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Raúl Allegre comenta lo más notable ocurrido en la Semana 12 de la NFL

BRISTOL -- El concepto es descabellado. La probabilidad es mínima. Pero la posibilidad de que mi favorito para representar a la NFC en el Super Bowl me la haga buena existe, por mínima que sea. Los Santos de Nueva Orleáns son uno de los equipos que más ha decepcionado en la actual campaña de la NFL, pero a pesar de sus vicisitudes, y de su marca de 4-7, controlan su destino dentro de la paupérrima NFC Sur.

En la NFL, todo puede suceder. Como decía Bill Parcells, "hay que calificar para el 'torneo' y ya adentro, todos empezamos con la misma marca". Veamos ejemplos recientes. En el 2005, los Acereros de Pittsburgh rompieron una racha perdedora de tres partidos, entraron en ritmo y terminaron ganando el Super Bowl. En el 2006, la defensiva de Indianápolis era de las peores de la NFL. Permitieron 375 yardas por tierra a Jacksonville en la semana 14, y aún así terminaron como campeones. En el 2007, los Gigantes de Nueva York eran el blanco de críticas de propios y extraños. Calificaron como comodín y avanzaron en playoffs hasta quitarle lo invicto a los Pats en el Super Bowl.

Situaciones similares sucedieron con Green Bay en el 2010, y Baltimore en el 2012. Tan crítica era la situación de los Cuervos que despidieron a su coordinador ofensivo en la semana 14, después de perder dos partidos seguidos. ¿Podría tomar nota Sean Payton y hacer un cambio drástico como lo hizo John Harbaugh?.

Me refiero a Rob Ryan, el actual chivo expiatorio y presunto culpable de la situación por la que pasan los Santos. A diferencia de mi colega y amigo Ciro Procuna, no coincido con esta conclusión.

Claramente no se puede exculpar a Ryan del mediocre desempeño de su defensiva, pero un entrenador es tan bueno como el talento que tiene a su disposición. Timoneles inmortales, e infinitamente superiores a Rob Ryan, como lo fueron Tom Landry y Chuck Noll, vivieron momentos de frustración y derrotas de sus equipos cuando el talento disponible vino a menos. El mismo Vince Lombardi tuvo un cierre triste de su carrera cuando trató de revivir a un mediocre equipo de Washington.

En el 2013, Rob Ryan tomó a la peor defensiva en la historia de la NFL y la llevó a ser la cuarta mejor en la liga. No lo hizo con grandes contrataciones ni con jugadores de Pro Bowl. Un mal entrenador no logra eso. La situación es diferente en el 2014. Este año salieron de los Santos referentes como Jonathan Vilma. Roman Harper, Malcolm Jenkins y Jabari Greer. Con la excepción de Jenkins, su nivel de producción había declinado. El impacto de su ausencia se ha sentido más en el liderazgo del vestidor que en el terreno de juego. La directiva de Nueva Orleáns trató de compensar supliendo a Jenkins con Jairus Byrd, pero este quedó fuera de acción hace varias semanas.

La crítica sobre Ryan es que no ha adaptado sus esquemas al nivel tan pobre de su personal. Contra Baltimore, y a lo largo de la temporada, la ha pedido a una defensiva secundaria mediocre marcaciones individuales sobre jugadores superiores. Este lunes vimos como Steve Smith Sr. se daba un festín con las peritas en dulce que le ponían en frente. Cada vez que lo marcaban de manera individual Corey White o Brian Dixon, Joe Flacco mandaba pases en su dirección. Una defensiva con el nivel tan pobre de talento en la secundaria debería proteger a sus esquineros retrasándolos. Quizás Ryan prestó atención y vio como Dean Pees, coordinador defensivo de Baltimore, protegía a sus también mediocres esquineros facilitando sus marcas con coberturas de zona generosas.

Tampoco se puede comparar a los siete frontales de Baltimore con los de Nueva Orleáns. Aquel equipo tiene posiblemente a los mejores de la NFL, mientras que Ryan se ve forzado a alinear a linebackers como David Hawthorne y Parys Haralson quienes por algo salieron de Seattle y San Francisco, respectivamente. Aún así, un sistema menos agresivo mejoraría las posibilidades de este grupo. Aclaro, no justifico las decisiones de Rob Ryan respecto a sus esquemas. La primera responsabilidad de un entrenador es poner a sus jugadores en la situación más favorable para que tengan éxito, y esto no ha sucedido este año en Nueva Orleáns. Pero Rob Ryan, no es el principal o único responsable de la marca de 4-7 del equipo.

Otro que ha tenido culpa de las cuitas de los Santos es Drew Brees. Por primera vez desde que llegó a Nueva Orleáns ha sido abucheado por sus fans. En las palabras del mismo Drew, "yo también me abuchearía por la manera como estoy jugando". Se ve claramente que se siente presionado por no tener una defensiva estelar y está tratando de ganar los partidos él solo forzando situaciones. Tuvo errores cruciales, que se pueden considerar decisivos, en tres derrotas.

El primero fue contra Detroit cuando regaló una intercepción al final del partido que puso a los Leones en posición de anotar el TD de la victoria. El segundo fue contra San Francisco, al final del primer tiempo, cuando forzó un pase hacia Jimmy Graham cuando éste tenía cobertura triple. Esto junto con el balón suelto al final del partido cuando aguantó el ovoide mucho tiempo ante una defensiva como la de los 49's. El tercero fue la intercepción regresada para TD contra Baltimore la cual cambió la tonalidad y el rumbo del partido. A pesar de las deficiencias de su defensiva, Nueva Orleáns pudo haber ganado estos partidos.

Nada le ha salido bien a Nueva Orleáns este año. Así como los equipos tienen su época de vacas flacas, también llega el momento de las vacas gordas. Sean Payton es un entrenador de primer nivel. Drew Brees, a pesar de sus errores recientes, es un QB élite. Los errores que han cometido a la defensiva no son difíciles de corregir. No hace mucho, los Santos propiciaron, y de manera convincente, la única derrota en las últimas ocho semanas que tiene Green Bay, el equipo más embalado de la NFC. Sólo toma una victoria de calidad para que cambie el sentir y la mentalidad de un equipo.

Es quizás equivalente a aferrarse la ilusión de la elusiva quinta victoria de la selección Mexicana en un mundial, pero hasta que no estén oficialmente eliminados los Santos, no cambio mi predicción de la NFC para el Super Bowl por más remota que parezca. Por lo menos mi favorito en la AFC, y para ser campeón este año, los Pats de Nueva Inglaterra, van viento en popa.

No sé si tuvieron la oportunidad de ver la recepción de Odell Beckham Jr. contra Dallas, pero si no lo han hecho, estoy seguro que la pueden encontrar en las redes sociales. Vale la pena. Ha habido otras recepciones más importantes, y de más trascendencia, pero en lo que respecta a grado de dificultad, habilidad atlética, coordinación y espectáculo, esta es, sin dejo de duda, la recepción más espectacular que he visto en mi vida. Beckham Jr. es parte de la quizás mejor generación de receptores en la historia de la NFL. Ninguna otra había tenido a cinco novatos con 500 ó más yardas por recepción después de 10 semanas.

Otros que han impresionado han sido Brandin Cooks de Nueva Orleáns, aunque ya quedó fuera de acción el resto del año, Sammy Watkins de Buffalo, Kelvin Benjamin de Carolina, Mike Evans de Tampa Bay, Jordan Matthews de Filadelfia y después de esperar sus turno, Martavis Bryant de Pittsburgh.

¿Qué tiene en común Terrell Davis, Olandis Gary, Mike Anderson, Arian Foster, Alfred Morris y Justin Forsett? Todos ellos fueron seleccionados tarde en el draft, o como agentes libres, y todos ellos estuvieron ligados directa o indirectamente con Gary Kubiak. Kubiak fue el coordinador ofensivo de Denver en donde estuvieron Davis, Gary y Anderson. Fue el entrenador en jefe en Houston cuando Foster fue firmado como agente libre y arrasó en la NFL en su segundo año en la liga. Forsett es el corredor principal de Baltimore que tiene a Kubiak como su coordinador ofensivo. Alfred Morris fue sexta selección en Washington y brilló con Kyle Shanahan con el sistema ofensivo de Kubiak. En realidad, el sistema lo diseñó Alex Gibbs, entrenador de línea ofensiva en Denver, en 1997.

El esquema se basa en el bloqueo en zona que hacen los jugadores de la línea ofensiva. Estos se desplazan hacia un lado con gran coordinación, manteniendo el mismo espacio entren ellos, y desplazando lateralmente a los jugadores de la línea defensiva. Del lado opuesto al flujo de la jugada, un jugador hace un bloqueo subterráneo y el corredor espera a que se abra un hueco, y sin hacer más de un corte, aprovecha el espacio. Forsett había brincado de un equipo a otro habiendo jugado en Seattle, Indianápolis, Houston y Jacksonville. Ahora, después de 12 semanas con Kubiak, está corriendo al nivel de los mejores y más cotizados corredores de la NFL.

Finalmente, esta semana vimos un par de ejemplos de lo que significa poner al equipo antes del interés personal de un jugador. LeGarrette Blount fue dado de baja por Pittsburgh por irse al vestidor antes de finalizar el partido contra Tennessee. Blount, frustrado por sólo haber participado en una sola jugada, puso sus intereses por arriba de los del equipo, el cual ganaba ese partido. Poco después de su despido, Blount fue firmado por los Pats y tuvo dos touchdowns en la victoria de los Pats ante Detroit. Blount tomó el lugar del jugador de la semana 11, Jonas Gray, quien tuvo 201 yardas y cuatro TDs contra Indy, y quien aparentemente llegó tarde a una junta de equipo. Bill Belichick no condona este tipo de lapsos disciplinarios y le mandó un mensaje a Gray, a su equipo y al resto de la liga al no darle jugadas en el partido contra los Leones.

Respecto a Blount, declaraciones de jugadores de Pittsburgh reflejan que era un cáncer en el vestidor. Esto es común en jugadores que llegan de una organización ganadora a otra que es inconsistente. Siempre comparan lo que hacían antes con la rutina actual. En el caso de Blount, era comparar el sistema de los Pats, que han ganado su división cinco años consecutivos, con el de Pittsburgh, quien no ha avanzado a la postemporada desde el 2011. Gray aprendió su lección. De cualquier manera, los Pats parecen tener un gran balance ofensivo para el cierre de temporada.

Como dije antes, por lo menos uno de mis gallos va por buen camino.