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Nada es casual

BUENOS AIRES -- La vuelta olímpica es interminable, como promete serlo la noche del domingo. La marea celeste se extiende por el Monumental, el Obelisco y cada rincón de Uruguay. El presente es felicidad en estado puro y fiel a una historia grande.

La remera de los campeones, con la inscripción "Orgullo celeste", no sólo se circunscribe a las 15 títulos de Copa América que consiguió Uruguay, desde hoy el máximo ganador del torneo. La forma en la cual se llega al éxito, también es motivo para inflar el pecho.

EQUIPO + ACTITUD = CAMPEÓN
El guión de la final quedó claro desde el principio. Un Uruguay dispuesto a llevarse puesto a Paraguay. Con ímpetu, con ganas, con la herencia de una garra charrúa que obliga al compromiso permanente.

Amagó con ese córner desde la derecha de Forlán, a los dos minutos, que derivó en dos cabezazos solitarios de Lugano y Coates y una mano de Ortigoza sobre la línea no advertida por Fagundes. No tardó en llegar el impacto. A los 11, Uruguay terminó por golpear a un mareado Paraguay. Luego de un rebote afortunado en Ortigoza, la pelota le quedó a Suárez, quien enganchó con pierna derecha ante la marca de Verón, y definió cruzado de zurda. Palo y adentro.

La furia uruguaya se atenuó tras la apertura del marcador. La final se puso fea, por juego (bah, si así se lo puede llamar) y roces. Dejaban todo, dividían la pelota, que pasaba mucho tiempo por el aire, y no tenían pruritos en revolearla a la tribuna.

Paraguay no opuso resistencia en la primera mitad. Ortigoza, eje del mediocampo, se mostró extrañamente impreciso en la distribución, en gran parte por la poca opción de pase y la tremenda presión charrúa. Haedo Valdez y Zeballos, lejos del resto y sin entrar en juego. El equipo del suspendido Martino confundía el camino con bochazos que le facilitaban el trabajo a Lugano y Coates.

En un espectáculo de gran marquesina y sin un desarrollo a la medida, la actuación de Luis Suárez era digna de un Oscar. Cada vez que atacó por derecha, lo volvió loco a Verón. A los 38 minutos de juego se tuvo que apoyar dos veces sobre sus rodillas para tomar aire. El esfuerzo lo dejaba exhausto, pero rendía frutos.

El empuje volvió a quedar expuesto a los 41, cuando Arevalo Ríos presionó a Ortigoza y abrió a la izquierda para Forlán. Finalmente se le abrió el arco al de Atlético Madrid: su zurdazo cruzado significó su 1º grito en el torneo y el 2-0 antes de irse al vestuario. Un golpe de nocaut viendo el nivel de un Paraguay incapaz de lograr su primer triunfo en el último partido del certamen.

No le alcanzó la mejoría en el complemento a Paraguay. No era su día. No tuvo la suerte de descontar con esa volea de Haedo Valdez que devolvió el travesaño, ni con ese taco de Riveros que exigió a Muslera, y hasta terminó con 10, por la lesión de Barrios. Mientras tanto, Uruguay metía y metía. Ya no generaba tantas chances, salvo una de Eguren que sacó Villar con un manotazo salvador. Sólo quedaba tiempo para la frutilla del postre.

En una contra perfecta, Cavani la tiró larga para Suárez, el de Liverpool la bajó de cabeza y Forlán, con una definición sutil de zurda, sentenció el Uruguay 3-0 Paraguay.

UN PROCESO PARA IMITAR
En conferencia de prensa, Oscar Washington Tabárez habló de "causalidad" y no de "casualidad" para alcanzar el objetivo. Las evidencias están a la vista.

El proyecto denominado "Institucionalización de los Procesos de las Selecciones y la Formación de sus Futbolistas" se lleva a cabo desde 2006, cuando el Maestro volvió a tomar la rienda de la Celeste. Según contó el propio entrenador post semi con Perú, "es un plan integral que incluye estudiar, jugar, competir y saber de fútbol".

Así se explica la conformación de este grupo ganador, con jugadores experimentados y otros jóvenes que no quemaron etapas. Más allá de la solidaridad mostrada en cancha, el mensaje recibido también es fundamental. "En el pasado nos creíamos muy especiales por lo que habíamos ganado y decíamos tonterías, como que un uruguayo no podía ser segundo, que era un fracaso, que sólo servía ser campeón o nada", describió hace unos días el DT, que logró un cambio de mentalidad. Otra lección del Maestro.

Podrá gustar o no su estilo. Lo cierto es que hablamos de un campeón invicto, producto de tres empates (venció en definición por penales a Argentina) y tres triunfos. Anotó 9 goles y le marcaron 3. Contó con Luis Suárez, la figura de la Copa América. También con Coates, el mejor jugador joven. Muslera tranquilamente pudo haber sido el mejor arquero, aunque el premio se lo llevó Villar. Y como si esto fuera poco, se llevó el galardón de Fair Play.

Semis en Sudáfrica 2010, clasificación a los JJOO 2012, subcampeonato en el Mundial Sub 17 y en la Libertadores (Peñarol). Es prematuro asegurar que se trate de un resurgimiento del fútbol uruguayo. Ayuda el contexto internacional y la notable camada de jugadores. Lo que es innegable es que se están haciendo bien las cosas.

Un inevitable espejo en el cual mirarse.

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