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El Ángel custodio de Alí

Mientras Muhammad Ali celebra su cumpleaños número 70, su ex entrenador Angelo Dundee, para muchos el mejor técnico de la historia, nos explicó algunos secretos de su relación con El Más Grande.

Ya pasaron unos cuantos años, pero recordamos el momento como si fuera ayer. Es que estar mano a mano con Angelo Dundee no solamente fue el placer de escuchar a un grande. Fue, también, una rica experiencia de vida.

Angelo se llama, en realidad, Mirena. Clásico hijo de inmigrantes italianos, que llegaron en un clásico vapor, con el clásico desafío de "Hacer la América". La familia se instaló en Filadelfia, pero con el tiempo, tanto Angelo, como su hermano mayor, Chris, pasaron por Nueva York. Y luego conquistaron Miami.

Adoptaron el apellido irlandés para boxear, porque "vendía" más que el italiano. Chris fue un gran promotor y Angelo comenzó a aprender los secretos de la técnica.

-¿Y cómo lo conoció a Muhammad Ali?

-No se apure. Primero tuve que entrenar a grandes boxeadores como Luis Manuel Rodríguez, por ejemplo. Y después tener a un campeón mundial como Willie Pastrano.

-O sea, tener una cierta reputación.

-Exactamente. Yo recuerdo muy precisamente la fecha en que Alí llegó a mi vida. ¿Sabe por qué?

-No, claro...

-Porque estábamos con Willie en Louisville, Kentucky. Al día siguiente, Pastrano peleaba con John Colman, a quien le ganó. Así que el día anterior, el 19 de febrero de 1957, estábamos en la habitación del hotel, cuando sonó el teléfono: "Soy el señor Cassius Clay, y voy a ser el campeón mundial de los pesos pesados, me gustaría hablar con usted" Tapé la bocina y le dije a Willie, "Hay un loco que quiere charlar conmigo, ¿Lo invito a subir?". Willie, que era muy parco, me respondió: "Seguro. Total… ¡No tenemos nada que hacer!

-Y entonces usted se dio cuenta de que estaba ante una futura estrella...

-No amigo, no exagere. Me encontré con un hablador simpático, extravertido, lleno de ganas, que quería hablar de boxeo y sobre todo de sí mismo...

-O sea que...

-¡Al otro día me había olvidado de esa charla!

Dundee está en el Salón de la Fama desde 1994. El año pasado para su cumpleaños -- nació el 30 de agosto de 1921, tiene 90 -- le regalaron aquel legendario gimnasio de la Calle Quinta, por donde pasaron grandes campeones y en donde Clay primero y Alí luego se entrenó para sus principales peleas.

-Alí fue extraordinario. Vino a mí luego de haber ganado los Juegos Olímpicos de Roma, en 1964, y por supuesto que, bromas aparte, yo lo recordaba muy bien.

-Usted le habrá enseñado muchas cosas.

-No se equivoque. Clay primero y Alí después fueron quizás dos boxeadores parecidos pero no iguales. Pero todo lo hacía él. No me gustar cargar con una gloria que no es mía. Eso sí, siempre supe incentivarlo.

-¿Por ejemplo?

-Si yo veía que estaba tirando mal o poco el jab, por ejemplo, iba y le decía: "Que bien te está saliendo el jab". Entonces él iba y practicaba tanto... ¡Que realmente lo mejoraba!

-¿Le costó ganarse su confianza? Usted y el doctor Ferdie Pacheco eran los únicos blancos del equipo.

-En eso no hubo problema, porque siempre fui muy franco con él. Y él conmigo. Cuando empezó a hacerse el loco, y a predecir el round en que iba a ganar por nocaut, y esas cosas, me di cuenta de que no solamente tenía entre las manos a un gran campeón, sino también a un boxeador que iba a cambiar la historia.

-¿Puede definir la diferencia entre Clay y Alì?

-A él, por sus convicciones humanas, le sacaron los mejores años de su vida, ese es un tema que jamás hay que olvidar. Clay era velocidad, armonía de desplazamientos, una vista extraordinaria, parecía imposible pegarle. Alí, o sea el que volvió tras la inactividad, tuvo que caminar más pegado al piso, aceptar la pelea, recibir más castigo. Y sin embargo, fue tan grande que igual fue el mejor de todos sus rivales, es algo que siempre hay que tener muy en cuenta cuando se habla de Alí: le robaron los mejores años de su vida...

-¿El mejor momento?

-Todos, pero aquella primera corona, cuando le ganó a Liston en Miami, fue para mi algo extraordinario, nadie creía en él.

-¿El peor?

-Cuando perdimos en Las Vegas con Larry Holmes, cuando le dije al referí que Ali ya no continuaba peleando. Fue muy doloroso para mi, pero aunque no estaba de acuerdo con que boxeara, no pude dejarlo solo.

-Usted dice "ganó" y "perdimos", es curioso.

-Cuando gana el boxeador, es él quien gana; pero en la derrota, yo tengo que estar al lado del mio, sea como sea.

La noche en la que Ali batió por tercera y última vez a Joe Frazier, en Manila, Dundee jugó un papel primordial, al pedirle a Alí que, por lo menos, se pusiera de pie, cuando estaba por empezar el último round.

"Siempre he mirado a la esquina opuesta, porque yo ya sé las fuerzas y las debilidades del mío", dijo. "Y tengo que estar atento a lo que pasa enfrente. Eddie Futch, un gran entrenador, sabía que Joe estaba muy dañado. Y por eso, sentí que algo podía pasar, por eso le pedí a Alí que se pusiera de pie. Efectivamente, Futch no lo dejó seguir a Joe, lo mismo que hice yo, años después, con Alí cuando enfrentó a Larry Holmes".

-Imposible no pedirle una referencia o una comparación entre Muhammad Alí y Ray Leonard.

-Leonard lo fue a ver a Alí antes de una pelea. Yo estaba ahí. Muhammad le dijo: "El día que te hagas profesional, trabaja con este hombre, es el mejor". Y así fue. No se si soy el mejor, pero amo lo mío. A Leonard le tracé la estrategia de casi todas sus peleas, aunque a él lo entrenaban Jacobs y Morton.

-Sí, pero nadie olvida la primera pelea con Thomas Hearns, cuando iba abajo en las tarjetas.

-Hay momentos en que el entrenador o el técnico tienen que decidir. Pero existen momentos en que el rincón tiene que mandar, empujar al hombre más allá de si mismo. Pero no se engañe, para eso, hay que tener a un gran boxeador. Sugar lo fue, fue un guapo de primera y lo demostró esa noche. Pero el mérito fue de él.

-¿Cuál, entonces, es su mérito, especialmente en la carrera de Muhammad Alí, que se siente?

-Simplemente, siento todos los días la necesidad de darle las gracias a Dios, por haberme puesto en el camino de Alí, él fue El Más Grande, fue el mejor, fue el número uno y lo sigue siendo. Yo, simplemente, me dediqué a acompañarlo, a ofrecerle todo lo que puedo saber de esto y a estar a su lado en todo momento. ¿Qué más se puede decir?

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