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El clásico del mundo

Argentina y Uruguay jugaron más de 150 veces en su historia Getty Images

SANTA FE (Enviado especial) -- Es el partido más disputado de la historia del fútbol de Selecciones. Fue el primer encuentro internacional de todos los tiempos, después de aquellos del siglo XIX en los que se enfrentaban los combinados de las islas británicas. La primera final de una Copa del Mundo también fue protagonizada por estos equipos, además de una definición de Juegos Olímpicos y una de Mundial sub 20. Es Argentina-Uruguay, el clásico del Río de la Plata, el clásico del mundo, el clásico del barrio.

La Copa América es el escenario principal de este duelo de guapos, de hermanos que desde siempre se debaten el liderazgo del continente más futbolero del planeta. Hoy, el destino volvió a cruzarlos en una instancia definitiva, como en 1916, cuando sólo cuatro equipos participaron del certamen y tras jugar todos contra todos, la Celeste se llevó el primer trofeo en Argentina. Aquella vez, hace 95 años, el clásico terminó 0-0.

Ese empate sin abrir el marcador describe de manera perfecta la paridad histórica de este duelo. En un época fecunda en goles, los dos grandes del fútbol latinoamericano igualaban 0-0. En la Copa siguiente, el conjunto charrúa volvió a coronarse tras vencer a su ya clásico rival por 1-0.

Las historias particulares de cada década son miles y forman la identidad de un partido que va más allá de una simple rivalidad entre vecinos. Son dos maneras de ver el fútbol. Una, la argentina, lírica, la otra, la uruguaya, emparentada más con la garra y el sacrificio. Hoy, en la postmodernidad, esos ideales cayeron en desuso o al menos se fusionaron con otros. Por eso, no sorprende ver a la Celeste tocando como un equipo de Menotti y a Argentina luchando cada pelota como la última.

El último choque mundialista entre los Seleccionados del Río de la Plata fue en 1986, en los cuartos de final. Aquella vez, Diego Maradona, dijo que prefería jugar contra cualquiera antes de enfrentar a Uruguay. El Diez no se equivocaba. Su equipo sufrió demasiado para vencer a una Selección que llegaba sin grandes aspiraciones pero que complicó al futuro campeón mundial. Aquel fue el partido en el que Diego estuvo más incómodo en México 1986.

Volvamos a la Copa América. Ambos equipos ganaron 14 títulos, una suma que es récord en trofeos continentales. En Santa Fe jugarán el 30ª partido del historial copero. Como para hacer aún más clara la paridad, ambos ganaron 13 encuentros y sólo igualaron 3. Este sábado se inclinará la balanza en favor de uno de los dos.

En el historial general, que poco importa a la hora del fútbol, Argentina lleva una considerable ventaja de 83 triunfos contra 54, mientras que igualaron en 40 oportunidades. En esos 177 cotejos la Albiceleste anotó 286 y los orientales marcaron 213 tantos.

El fútbol se vive casi de la misma manera en ambas orillas del río más ancho del mundo. En las dos naciones es el principal pasatiempo de la población, aunque no es sólo eso, sino una forma de vivir. Para el futbolero rioplatense el resultado de este partido será vital y marcará un cambio en su ánimo, como cada encuentro del equipo nacional, pero más. Si gana su Selección, vivirá una gran semana y, pase lo que pase en las semis, sabrá que se derrotó a un adversario tan odiado como respetado. Si pierde, la decepción se apoderará de su existencia al menos por unas horas.

Sergio Batista y Oscar Tabárez, los entrenadores, ya han vivido este duelo en más de una ocasión. Quizás el dato más importante para los argentinos es que con Checho como entrenador un combinado albiceleste goleó 5-0 a Uruguay. Fue en 2009, antes del Sudamericano sub 20. El conjunto argentino que luego no se clasificaría al Mundial de la categoría goleó a un Seleccionado juvenil que tenía entre sus filas a Nicolás Lodeiro y Abel Hernández, dos figuras del actual equipo mayor. Es sólo un dato de color, porque los antecedentes no entran a la cancha en los clásicos, algo que ya se dijo en reiteradas ocasiones.

Esta vez el escenario será esta Santa Fe gris, lluviosa y, sobre todo, expectante. Como alguna vez fueron Montevideo, Buenos Aires, México o Amsterdam. En cualquier rincón del mundo donde se dispute este clásico se vivirán los mismos sentimientos que en los arrabales de comienzos de siglo, cuando los pibes y los botijas soñaban con llegar a vestir la camiseta nacional. Dos naciones, dos banderas pero un mismo sentimiento. Es el clásico del mundo, el clásico del Río, el clásico del barrio. Es Argentina-Uruguay.