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Raúl Allegre se volvió histórico para la herencia mexicana en la NFL

La redacción de ESPN.com.mx eligió a los jugadores más representativos para cada número de jersey, desde el 99 hasta el 1, para dar a conocer sus semblanzas a modo de conteo regresivo hasta el arranque de la temporada regular del 2015. Aquí puedes consultar la lista completa.

MÉXICO -- Él no lo ve extraño, no si se remonta a una época donde la apertura para los jóvenes de ascendencia latinoamericana y su gusto por el fútbol les abría puertas para jugar en una liga que evolucionaba con rapidez. No con una educación universitaria de primer nivel en Estados Unidos donde la mejor forma de recibir apoyo era mediante el deporte, y el que mejor se amoldó a sus facultades de pateo de balón fue el fútbol americano.

Raúl Allegre nació en Torreón, Coahuila y desde muy joven trazó un camino que pocos mexicanos comparten en términos deportivos, no así demográficos. Raúl atendió a la Universidad de Montana antes de transferirse a Texas, donde el deseo por sobresalir en un nivel superior lo llevaron a perseguir un área de mejor proyección, así como la carrera de ingeniería civil.

Una vez en Texas, él lo reconoce sin vergüenza e incluso asoma un gesto de picardía cuando recuerda que su efectividad fue "bastante mediocre, honestamente. Pero, lo que me ayudó fue que en el último cuarto, los goles de campo que eran importantes para empatar o ganar un partido, los pude convertir". En general, su paso fue efectivo cuando más importó y junto con los Longhorns gozó de un 2° lugar nacional en 1981.

Allegre consiguió acaparar suficientes reflectores para recibir una oferta de los Dallas Cowboys, donde Rafael Septién ya era pateador campeón de Super Bowl. La decisión vino alimentada del mismo ímpetu que lo llevó desde la Laguna al máximo escenario del fútbol americano: la proyección. ¿Dónde lo verían más? ¿Qué equipo atado a su nombre le brindaría mejores oportunidades de jugar? Fueron los Cowboys quienes colocaron suficiente atención en él para asegurarle un puesto en los Baltimore Colts para 1983.

En su primer año, que coincidió con el último de la franquicia en la ciudad perteneciente a Maryland, Allegre convirtió el 85.7 de sus intentos de gol de campo y 91.7 de sus puntos extra. Los Colts se despidieron de Baltimore con marca de 7-9 y al margen de los playoffs, pero cargaron con todo y pateador a la ciudad de Indianapolis, su sede actual.

Desde que ingresó a la NFL, Allegre portó el N° 2 que lo acompañó toda su carrera, la cual vio sus acciones incipientes en colores Colts pero alcanzó sus máximas glorias en los New York Giants.

"A nivel universitario yo usaba el N°9, y también fue mi número en los Dallas Cowboys", recuerda. "Cuando llegué a los Colts me asignaron el N° 2 y me gustó. Era algo nuevo para mí, iba a empezar una carrera nueva. Era el número de Tony Linhart, un pateador muy importante en Baltimore y ya se arraigó, me gustó el número y en realidad no muchos jugadores lo han portado en general y tuve éxito con él y ahora le tengo mucho cariño".

Y es que dicho número también estuvo presente cuando Allegre se jugó lo más importante de su carrera profesional, en el sendero que marcaría su vida por siempre y donde nacen las leyendas: el Super Bowl.

Tras jugar tres campañas en los Colts, con tres entrenadores en jefe distintos, Allegre pasó a los Giants de Bill Parcells que terminaron la campaña de 1986 con marca de 12-4 y resultaron campeones del Super Bowl XXI frente a los Denver Broncos. Raúl convirtió 24 de sus 32 intentos de tres puntos en la campaña, incluyendo un juego donde pateó cinco goles de campo para dar el triunfo frente a los Minnesota Vikings por 22-20.

En el Super Bowl, Allegre tuvo su aportación en el tercer cuarto para volver la ventaja de los Giants de dos posesiones y, a partir de entonces, la ofensiva de Phil Simms nunca dejó de pisar el acelerador.

Raúl se quedó en New York hasta la última temporada de Parcells --en la cual tuvo poca actividad-- y formó parte del equipo campeón de 1990. Ya cuando Parcells había emigrado, Allegre se repartió 1991 con la franquicia vecina de los Jets. El Atún se marchó de East Rutherford pero dejó un legado inolvidable para sus jugadores, la franquicia y la zona de New York que gozó de éxito casi una década.

"Parcells ha tendido llegar a equipos en el nivel más bajo, y volverlos a restructurar y sacarlos adelante", consideró Raúl. "Si tienes que sacar adelante a una franquicia, vemos lo que hizo Parcells con los Giants que eran un equipo malo. Después vemos, New England no era malo, era pésimo.

"Él puede hacer pasar a un equipo de malo, a mediocre, a campeón. Por eso me quedaría con Parcells".

Su opinión dejó de ser aquella de un ex jugador. El que vivió en carne propia el trajín de un deporte profesional de contacto. El que experimentaba la adrenalina incomparable y trata de aterrizar sus palabras al nivel público. Actualmente, Allegre se manifiesta como un analista que pocos años después de culminar su paso por la NFL se abocó a los medios de comunicación y la transmisión del saber deportivo.

En su lugar especial como mexicano que ganó un Super Bowl y ahora dedica su profesión a compartir lo aprendido dentro y fuera del emparrillado, Raúl no deja de enaltecer el camino que una educación en Estados Unidos puede lograr para tantos jóvenes que sueñan con emprender el paso sobre el sendero que él trazó para las siguientes generaciones.

"Yo tuve la oportunidad de hacer mis estudios universitarios en Estados Unidos. Eso es fundamental. Que ellos te vean jugar", recomendó el coahuilense. "Quizá no los cuatro años porque hay mucha competencia pero que te vean jugar por lo menos dos, a un nivel alto. Eso te va a dar la proyección y te van a ver jugar bajo presión ante competencia de buen nivel. Eso es lo que te va a abrir las puertas".