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Fanáticos y optimistas

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FORTALEZA (Enviado especial) -- Ansiedad. Ese es el principal sentimiento que se ha podido apreciar durante los últimos días por las calles y las playas de Fortaleza. El partido que jugarán dentro de pocas horas Brasil y Colombia es, quizás, el más trascendente de la historia de la ciudad y, como tal, se vive en cada rincón de la capital del estado de Ceará.

La hinchada colombiana copó cada una de las ciudades en las que jugó en esta Copa del Mundo. Belo Horizonte, Brasilia, Cuiabá y Río de Janeiro se vistieron de amarillo y la sede más septentrional del campeonato no es la excepción. Sin embargo, está claro que esta es una situación diferente. El rival será el anfitrión y por primera vez no habrá mayoría de hinchas cafeteros en el estadio.

Debido a la obvia falta de entradas para el choque de cuartos de final, se vieron menos simpatizantes de Colombia en Fortaleza. La Tricolor será plenamente visitante, sí, pero eso no ha impedido la llegada de una buena cantidad de colombianos a la calurosa ciudad del noreste brasileño. Muchos arribaron desde Río de Janeiro y Sao Paulo, pero también varios lo hicieron desde Bogotá o Barranquilla.

La avenida Beira Mar es una de las principales arterias de la ciudad. Por allí circulan muchos de los turistas que visitan las playas más hermosas del país y durante el último mes se convirtió en uno de los centros neurálgicos de la Copa del Mundo. Es la calle ideal para ser testigos del cruce de dos de las hinchadas más multitudiarias del campeonato: Brasil y Colombia.

"Hexacampeones, hexacampeonas", canta un grupo de torcedores que toma cerveza en uno de los muchos bares playeros. El grito es un deseo, pero puede convertirse en un exceso de confianza perjudicial para las expectativas del equipo. Están con el torso desnudo algunos y otros con la verdeamarela. Ninguno tiene dudas acerca del resultado del partido: Brasil será semifinalista.

Por la vereda de enfrente pasan cinco colombianos, todos con el riguroso atuendo que los ha caracterizado durante este Mundial: camiseta amarilla o roja y bandera. Escuchan la fiesta de los locales y responden con el clásico: "Olé olé, olé olá, que mi Colombia va a ganar". Sus rivales momentáneos los escuchan y se ríen. No hay nada ni siquiera parecido a la violencia. Todos conviven con la rivalidad en paz y armonía.

"Colombia va a superar esta fase, lo sabemos. Venimos desde Venezuela para apoyar a la Selección y vamos a llevarnos una victoria más", declara Ronald, un bogotano que vive en el vecino país y vino exclusivamente para este partido crucial contra Brasil en el que el Seleccionado cafetero se juega la continuidad en el mejor Mundial de toda su historia.

En otro bar la discusión es mucho más jugosa. Cuatro hinchas, dos de cada país, charlan sobre lo que podría suceder en el estadio Castelao: "Colombia es el mejor equipo hasta ahora, va a ganarle a Brasil. No importa la localía", afirma el colombiano. "No, la localía no importa tanto, importa la historia, que nosotros tenemos más. Ustedes no pueden con Brasil", responde el brasikeño.

Los mismos cuatro simpatizantes ven como su charla se agranda cuando se suman tres brasileños de otra mesa y cuatro colombianos que pasaban por allí. "Brasil es el favorito, pero con James Colombia es capaz de todo", explica Richard a sus "anfitriones". "Brasil es el más grande y por eso va a ganar. Juegue bien o mal llegará lejos en este Mundial, es el destino", contesta Edu, carioca recién llegado a Fortaleza.

Estas conversaciones se repiten en los muchos bares que hay en esta ciudad, en las playas y en todos los rincones de Fortaleza. En cualquier lugar donde haya un colombiano, habrá cinco brasileños dispuestos a discutirle cada palabra. Entre los hinchas locales hay una confianza ciega, que recuerda a las crónicas de 1950, cuando sólo cabía una victoria para los dueños de casa.

"Brasil ya dejó atrás eso. Pasaron más de 60 años, hoy somos pentacampeones y vamos a ganar esta Copa también. Colombia es buen equipo pero contra el Scratch no tiene oportunidad", afirma un hincha paulista que viaja siempre con una bandera de la nación. El Maracanazo es algo que no pasa inadvertido para nadie, pero la confianza en que no se repita es tanta que parece ser un recuerdo tan lejano como significativo.

El duelo entre Colombia y Brasil comenzó a jugarse en las calles de Fortaleza desde mucho antes del día del partido que definirá el segundo clasificado a semifinales. Hoy, a horas del encuentro más esperado, sólo se habla de una cosa en todo Fortaleza y también todo el país: la posibilidad de meterse entre los cuatro mejores del planeta. Que arranque el fútbol.