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Jim Brown se separó del resto de la NFL hasta volverse leyenda viviente

Jim Brown era un especimen físico sin comparación que rara vez veía freno de otros seres humanos. Getty Images

La redacción de ESPN.com.mx eligió a los jugadores más representativos para cada número de jersey, desde el 99 hasta el 1, para dar a conocer sus semblanzas a modo de conteo regresivo hasta el arranque de la temporada regular del 2015. Aquí puedes consultar la lista completa.

MÉXICO -- En términos físicos, no es arriesgado afirmar que Jim Brown es el mejor atleta en la historia de la NFL --con la mención a Bo Jackson-- y por ende, está en la discusión del jugador más dominante que ha pisado un emparrillado.

Su composición, talento nato e inteligencia lo destacaron casi inmediatamente del resto de los seres humanos que lo rodeaban a muy temprana edad. En cuanto puso un pie en el escenario más importante del fútbol americano mundial, también se separó de los jugadores de la NFL y no tardó en delinear el prototipo de corredor para el resto de la historia.

Con 6 pies de estatura y 230 libras durante la mayor parte de su carrera, Brown desplegó un poder nunca antes visto con una capacidad elusiva que llenaba estadios. Y esa fortaleza no sólo era tangible, sino observable, con un físico que a partir del cuello no tenía comparación. La prensa de la época llegó a decir que sus muslos eran más anchos que la cintura de otros hombres adultos, quienes, cuando eran rivales, solían acompañarlo en sus acarreos pero sin forma, agarre ni cualquier tipo de control sobre el fullback legendario; sólo eran arrastrados, y en su defecto, dejados atrás por la velocidad deslumbrante de Brown.

Nacido en una isla apenas separada de la costa de Georgia, Brown creció en una época donde las opciones para un joven afroamericano estaban limitadas, sin ejemplos a seguir en un deporte profesional casi 100 por ciento blanco. El corredor más emblemático de la NFL en el siglo XX no tardó en hallar la forma de meterse en problemas e integrar grupos delictivos de menor escala. Afortunadamente para su causa y los millones de aficionados que maravillaría en sus años dorados, Brown fue identificado rápidamente por dirigentes de la zona ante quienes era imposible esconder esas habilidades atléticas y lo encauzaron en el deporte.

Apenas como adolescente, Brown ya era un jugador imperdible en la Manhasset High School de Long Island, New York, independientemente de la actividad que desempeñara: fútbol americano, básquetbol, atletismo y lacrosse. En su tiempo trascendió que Brown recibió ofertas de más de 30 universidades para becarlo, aunque se decantó por Syracuse, una que no pujó por él. De hecho, Syracuse habría rechazado a Brown en dos ocasiones pese a la recomendación de directivos de la preparatoria, apegándose a una tendencia de atraer una minoría grave de estudiantes afroamericanos.

Cuando finalmente arribó con el equipo del Orange, en 1947, Brown no fue recibido con brazos abiertos y de inmediato le advirtieron cuál era su lugar como freshman de raza negra.

"Lo primero que atacó mi coach de fútbol americano fue mi talento", recordó Brown años después, de acuerdo con la College Football Historical Society. "Él dijo que yo no podía correr el balón y que no era nada bueno. Yo peleaba todos los días, pero finalmente pensé, quizás tiene razón, quizás no puedo correr".

Alguien estaba equivocado. Para su segundo año colegial, Brown entró al primer equipo y se convirtió en leyenda de Syracuse con designación All-America. El paso quedó libre para la NFL, donde se encontró con una visión distinta e innovadora, aunque no por ello cálida.

Los Cleveland Browns fueron el primer equipo que rompió la barrera racial en la NFL casi 20 años antes que Jim Brown se graduara de la universidad. El liniero Bill Willis y el corredor Marion Motley fueron requeridos por el entrenador Paul Brown en 1946. "Jimbo" llegaba a un club revolucionario que jugó con afroamericanos un año antes del primer juego de Jackie Robinson con los Dodgers.

"Paul era una persona líder de negocios, quien se motivaba por armar una organización que fuese la mejor del mundo, utilizando al mejor personal, desarrollando los mejores dispositivos para ganar", declaró Jim Brown al New York Times en 1997. "El color [de piel] nunca entró en su filosofía; ni en forma positiva ni negativa. La forma en que llevaba su organización era que todos le tuvieran miedo, así que no había discordia"

La mejor selección de draft para Cleveland en la historia, lo primero que hizo Brown --aparte de enfundarse en el jersey N° 32-- en la NFL fue romper la tradición del coach Paul Brown en Cleveland de marginar a los novatos del equipo titular o limitar sus actividades. Corrió para 942 yardas en su primer año profesional, liderando a todos los corredores de la liga, y abrió la puerta a cuatro temporadas consecutivas superiores a las mil yardas cuando el calendario era únicamente de 12 partidos. Nunca corrió una menor cifra a la de su año de debut y siete de sus nueve campañas profesionales fueron superiores al millar de yardas terrestres. En dos de ellas, incluyendo su última en 1966, consiguió 17 touchdowns por la vía del acarreo.

Hubo una campaña que lo cambió todo y fue la única en que Brown, quien ya protagonizaba una enemistad clara con su entrenador en jefe, no logró ganar el título de corredores. En 1962 los Browns cerraron el año con marca de 7-6-1 y el extrovertido fullback decidió tomar cartas en el asunto, lanzando un ultimátum digno de su naturaleza subversiva al propietario Art Modell: "o se va marcha Paul Brown, o renuncio".

Cleveland despidió al brillante entrenador en jefe, quien llevaba con la organización desde 1946.

Jim rebotó con la mejor actuación para ese momento que se haya visto de un corredor: superó la milla (1,863 yardas) en su primera campaña bajo el nuevo coach Blanton Collier. Y para 1964, con Brown liderando la liga con sus 1,446 yardas, los Browns ganaron el campeonato de la NFL.

Las marcas de Brown en la época fueron vistas como inalcanzables para la mayoría de los periodistas. Incluso, se le llegó a llamar "El Babe Ruth del Fútbol Americano" y logró firmar el salario más alto en la historia de los emparrillados profesionales, aproximadamente de 65 mil dólares al año.

Brown fue cuatro veces ganador al Jugador Más Valioso de la liga y se marchó de la NFL de forma prematura al tiempo que peleaba por los derechos civiles y en paralelo perseguía una carrera en el cine. Sus 12,312 yardas terrestres se mantuvieron como una marca de por vida en la NFL hasta que Walter Payton llegó a escribir su propia historia, 12 años después.

Otro de los grandes logros de Brown fue nunca perderse un juego en su carrera de nueve años y 118 actuaciones. Ni siquiera las defensivas trazadas específicamente para él consiguieron romperlo. Existen datos que apuntan a una participación de Brown en 60 por ciento de las jugadas ofensivas, no obstante, y por más que lo intentaron, ningún rival logró enviarlo a las laterales.

Es claro que fueron más los jugadores lastimados tratando de castigar a Brown, que las ocasiones en que el mejor corredor de balón en la historia sintió que no podía jugar más.

"Con velocidad mercurial, agilidad voladora y violencia explosiva en un paquete de maldad intacta, no hay nadie como el señor Brown", escribió Red Smith, ganador del Premio Pullitzer sobre el incomparable Jim Brown.