards podrían llegar a ser su equipo predilecto para finalmente ganar el primer anillo de su carrera.

Después de todo, KD se crió en la capital estadounidense y LeBron James ya demostró lo fuerte que es la tentación de volver a casa . A la misma vez, es fácil olvidar que la conexión de LeBron con Ohio posiblemente sea mucho más intensa que la de Durant con Washington.

Él se fue de allí a los 18 años y no estudió en la Universidad de Maryland ni en Georgetown, sino que se marchó a Texas por un año y ha pasado gran parte de la última década involucrado con la comunidad en Oklahoma City.

Si Washington, D.C. es donde Durant creció, Oklahoma City es la ciudad donde él maduró.

También es fácil ver por que el alero de apenas 26 años es tan codiciado. Si el tipo no es el mejor jugador del mundo no lo es por un pelo y por la mera existencia de un tal LeBron James, él está en su plenitud basquetbolística y hace que partidos como el de este miércoles en Miami con 19 puntos, ocho asistencias, ocho rebotes, cuatro robos y ningún balón perdido parezcan rutinarios más que impresionantes.

Esa es la estampa de un verdadero crack.

El razonamiento general es que el Thunder la tiene complicada para salir campeón esta temporada aun si clasifica a los playoffs al hacerlo probablemente en el séptimo u octavo puesto, lo que luego le daría lugar a una campaña final a todo o nada en busca del anillo tan elusivo. La desesperación casi nunca conduce a resultados satisfactorios.

El deporte es algo pasional, y no hay nadie más pasional que el simpatizante ferviente de un equipo, pero aquí en Estados Unidos hay un sentido de pertenencia casi psicótico de parte de los hinchas hacia sus máximas estrellas, especialmente en la NBA.

Si te atreves a dejar a la franquicia que te eligió en el draft, que te formó como jugador y te entregó al corazón de toda una ciudad por cualquier razón imaginable, entonces aparentemente eres un traidor imperdonable. No hay grises, solo blancos y negros que conducen al dolor colectivo de toda una afición que se comporta como una ex novia desconsolada.

A esos mismos aficionados les pregunto lo siguiente: Si Durant se termina yendo en el 2016 tal y como tanto temen, ¿acaso nueve años, los últimos ocho de ellos en Oklahoma City, no les habrán sido suficientes?

Durant ya demostró su lealtad a cambio de un jugoso contrato máximo en el 2010 cuando renovó por cinco años, él no se fue a la primera de cambio, pero parece que casi una década de alegrías no es suficiente.

Déjenme otorgarles un ejemplo de otros menos afortunados: En Argentina el fútbol es el deporte rey. ¿Saben que ocurre allí? Los jugadores como Durant duran un suspiro en la liga argentina (tres años si tienes suerte) y luego se marchan al fútbol europeo a los 20 o 21 años tras ser comprados por el mejor postor ruso, qatarí, español, alemán o italiano.

A veces es todavía peor y en casos como el de Lionel Messi ellos no juegan ni un minuto para un club de su país, habiendo emigrado durante la adolescencia tempranera buscando un futuro mejor.

El básquet no es muy distinto en ese aspecto. Manu Ginóbili jugó tres años en la Liga Nacional argentina antes de partir hacia Italia y luego convertirse en leyenda en la NBA. Luis Scola también jugó tres temporadas para Ferro en Buenos Aires y luego se fue a España, donde explotó como jugador destacado para luego desembarcar en la NBA.

Más recientemente, Facundo Campazzo se incorporó al Real Madrid este año proveniente de Peñarol de Mar del Plata a los 23 años de edad. Él es nada menos que el base más prometedor del básquetbol argentino en la actualidad.

Luego uno los ve florecer lejos de las canchas propias por televisión, sintiendo que ese jugador es ¨tuyo¨ solamente cuando ellos juegan para la selección nacional.

El mejor consejo para los aficionados del Thunder y aquellos que anhelan que Durant gane un título en Oklahoma City es que por lo que más quieran dejen de preocuparse tanto por la hipotética ida de su máxima estrella y disfruten la temporada y media garantizada que les queda.

Si el Thunder hace las cosas bien, entonces el verano del 2016 llegará como producto de un proceso sensato que habrá hecho todo lo posible para que él se queda.

Y si él se termina yendo, si es que se va a otro lado después de todo, y ese lugar termina siendo Washington, Portland o quien sabe donde, entonces por lo menos a los recuerdos de una década entera de experiencias no se los quita nadie y solo quedará estar agradecido por haber podido verlo jugar en persona durante tanto tiempo.

Mientras tanto no se angustien tanto por el futuro y disfruten el presente, que todavía queda Durant para rato en Oklahoma City.