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Noche mágica en Washington

El sábado fue un día de pesadilla para toda la ciudad de Atlanta pero uno de ensueño para Washington D.C. y dos de los máximos referentes del deporte de aquella ciudad. Fue una jornada de coincidencias casi cósmicas y emociones que dejan a cualquier aficionado al borde del infarto para bien o para mal.

Comencemos con la pesadilla de Atlanta para darle un poco de contexto a una jornada deportiva para el infarto en la capital estadounidense.

Eran aproximadamente las 6:50 de la tarde cuando toda la NBA era testigo de como los Atlanta Hawks iban perdiendo el tercer juego de su serie en los playoffs contra los Washington Wizards en el Verizon Center por 94-74 con siete minutos por jugar.

Mientras tanto, en las Grandes Ligas, los Atlanta Braves proveían consuelo remontando un 1-6 ante los Washington Nationals para igualar el marcador 6-6 con dos carreras en la séptima entrada y tres en la octava a dos millas (tres kilómetros) de distancia,

Estos dos encuentros se jugaban en simultáneo y uno podía presentir que algo épico estaba por suceder.

Así fue como a las 7:12 de la tarde-noche capitalina Bryce Harper, joven superestrella de los Nationals con la número 34 en la espalda, se despachó con un jonrón de dos carreras (su sexto en los últimos tres juegos) castigando a una bola curva para ponerle punto final al asunto en la parte baja de la novena entrada.

Harper es el futuro del deporte en Washington con un presente brillante a los 22 años de edad.

CRUEL GIRO DEL DESTINO

Sin embargo, pocos minutos después la jornada de ensueño amenazaba con convertirse en una cruel daga en el corazón para todo Washington. ¡Los Hawks habían remontado con un parcial de 27-7 y habían emparado el encuentro contra los Wizards, 101-101 con 14 segundos por jugar!

El público local veía a jugadores desconocidos salidos del banco de suplentes visitante como Mike Muscala (autor del triple del empate parcial) Mike Scott, Dennis Schroder y Kent Bazemore sacando a su equipo de la tumba y se preguntaba: ¨¿Quiénes son esos tipos y porque nos están haciendo esto? ¡Que manía para sufrir que tenemos con nuestros equipos, eh! ¡Hagan un pase bien, la re ¡%&/! Esto es todo culpa de Obama¨.

¨Esto¨ era mucho más grave que la remontada de los Braves en el juego 31 de 162 de las Grandes Ligas. Estamos hablando de un choque en el que los Wizards estaban sufriendo sin su armador y figura John Wall y no solo habían perdido la brújula del partido, sino que estaban por perder la ventaja de la localía por la que habían luchado tan duro en Atlanta.

EL MOMENTO DE LA VERDAD

Sin embargo, cuando todo parecía oscuro y la luz no asomaba por ninguna parte, apareció LA VERDAD: Paul Pierce, el referente y salvador de los Wizards con la número 34 en la espalda, se despachó con el doble que hizo saltar de alegría a todo el público local.

Eran las 7:37 de la tarde, veinticinco minutos después de aquel jonrón de Harper, cuando el escolta de Washington Bradley Beal tenía al balón en sus manos con el partido todavía igualado 101-101 y siete segundos por jugar.

6...5. Beal encuentra a Pierce en la parte alta de la llave y le entrega la pelota.

¿Cómo puede ser que los Hawks le hayan permitido recibirla con tanta comodidad? ¿Acaso pensaban que Beal iba a tomar una responsabilidad de esa magnitud a los 21 años tras errarse cinco de sus siete triples y nueve de sus 15 tiros de campo? Le ponen doble marca a Pierce y fuerzan al joven tirador a lidiar con la responsabilidad del destino de su equipo en sus manos, ¿o no?.

Bueno, el punto es que Pierce recibe de espaldas con Schroder pegado a él en la marca. 4...3.

Pierce se lo saca de encima y da una media vuelta sacando un rezo más que un tiro que rebota en el vidrio y entra milagrosamente, idéntico a los tiros ganadores de Chris Paul contra los San Antonio Spurs y al de Derrick Rose contra los Cleveland Cavaliers hace apenas unos días.

Sin embargo, esto no fue ninguna coincidencia del destino. Una vez más, Pierce demostró que él es el presente del deporte en Washington con la capacidad de sacar de la galera momentos de su pasado brillante a los 37 años de edad.

Olvídense de sus 13 unidades y siete rebotes en 26 minutos. Esos dos puntos, ese segundo de gloria es lo único que importa.

Su euforia era incontenible tras caer de espaldas y ver a su tiro, el tiro que le daba una ventaja de 2-1 a su equipo en la serie al mejor de siete contra unos Hawks que supieron obtener la mejor marca de la Conferencia Este durante la campaña regular.

LO QUE DEPARA EL FUTURO

Ahora los Wizards afrontan al cuarto juego de la serie este lunes con un envión anímico enorme, pero corriendo el riesgo de ser aguafiestas lamento decirles que lo más probable es que ellos no ganarán la serie a menos que Wall se recupere a tiempo de sus cinco fracturas en la muñeca izquierda, algo que es dudoso a esta altura de las circunstancias.

Piénsenlo bien. Atlanta no tuvo a nadie que haya anotado 20 puntos en todo el partido y aun así contó con 35 en el último cuarto para remontar una desventaja de 20 en apenas seis minutos mientras su quinteto titular acumulaba un +/- de -39 en cancha.

Es verdad que sus relevos jugaron el partido de sus vidas y eso probablemente no volverá a repetirse, pero el paupérrimo rendimiento de sus mejores jugadores tampoco se volverá a ver y el daño que Al Horford, Jeff Teague y Kyle Korver pueden hacer es mucho mayor que el de Schroder, Muscala y Bazemore.

Por otro lado, Pierce es un referente pero ya no puede ponerse al equipo al hombro durante varios minutos a esta altura de su carrera.

Beal es un excelente tirador pero no es un creador como Wall a pesar de sus ocho asistencia en el encuentro. Eso queda demostrado por el hecho de que ninguna de ellas llegó en el último cuarto cuando su equipo se hundía hasta ese pase de un metro sobre el final que fue una simple entrega.

Otros como Otto Porter Jr. y Will Bynum son buenos jugadores de recambio pero no líderes.

Irónicamente la ausencia de Wall (quien había tenido 13 de las meras 18 asistencias de los Wizards en el juego inicial de la serie) los obligó a repartirse las responsabilidades y cinco jugadores (Nené, Beal, Porter Jr, Marcin Gortat y Ramon Sessions) contaron con al menos tres asistencias cada uno generando un total de 27 para los Wizards.

Eso no quiere decir que Washington no pueda o no deba apreciar lo que ocurrió este sábado, algo mágico que nos ayuda a recordar todas las razones por las que el deporte genera emociones que no se pueden duplicar en ningún otro aspecto de la vida.

Ahora es cuestión de dar vuelta la página. El cuarto juego de la serie será este lunes y los Wizards tendrán que esperar que Pierce vuelva a hechizar a unos Hawks que saldrán desesperados y con las garras afiladas.