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Pobre Bélgica

Maradona y una imagen que resume su genialidad Getty Images

BUENOS AIRES -- Tres días después de sus históricos dos goles ante Inglaterra en el Mundial de México 1986, Diego Maradona jugó su mejor partido en la Selección Argentina.

Elogiar la actuación del Diez argentino en aquel encuentro de cuartos de final contra el Seleccionado británico es muy fácil. Marcó los dos goles más famosos de todos los tiempos y su equipo celebró una victoria necesaria hasta desde lo emocional y político. Sin embargo, el verdadero partido perfecto lo jugó frente a Bélgica, en las semifinales.

Después de avergonzar a los ingleses, todo el mundo se rindió ante el talento de Maradona. Muchos no conocían las virtudes del diminuto crack argentino, pero después de ese 22 de junio, nadie pudo serle indiferente al genio de Fiorito. Por eso, porque ya todos estaban avisados de lo que era capaz Diego, su mejor actuación se vio ante Bélgica. Porque pese a que los belgas vieron uno, dos, decenas de videos, nadie pudo detenerlo. Eso es la genialidad.

La imagen que acompaña esta nota es clara y no necesita explicación. Se trata de una postal de 1982, ante el mismo rival: Bélgica, la pobre Bélgica que siempre tuvo que sufrir al insostenible Diego. Probablemente sea la fotografía más maravillosa en la historia de las disparidades deportivas. En aquel instante, así como en ese partido mágico de 1986, el capitán del equipo nacional fue demasiado para uno o para seis defensores. Era lo mismo. No importaba cuántos hombres intentaran frenar sus avances, él siempre lograba escapar y crear peligro. En el primer tiempo de las semis del Mundial de México supo brillar, pero no pudo plasmar en la red su gran nivel. En la segunda parte, llegó lo mejor.

A los seis minutos del complemento recibió un delicioso pase de Jorge Burruchaga y definió con maestría ante la salida del gran arquero Jean-Marie Pfaff. Un rato más tarde edificó su obra cumbre, el mejor gol de su carrera. Sí, incluso mejor que el que le había convertido a Peter Shilton, a Margaret Thatcher y a toda Inglaterra en el estadio Azteca.

Aquella jugada en la que gambeteó a seis ingleses tuvo una carga emotiva que nunca más podrá ser sobrepasada, sin embargo, la belleza estética y la importancia deportiva de la segunda anotación en la semifinal son superiores. El entrenador Guy Thys intentó crear una especie de muro de contención para que el genio argentino no salga de la lámpara. Nada de eso funcionó. En seis segundos Diego logró lo imposible: se superó y volvió a maravillar al planeta.

Maradona recibió un pase de Jorge Valdano y pasó entre tres belgas, luego dejó mirando hacia la platea a un cuarto y definió con enorme categoría ante el intento desesperado de Pfaff. Todo a una velocidad sobrehumana y con una precisión asombrosa. Como si fuera poco, después de marcar el gol estuvo a punto de caerse en el frenético festejo, pero como para hacer más perfecta la obra, logró mantenerse de pie y continuar su camino hacia el olimpo.

La discusión será eterna y poco útil. Ambas fueron joyas en la vida de un hombre especial, de un hijo del pueblo que se transformó en rey casi sin quererlo. Aquí va un simple voto para una jugada que fue votada como la cuarta más hermosa de la historia, pero que para muchos es la mejor. Maradona comenzó a ponerse la corona ante Inglaterra, pero se sentó en el trono tras aquel golazo a Bélgica. Después, tuvo la ocurrencia de ser campeón del mundo, pero lo mejor ya había pasado.