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Mea culpa

MIAMI -- Ozzie Guillén pidió perdón, aunque no todos le creyeron.

El manager de los Marlins de Miami hizo un acto de contricción ante más de 200 periodistas y repitió una y mil veces que no ama a Fidel Castro, que no admira a Fidel Castro y que sus palabras en la entrevista para la revista Time fueron malinterpretadas.

Guillén atribuyó el malentendido al uso indebido de ciertas palabras en inglés, mientras la prensa lo bombardeaba con preguntas exclusivamente políticas.

No se habló de béisbol. No era el tema. En el centro estaba una comunidad cubana dolida por quien se supone es uno de los líderes deportivos de la ciudad.

El venezolano a veces se tornó cantinflesco, con un mensaje difícil de descifrar, pero poco a poco logró salir del laberinto y reconoció que este ha sido el problema más hondo en que le ha metido su lengua.

Antes de la conferencia de prensa, Guillén se reunió en privado con representantes de varias organizaciones de exiliados, incluidas la influyente Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA) y las Damas de Blanco.

Fuera del estadio, el sector más radical del exilio cubano no aceptó las disculpas por no creerlas sinceras.

La protesta se tornó incluso violenta, pues los manifestantes querían incluso ingresar al parque por la fuerza para exigir el despido de Guillén.

"Por menos de lo que dijo Guillén, a Rick Sánchez (periodista cubanoamericano) lo botaron de la CNN", dijo Manuel Santos, uno de los manifestantes, quien se refería a las declaraciones que el entonces presentador hizo sobre los judíos.

Otros metieron a los Marlins en la misma bolsa, a pesar de que el equipo tomó distancia inmediatamente de su manager al decir en un comunicado que no había nada que admirar de Castro.

Pero los manifestantes dijeron que la sanción por cinco días era una burla para el sufrimiento de más de medio siglo provocado por Castro.

Sin embargo, las opiniones no fueron tan extremas en gran parte de la comunidad cubana. Las emisoras de radio locales se inundaron de llamadas, muchas de ellas más conciliatorias.

Sin ocultar el dolor ocasionado por el venezolano, oyentes abogaban por otorgarle el beneficio de la duda y darle una segunda oportunidad.

El propio Ozzie pidió ese segundo chance, al responder a una pregunta de si en algún momento pensó en renunciar.

Por ahora, parece ser el momento de pasar la página. La verdadera reacción de los fanáticos cubanoamericanos se verá en los próximos días, cuando los Marlins regresen a jugar en el nuevo parque. Las gradas llenas o vacías serán la respuesta real.