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Todo para festejar

FORTALEZA (Enviado especial) -- "Colombia está aprendiendo y esta actuación va a ser muy importante para el futuro". José Pekerman todavía estaba dolorido por la derrota ante Brasil cuando pronunció esta frase. Pese a esa tristeza, el entrenador tuvo la lucidez para deterse y destacar todo lo aprendido durante la Copa del Mundo. Porque el fútbol colombiano no será el mismo después de Brasil 2014. Será mucho mejor.

No sólo fue la primera vez que la Tricolor llegó a cuartos de final, sino que también tuvo récord de triunfos, goles, partidos jugados y James Rodríguez se convirtió es el goleador histórico de Colombia en Mundiales, con seis. Todas estas cifras explican de forma muy clara algo que se ha visto a la perfección dentro del campo de juego: el Seleccionado cafetero creció más en cinco partidos de lo que lo había hecho en 16 años.

Hasta esta actuación, las Copas del Mundo eran un verdadero karma para Colombia. Tras un debut digno en Chile 62 pero no volvió a clasificar hasta Italia 90, cuando llegó a octavos de final pero perdió de forma insólita contra Camerún. Luego, fue eliminado en la fase inicial en Estados Unidos 94 y en Francia 98 y tardó 16 años para volver a la gran fiesta del fútbol. Los cuatro partidos ganados en Brasil y los 11 goles convertidos marcan un cambio de paradigma.

Vencer a Uruguay en el Maracaná no es algo que puede hacer cualquiera. Colombia, con un plantel joven y sin experiencia mundialista superó con una claridad sorprendente a la Celeste, que regresaba después de 64 años al sitio en el que se convirtió en leyenda. Toda esa pesada historia no le hizo ni cosquillas a la Selección que dirige Pekerman. El equipo jugó con tranquilidad, aplomo y confianza y dejó atrás el fantasma de la falta de carácter, que era irreal pero de todos modos siempre molestaba.

Lo más importante que le deja este Mundial a Colombia es la certeza de que puede pelear mano a mano con los grandes, de que está en condiciones de plantarse contra cualquiera en cualquier contexto y competir. No sólo por la calidad técnica individual de los jugadores, sino también por el convencimiento colectivo. José Pekerman formó un buen equipo de fútbol pero también un grupo humano firme, que sostiene todo lo demás.

La gran virtud del Seleccionado cafetero durante este campeonato fue la solidaridad. Sí, hasta hoy es el conjunto más goleador del torneo y uno de los que menos goles recibió, pero lo mejor ha sido el concepto colectivo que manejó la Tricolor. En otros tiempos los egos atentaron contra las posibilidades colombianas, por eso haber logrado que todos los integrantes del plantel piensen como una sóla cabeza fue el gran mérito del cuerpo técnico. Nadie se esforzó sólo, cada jugador lo hizo como parte de un todo. Había que correr para que el compañero no quedara en soledad, había que retroceder para formar un bloque compacto. Así se manejó Colombia. Y gracias a eso consiguió resultados.

Ese legado es lo más relevante que le dejó Brasil 2014 al fútbol colombiano: la conciencia grupal. Esta noción colectiva del juego le permitió a la Tricolor tener una versatilidad táctica que hoy marca la diferencia entre una buena Selección y una normal. Durante los cinco partidos cambió de sistemas tácticos y estratégicos con suficiencia y rapidez. Esas modificaciones pusieron en evidencia la inteligencia del equipo y potenciaron las individuales.

Sin embargo, estas virtudes no fueron las únicas de Colombia en este certamen. Cada uno de los futbolistas convocados han experimentado una evolución notable. Todos mostraron nivel para destacarse en el torneo más importante del planeta y el panorama de cara al futuro es muy promisorio. Porque aquellos nombres propios que ya eran de jerarquía fueron probados en el contexto más exigente.

A los 25 años, David Ospina es uno de los mejores arqueros del mundo. Fue el primer pilar de Colombia en la Copa y exhibió una seguridad impresionante. Fue el futbolista más regular del equipo, el que siempre rindió siete puntos y, como James se encargó de marcar los goles en el arco rival, David pudo evitarles en la portería propia. Será uno de los referentes en el futuro, sin duda alguna.

En defensa, el legado de Mario Yepes será invalorable en el futuro. El capitán fue el primero en sacrificarse en beneficio del conjunto. Corrió como el que más, fue inteligente y lideró una defensa sólida y firme. Los más jóvenes tuvieron la oportunidad de vivir una Copa del Mundo junto a él y eso les servirá mucho para lo que viene. Jugadores como Eder Álvarez Balanta y Santiago Arias, que serán los defensores de los próximos años, aprendieron mucho al lado de Mario. Además, Christian Zapata demostró jerarquía y los laterales volvieron a ser clave.

En este Mundial, a Colombia le apareció el líder futbolístico de la próxima década, el hombre capaz de todo, el mediocampista con capacidad para transformarse en lo que él quiera. James Rodríguez ya es, a los 22 años de edad, uno de los futbolistas más grandes de la historia en este país. Lo que hizo en Brasil 2014 jamás será olvidado: marcó seis goles, puede convertirse en el máximo artillero del torneo, y fue el alma del equipo, el que pidió cada pelota, el que guió cada ataque. No importa si será más grande que Carlos Valderrama, o si podrá ganar el Balón de Oro algún día. Lo único que importa es que ya es una estrella.

James tuvo en Juan Guillermo Cuadrado a su socio ideal: rápido, guapo, habilidoso y encarador. Con 26 años, será otro de los pilares de la Tricolor en el próximo ciclo mundialista. Al igual que Juan Quintero, quien también demostró tener capacidad futbolística y anímica para aportarle al equipo nacional. Alex Mejía y Carlos Sánchez serán otros nombres trascendentales.

En ataque, los cinco convocados tienen edad y juego como para seguir aportando. Víctor Ibarbo es el más joven y, aunque muchas veces su función fue más de contención que ofensiva, demostró jerarquía como para manterse entre los titulares. Al igual que Jackson Martínez, quien marcó sus primeros goles mundialistas y estuvo a la altura de las circunstancias. Teo y Ramos alternaron buenas y malas y Carlos Bacca sólo jugó unos minutos, pero lo hizo bien.

En definitiva, no se puede encontrarle nada negativo a esta actuación colombiana en la Copa del Mundo. Fue histórica por donde se la mire y dejó mucho de cara al futuro. Hoy, es tiempo de celebrar y de comenzar a pensar en lo que viene, para continuar un crecimiento que se demoró mucho tiempo pero que al fin llegó. Y a lo grande.