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El mejor estudiante

Néicer Reasco líder y capitán de la Liga, bicampeona de Sudamérica Getty Images

BUENOS AIRES -- Liga de Quito volvió a inscribir su nombre en la historia grande de Sudamérica y ya se le está haciendo costumbre. Cada título, aunque no sea la primera vez que lo logre, tiene un sabor diferente. Mucho cambió aquél equipo que ganó la Copa Libertadores 2008 al de esta Recopa Sudamericana 2010. Pero más allá de los nombres, el club albo ha sumado experiencia y se ha transformado en un conjunto con mística copera.

Y se impuso, nada menos que, a otro equipo con tradición como Estudiantes, entonces, en frente a un par, el que mejor pensara el partido, tendría la llave del éxito. Y esta vez, la tuvo Edgardo Bauza.

El DT argentino conocía bien al adversario de turno y, además, contaba con la ventaja de 2-1, que habían conseguido con los goles de Hernán Barcos en Quito.

Alejandro Sabella también sabía qué partido esperar, sin embargo, su plan falló de entrada. Estudiantes empezó como terminó el encuentro, buscando sin ideas. Primero ansioso y por último nervioso.

Enfrente tuvo un rival calmo, ordenado y con una idea muy clara: mantener el arco propio en cero. Y para eso, valieron todos los recursos, aunque no se vieran lindos. Cedió la pelota, pero dominó el campo. Tiró el achique, jugó al contragolpe, entregó también el terreno y reventó la pelota cuando hizo falta. Pero nunca perdió la tranquilidad.

Bauza paró un 4-3-3 bien marcado, muchas veces pasando a 4-4-2 y hasta 4-5-1. Néicer Reasco y Jorge Guagua tapiaron el sector derecho y frustraron a Leandro Benítez, Marcos Rojo y cualquiera que quisiera pasar por allí. Y Norberto Araujo persiguió, robó y ganó. Más que una muralla, dos. La última línea pegada al área y los volante unos metros más adelante y dejaban llegar a Estudiantes hasta la zona intermedia y allí los asfixiaban. Y, si alguna pelota llegaba a colarse, la estaba esperando firme el experimentado José Cevallos.

Sabella sabía que le iban a cortar los circuitos y aún así decidió jugar sin un punta definido, entonces se le cerraron los caminos al arco. Leandro González, Gastón Fernández ni Enzo Pérez no podían abrir espacios por el medio y los centros que tiraban desde los costados no tenían destinatario. Para colmo, Juan Sebastián Verón tuvo lucidez mental, pero serios problemas en la ejecución. Fue Rodrigo Braña quien tuvo que salir a empujar al equipo.

Estudiantes buscó todo el partido, es cierto, pero falló de todas las formas posibles. Las antes mencionadas, y también en la pelota detenida e, incluso, en los mano a mano. Por lentitud, nerviosismo y limitaciones técnicas.

Liga de Quito resistió todo el partido. Pero resistió de pie. No la pasó mal. Hizo lo que había ido a hacer a Quilmes. Aguantar la ventaja con gran oficio defensivo, pero también amenazó con rematarlo en cualquier momento, porque tuvo pocos pero muy buenos contragolpes con los argentinos Carlos Luna y Barcos.

Hasta en la hora de hacer los cambios, Bauza le ganó la batalla táctica a Sabella, porque el DT del equipo ecuatoriano los usó en función de quemar segundos (y no abusaron de este recurso), mientras que el técnico pincha tardó 83 minutos en poner el delantero de punta -Gabriel Peñalba-, aunque es cierto que la inclusión de Carlos Auzqui (por la Gata en el inicio del 2º tiempo) ya le había dado otra dinámica al equipo, pero eso duró muy poco.

Seguro esta no va a ser una final recordada por bella, ni emotiva, tal vez, ni siquiera sea recordada. No obstante, el título será tan válido y valioso como los demás. Liga de Quito se lo ganó en buena ley, porque estudió la serie y al rival, hizo los deberes de local, donde ganó, y en Buenos Aires, hizo lo que tenía que hacer para volver a casa con la copa. Y eso fue suficiente para que mereciera más que Estudiantes volver a grabar su nombre en la historia del fútbol sudamericano.