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Raúl Allegre comenta lo más notable ocurrido en la Semana 2 de NFL

BRISTOL -- Dicen que entre la primera y la segunda semana de la temporada regular los equipos logran su nivel real. Antes del partido inaugural, los titulares tienen una participación limitada durante la pretemporada y no tienen condición física de juego. No es lo mismo correr distancia o arranques, y levantar pesas y ejercitar, que luchar frente a frente contra de un mastodonte durante 65 ó más jugadas.

Si esta aseveración es cierta, hay varios equipos que van en caballo de hacienda mientras que otros tienen problemas que necesitan resolver rápidamente.

No es situación de crisis todavía, pero Nueva Orleáns e Indianápolis fueron los favoritos de muchos, incluyendo a su seguro servidor, para llegar a los partidos de campeonato de sus respectivas conferencias. Ambos comienzan la presente temporada con marca 0-2, y de acuerdo a las estadísticas de los últimos 24 años, sólo el 12 por ciento de los equipos con esta foja califican a la postemporada. No es imposible ser campeón. Un ejemplo fueron los Vaqueros de Dallas de 1993, que empezaron con esa marca debido a la ausencia de Emmitt Smith por cuestiones contractuales, y que repitieron como campeones de la NFL.

Las situaciones de Indy y Nueva Orleáns son similares. Ambos tienen ofensivas productivas y defensivas que han sido inconsistentes. En el caso de los Potros, se rezagaron 24 puntos en el primer partido contra Denver, y aunque mejoraron en la segunda fase del partido, se quedaron cortos. Contra Filadelfia el lunes por la noche, el grupo de Greg Manusky empezó bien limitando a la explosiva ofensiva de Filadelfia a sólo 2 goles de campo en el primer tiempo. El final fue diferente. Permitieron 24 puntos en cuatro de las últimas cinco ofensivas del partido. Con el partido, empatado y la oportunidad de ganar el juego con pocos más de tres minutos antes del final, Andrew Luck no pudo culminar su decimotercera serie ofensiva ganadora en su última posesión. Filadelfia, con una gran actuación de Darren Sproles, no perdonó.

La situación es más complicada en Nueva Orleans en donde la defensiva, en semanas consecutivas, no fue capaz de proteger una ventaja. Contra Atlanta permitieron una serie ofensiva de ocho jugadas para el gol de campo que mandaría el partido a tiempo extra. Esto además de las 568 yardas que permitieron. Cleveland pudo ganar el juego con una serie ofensiva de 14 jugadas y 85 yardas en su serie ofensiva final acentuada por un error garrafal de comunicación en la jugada previa al gol de campo matador. Para beneplácito del gran Ciro Procuna, Rob Ryan fue el chivo expiatorio una vez más.

Ambos equipos tienen el entrenador en jefe para salir adelante y no se diga del talento en su plantilla, y mariscales de campo de primer nivel. Pero ahora el ambiente del vestidor es diferente. No hay margen de error. No hay mejor lugar en el mundo deportivo que un vestidor exitoso, ni peor cuando el equipo pierde. Los jugadores pasan de tener una situación amena a estar bajo la lupa. Antes, podían llegar 20 minutos antes de la primera junta del día. Ahora, los entrenadores esperan que lleguen con una hora de anticipación. Antes había todo tipo de música y a todo volumen. Ahora habrá un silencio sepulcral. En los entrenamientos podían hincarse, o hasta sentarse en sus cascos, ahora tendrán que estar de pie con el barbiquejo abrochado. Tendrán una tensión que se puede cortar sólo con un cuchillo de carnicero. Ese es el mundo y el ambiente que se vive en un vestidor de un equipo perdedor y bajo presión. Los más pequeños detalles se ven con atención y se critican como si representaran la debacle del equipo.

Sostengo mi pronóstico de que ambos equipos llegarán al partido de campeonato de sus conferencias, pero el camino no será fácil. Eso no es necesariamente algo malo. Muchas veces, caminar por el camino más escabroso curte y forja temperamento.

La otra cara de la moneda la mostraron equipos que dábamos por perdidos después de humillantes actuaciones en la primera semana: Dallas, Washington, Baltimore, Chicago y San Luis son ejemplos. Todos tuvieron victorias impresionantes en la segunda semana.

Me voy a enfocar en Dallas y Washington.

Los Vaqueros fueron un equipo diferente con una ofensiva que ayudó a su defensiva. Si vieron el programa inaugural de NFL Semanal (si no lo ven, se pierden del mejor programa de la NFL en español), mencioné que para que Dallas tuviera éxito sería necesario que su ofensiva dominara el tiempo de posición y de esa manera le quitara presión a una defensiva que está en etapa de transición. Eso fue lo que sucedió en el partido contra Tennessee.

En la primera semana Jason Garrett puso el peso del partido sobre la espalda operada de Tony Romo y sufrieron las consecuencias. El plan de juego contra los Titanes fue darle el balón a DeMarco Murray, quien tuvo 20 acarreos para 167 yardas y un TD. En total, Dallas corrió el balón 43 veces contra 29 pases. Romo administró bien el encuentro y no tuvo intercepción. La defensiva forzó dos intercepciones incluyendo una espectacular de Rolando McClain quien está jugando como la primera selección del draft que una vez fue.

Washington, por su parte, impresionó ofensiva y defensivamente. Había comentado anteriormente que Robert Griffin III no era la mejor opción como QB y que había perdido el apoyo del vestidor. Sin embargo, existe mucha presión en alinearlo y darle la oportunidad de ser titular por dos razones: 1. la excelente campaña que tuvo de novato y 2. el precio que pagó el equipo por obtenerlo en el draft del 2012. RGIII era la mejor opción bajo Mike Shanahan, Kirk Cousins es la mejor opción en el sistema de Jay Gruden.

Con Cousins, Washington tuvo cinco series ofensivas para TD. La de menos jugadas tuvo sólo seis, pero fue porque tuvieron que avanzar sólo cinco yardas para anotar. Si Cousins mantiene su nivel, Griffin no volverá a jugar en Washington. A esto hay que añadir el desempeño de una defensiva que tuvo 10 capturas y que limitó a la ofensiva de Jacksonville a sólo a 148 yardas ofensivas. Con Cousins, no descarten a Washington en la división este de la Nacional.

Finalmente, enterrada en el montón de encabezados que son las noticias recientes de noticias de la NFL respecto a violencia doméstica, estuvo la noticia de que por fin, después de cuatro años de negociaciones, la NFL y el sindicato de jugadores llegaron a un acuerdo en el proceso de antidopaje. En particular, me interesa el protocolo de pruebas sobre hormonas de crecimiento.

Durante años he argumentado que la raíz de los problemas de lesiones y conmociones de la NFL radican en el consumo de este tipo de substancias. No es normal que un jugador llegue a pesar 130 kilogramos y tenga un porcentaje de grasa menor al 20 por ciento. No es posible. Las dimensiones físicas, la velocidad y la agilidad de la mayoría de los jugadores de la NFL no son normales. Isaac Newton nos enseñó que la fuerza es igual a la masa multiplicada por la aceleración. Si la masa y la aceleración están incrementadas artificialmente, la fuerza va a ser mayor a lo que un cuerpo humano puede soportar. Esto se refleja en las conmociones y sobre todo en las lesiones a las extremidades inferiores.

He buscado, pero no he encontrado estadísticas, pero mi percepción es que han aumentado drásticamente las rupturas del tendón de Aquiles, las lesiones de Lisfranc y los problemas con los tobillos en los últimos años. ¿Por qué? Se puede incrementar la masa muscular de las pantorrillas para arriba, pero no la resistencia de tendones y ligamentos en los pies. La fuerza ejercida por un jugador inflado artificialmente es mayor a lo que un tendón o ligamento normal puede aguantar, y no hay manera de reforzar estos tendones, ligamentos o la estructura de un pie. He ahí la razón de este tipo de lesiones.

Hemos visto el impacto que ha tenido la supervisión y las pruebas contra hormonas de crecimiento en otros deportes. El beisbol es un buen ejemplo. Los jugadores de la NFL bajarán de peso y perderán velocidad y esto será algo positivo para este deporte.

Así se jugaba en mi era hasta que empezó el uso de esteroides, el cual ya es controlado. El uso y abuso de hormonas de crecimiento envenenó a la NFL y a otros deportes. El control de las mismas, aunado al protocolo de conmociones que ahora existe, nos debe dar un deporte todavía rápido, fuerte y violento, pero dentro de los límites de la capacidad de un ser humano.

Es un deporte de colisiones, pero que serán menos violentas. Seguirá habiendo lesiones. Esto es inevitable, pero la magnitud de las mismas y el impacto a largo plazo en los jugadores será menor.

Y esto nos dará un espectáculo de futbol Americano todavía mejor.