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Redimidos al fin

ANAHEIM -- Aficionados y Fanáticos al "Rey de los Deportes": tuvieron que transcurrir 14 años para que la Liga Nacional volviera a salir con la diestra en alto en el Juego de Estrellas, pero aparentemente fue una espera que valió la pena.

Los representantes del viejo circuito batallaron hasta el final, necesitaron de jugadas espectaculares a la defensiva, de un batazo oportuno y de un manejo magistral de los lanzadores a cargo de su manager para finalmente conseguir ese triunfo 41 en la historia del clásico de media temporada, que se les había negado en los recientes trece duelos estelares.

Al momento de hacer el análisis final, a simple vista el doblete que vació las bases a cargo de Brian McCann en el séptimo episodio resultó ser la diferencia, a grado tal que el receptor de los Bravos se convirtió en el Jugador Más Valioso del Juego de Estrellas, pero para llegar a esas instancias, se tuvieron que presentar otros factores igual de importantes.

Pujols

Pujols

Ramírez

Ramírez

Jiménez

Jiménez


En primer lugar, la gran defensiva de los jugadores de la Nacional, que permitió mantener a la poderosa artillería de la Americana silenciada y sin hacer daño. Una doble matanza de Ubaldo Jiménez a Hanley Ramírez a Albert Pujols en la primera entrada evitó que los locales lastimaran temprano al abridor visitante. Un clavado espectacular de Ryan Braun en el jardín izquierdo en la cuarta entrada le quitó un extrabase y la posibilidad de abrir el marcador a Josh Hamilton, y una jugada genial de Marlon Byrd en la misma novena entrada, cuando no pudo llegarla a un elevado corto de John Buck por el jardín derecho, pero se avivó para retirar a David Ortiz en la intermedia con el segundo out del inning, fueron las claves para evitar la debacle.

La defensiva resultó tan importante en el encuentro que la única carrera que consiguieron los de la Liga Americana llegaría precisamente por un error del pitcher Hong-Chih Kuo en el quinto episodio.

Pero sin lugar a dudas, el detalle más importante lo puso Charlie Manuel, quien manejó a sus relevistas de forma casi perfecta, además de innovadora. A diferencia de ediciones anteriores del Juego de Estrellas, en los que el manager tiene su plan estratégico por cada inning para traer a sus pitchers, y en el que los primeros cinco o seis episodios son trabajados por abridores, mientras los últimos cuatro o tres están a cargo de los taponeros, Manuel realizó la combinación perfecta que a la postre también fue clave para su triunfo.

Cuando Kuo se metió en problemas en la quinta entrada para permitir la carrera que dio ventaja a la Americana, luego de su error y todavía con gente en base, Manuel trajo a su primer taponero de la noche: Heath Bell, de los Padres de San Diego, quien dominó a Torii Hunter con elevado al derecho para salir del hoyo con Carl Crawford en segunda. Y para el siguiente episodio, Roy Halladay se volvió a meter en problemas, así que Manuel jaló por su segundo cerrador de la noche, Matt Capps de los Nacionales, quien vino también a apagar el fuego y dominó a David Ortiz, a quien dejó congelado al ver pasar el tercer strike para salir del inning.

Es un precedente que ha sentado Charlie Manuel y que seguramente comenzará a utilizarse con más frecuencia durante los próximos clásicos de media temporada, no sólo por el buen resultado que le dio en esta ocasión al manager del viejo circuito, sino porque con la expansión de los rosters se puede planear una estrategia como esa.

Al momento de hacer el balance, fueron 16 latinos quienes vieron acción en la noche estelar. Desde las muy buenas actuaciones de Rafael Soriano y José Valverde, que cumplieron con relevos de 1-2-3, hasta la apertura de Jiénez, quien en dos innings colgó argollas a pesar de permitir par de imparables, y hasta el mal corrido de bases de Elvis Andrus en la sexta que le costó una carrera a su equipo, los nuestros pueden decir una vez más: "misión cumplida", como para enviar un mensaje hasta Arizona … la sede de la próxima cita estelar.