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La fórmula de Nole

Getty Images

MIAMI -- Al principio, parecía una broma de April Fool's Day, el Día de los Inocentes que se celebra cada 1º de abril en Estados Unidos y otras partes del mundo.

La del Sony Ericsson Open de Miami era una No Final. Por un lado, Novak Djokovic flotaba en la cancha; en el otro extremo, Andy Murray se perdía en errores, sentía el efecto del calor húmedo, bajaba la cabeza y miraba hacia su banco, donde Ivan Lendl intentaba pasarle mensajes positivos. Por suerte para los televidentes, internautas y aquellos que se abanicaban en la central del Crandon Park, el segundo ya ofreció peloteos de 20 pelotas promedio, casi todos los tiros con intención de desestabilizar.

Djokovic siguió, en forma no intencional, una lógica en las últimas rondas del torneo: un primer set con el nivel de 2011, el del Abierto de Australia. En cuartos de final, fue 6-2 ante David Ferrer; en semifinales, 6-0 frente a Juan Mónaco; en la final, 6-1 contra Murray. Curiosamente, el segundo set, en los tres partidos, terminó en tie-break.

Mónaco describió de esta manera qué se siente al enfrentar a Nole: "El ritmo de bola es prácticamente superior al resto; los cambios de velocidad, la actitud física que tiene… Uno piensa que tiene el punto ganado, lo movés de un lado para otro, pero cómo reacciona y recupera la cancha, eso hace que sea el mejor del mundo. Tiene una gran anticipación en las devoluciones de saque también". Murray agrega: "No tiene demasiadas fallas en su juego. Cuando lo enfrentas, lo que toma seis o siete golpes, hay que hacerlo con 15 o 16. Hay que ser paciente, elegir el momento para tirar y por eso ha sido tan bueno en los últimos 18 meses. Era excepcional antes, pero está jugando un mejor tenis, con más confianza y sin cometer errores".

Si en el primer set de estos partidos, Djokovic aplastó a los rivales, en el segundo mostró errores que él mismo reconoció en el análisis posterior. Se pudo ver en los tres encuentros: Ferrer, Mónaco y Murray celebraban con el puño al menos poder ganar sus games de servicio. El empate los dejaba conformes. Las pelotas de Djokovic que quedaban en la red, los gestos de agotamiento que se apreciaban en el serbio permitían recuperar las esperanzas. Quién sabe qué podría ocurrir cuando el set debiera definirse en un par de pelotas, ya sin tiempo de recuperar el marcador.

Sin embargo, Djokovic lo hace parecer una regla. No hay esperanzas para el otro ni siquiera en esos momentos, al menos no las hubo en Miami. El Nº 1 se adueñó de los puntos importantes, en este caso en los tie-breaks. En su choque con Ferrer, el español paró un punto, el Ojo de Halcón no le dio la razón, perdió ese tanto clave y el español quedó mordiéndose los labios. Antes, había dejado una bola importante en la red. Del lado de Djokovic, sólo pelotas adentro y tiros ganadores. En el partido de Mónaco, el argentino dejó dos derechas en la red; Djokovic, una; el tie-break terminó 7-5. En el caso de Murray, una doble falta del escocés marcó el camino. En el punto siguiente, Djokovic estiró a 4-2 con un impresionante derechazo de arriba abajo, casi como si fuera un servicio. En los últimos dos puntos, la frialdad para definir.

"Siempre tengo miedo, todo el tiempo. Si no, no sería humano", bromea Djokovic. "La experiencia, pasar por estas situaciones límite en los partidos, hace que las encare por más determinación. En la final, mostré mi mejor nivel cuando lo necesité, saqué bien y fui agresivo cuando tuve la oportunidad. Es lo que más importa, realmente. Gané los tie-breaks de los cuartos de final, semifinal y finales, y eso me da mucha confianza para los próximos desafíos". Mónaco reconoce que "cuando el marcador está más apretado, es cuando más reluce su juego, y eso lo hace ser diferente".

Murray guardó tarea para el hogar. En Australia había mostrado una versión diferente en lo técnico: un drive con más pimienta, el cual reconoció, luego en Indian Wells, haber trabajado a conciencia con su entrenador de lujo. En Dubai, pudo con Djokovic en semifinales. Esta vez, no pudo con él mismo: "No devolví bien el saque, lo que normalmente es uno de los fuertes de mi juego. Esa fue la diferencia, en mi opinión", señaló el escocés.

"Siento que estoy más cerca de él si lo comparo con cómo estaba en esta etapa el año pasado. Al final del partido pude tener la iniciativa, lo que no había ocurrido al principio". Ahora, ¿por qué aquella versión conservadora del primer set, y por qué el drive se suelta recién en el segundo? El intercambio con los lectores en twitter me permite citar esta frase de Mariano: "Hoy el autoconocimiento de Djokovic prevalece sobre la incertidumbre conceptual de Murray. El tenis demanda certezas".

No hay problemas con aquellos que prefieren el tenis conservador, incluso con aquellos que cambian de estrategia con respecto al rival, que se adaptan a lo que le molesta al otro. Tenemos el caso del francés Gilles Simon, quien reconoce que, ante los top 4, "nunca puede jugar mejor que las fortalezas del oponente". Si le toca con Federer, hay que buscar el revés, ser paciente y contragolpear; si es con Nadal, tirar más de la cuenta, desenfundar el drive invertido, como hizo en aquella semifinal de Madrid 2008.

En Murray, la indefinición, los cambios ocurren en el mismo partido, y se notó en la final de Miami. Eso parece condenarlo a un recital de gritos al aire y miradas al banco, producto de sus problemas internos, por más que las sensaciones del final del partido con Djokovic hayan sido más positivas que las del comienzo. Por la calidad de sus tiros, le alcanza para permanecer en el ranking actual, posición más que meritoria (ser cuarto del mundo no está nada mal, ¿no?). Sabrá Lendl qué cambios introducir para dar el siguiente paso.

Mientras tanto, Djokovic acumula, según Greg Sharko (encargado de las estadísticas para la ATP) una marca de 11-1 en finales contra top ten desde el comienzo de 2011, comparada con el 3-10 obtenido entre 2007 y 2010. Su récord de partidos es de 90-8 desde enero de 2011, con 12 títulos en 19 torneos jugados. Su gran objetivo este año se llama Roland Garros, el Grand Slam que le falta.

Terminó el Sony Ericsson Open, cuyo nombre comercial pasará a ser Sony Open en 2013. Las entradas vendidas, 326.131, fueron record para el torneo desde su primera edición, en 1985. Mientras tanto, Djokovic ya defendió dos de los tres títulos importantes (Australia y Miami) que obtuvo en 2011 e insinúa el 2012 puede tener un desarrollo diferente, pero el mismo final.