Martín Bater 9y

Nubes de tormenta en Chicago

Nota de redacción: Esta columna fue publicada al día siguiente de la eliminación de los Chicago Bulls frente a los Cleveland Cavaliers.

Había tanta ilusión...tantas ganas en Chicago de ver algo inédito, algo que reafirme la fe en los finales felices, en la recompensa al trabajo duro de tipos como Derrick Rose, quien se recuperó de múltiples lesiones con la única ambición de desfilar por las calles de la ciudad con la copa que Michael Jordan les mostró por última vez en 1998.

Había ilusión hasta que esta se rompió con la lesión muscular de un Pau Gasol al que no hay nada, pero nada, que reprocharle. El pivot español dejó alma y vida en la cancha durante toda la serie aunque no pudo disputar el cuarto y quinto juego de esta y claramente no estaba al 100 por ciento en el sexto con ocho puntos en apenas 24 minutos.

Había ilusión hasta que el público local se deba cuenta que no era LeBron James, aquel autor del doble ganador en la chicharra que fue como una daga en su corazón al final del cuarto partido, el que los estaba eliminando. Eran Matthew Dellavedova y J.R.. Smith los que consumaban ¨La Debacle de Chicago¨.

Ahora lo que todos se preguntan es que les depara el futuro a los Bulls.

¿EL FINAL DE UNA ÉPOCA?

A Tom Thibodeau todavía le quedan dos años de contrato como entrenador en Chicago, pero la derrota contra Cleveland tuvo un fuerte olor a ciclo terminado.

Sus jugadores no dieron pelea, no respondieron a sus arengas y así perdieron por 21 puntos ante su propia gente tras una serie en la que justamente eso había sido lo que los mantuvo a un tiro de ir ganando la serie por 3-1.

Los Bulls nunca bajaron los brazos hasta que lo hicieron, hasta que una temporada agotadora en la que soportaron ola tras ola de lesiones con una base que jamás se consolidó por culpa de ellas pudo más que su determinación por seguir con vida.

Thibodeau no tiene la culpa de que Joakim Noah jamás estuvo a pleno físicamente o de que Rose, su principal figura, seguramente nunca volverá a ser el MVP que nos dejaba boquiabiertos hace cuatro años.

Hay que reconocer que posiblemente no haya nadie mejor que él en sacarle el jugo al talento de sus jugadores, por algo él ganó al menos 50 juegos en la temporada regular en tres de sus cinco campañas al mando del equipo, incluyendo la del cierre patronal en el 2012 en la que su marca fue de 50-16.

Sin embargo, también hay que reconocer la virtud de que Thibodeau no solo les saca el máximo de su capacidad a los jugadores, sino que su defecto también es que los exprime físicamente.

Jimmy Butler promedió 38,7 minutos en cancha durante las últimas dos temporadas regulares, ese número se elevó a 43,6 y 42,2 respectivamente durante los playoffs del 2014 y 2015.

Pau Gasol promedió 34,4 minutos por encuentro durante una temporada regular en la que disputó 78 de los 82 compromisos posibles, y él no es el tipo de jugador que regula sus esfuerzos. Por algo supo ser el líder en rebotes del equipo, y la lesión muscular fue su cuerpo diciendo ¨ya no puedo más¨.

Por algo Tbibodeau llegó a las Finales del Este en el 2011 durante su primer año como técnico y nunca más volvió a superar la segunda ronda de los playoffs.

¿Y LOS JUGADORES?

Hablando de Butler, él será un agente libre restringido este año. Eso quiere decir que los Bulls pueden igualar la oferta que cualquier otro equipo le haga para retener sus servicios.

El escolta de 25 años debe tomar el lugar de Rose como líder basquetbolístico del equipo y demostrar lo que hizo durante el segundo juego de la serie contra los Milwaukee Bucks (31 puntos y 9 asistencias) y el quinto contra los Cavs (29 y 9) noche tras noche.

Si en Chicago piensan ofrecerle un contrato máximo, él debe jugar a la altura de este.

Por otro lado, a Gasol todavía le quedan dos años de vínculo con el club, él no se va a ningún lado. Noah y Rose también pueden seguir siendo el corazón del equipo, los que otorgan el salto de calidad.

Doug McDermott ya no será un novato y deberá poder comprobar que es capaz de mantenerse saludable para adquirir el rol que tenía Mike Dunleavy.

Nikola Mirotic debe ser más consistente en su segundo año. Él era un novato por etiqueta liguera nada más, y su madurez tanto personal como basquetbolística dejó impresionados a varios.

El 2016 no será como 1999 para los Bulls, el futuro no es negro para el equipo como cuando Jordan se retiró por segunda vez ya que la Conferencia Este hoy por hoy todavía deja mucho que desear.

Eso sí, ya sea con Thibodeau a cargo u otro entrenador al mando, algo tiene que empezar a cambiar en la Ciudad de los Vientos.

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