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Estrella única en el Oriente

« A quién reta: Dayron Robles

BUENOS AIRES -- A principios de 2006, el chino Liu Xiang sufrió una dura lesión de tobillo. Con su laconismo habitual, no hizo notar demasiado en el gesto el tremendo dolor que sentía. Quienes no lo conocían demasiado pensaron que era algo sin importancia. En su entorno, en cambio, se preocuparon enseguida. La lesión lo dejaría varios meses inactivo.

Poco después Xiang, muy disciplinado a la hora de entrenar, empezó a insistirle a sus médicos que lo dejaran retomar las prácticas apenas percibió que el dolor no era tan lacerante. "No", le dijeron una vez. "No", le dijeron dos veces. "¡Nooo!", le dijeron en la tercera oportunidad.

Resignados ante el enésimo ruego del chino, los doctores se reunieron con los entrenadores y, entre todos, decidieron calmarle un poco las ánsias al atleta. Lo dejarían empezar a hacer ejercicios, pero sólo para el tren superior del cuerpo.

Como todas las cosas en su vida, Liu se tomó la prescripción con extrema responsabilidad. No es el tipo de persona que va a ir al gimnasio solamente para mover un poco los músculos. Todo lo contrario. Agarró pesas y barras olímpicas y aprendió ejercicios que nunca había siquiera intentado en el pasado. En poco tiempo, los resultados estuvieron a la vista.

Visiblemente más fuerte en la parte superior de su cuerpo, volvió a la competencia en mayo. Dos meses después, batió el récord mundial de su especialidad, los 110 metros con vallas, que estaba en manos del británico Colin Jackson desde 1993. Tras la euforia inicial, sus médicos y entrenadores recordaron los ruegos del obstinado Liu a principios de ese año para retomar los entrenamientos.

"Como no era capaz de mover las piernas con propiedad (de hecho no pudo calzarse las zapatillas durante 80 días tras la lesión) le permitimos trabajar más el tren superior", afirmó al Shanghai Daily en aquel momento Sheng Yueming, asistente del mentor del atleta, Sun Haiping.

"La velocidad no depende sólo de las piernas sino también del equilibrio y de la generación de fuerza por el torso y los brazos", remarcó Sheng, con voz de erudito. Nada dijo de los motivos por los cuales habían decidido innovar y permitirle ir al gimnasio en tiempos de reposo.

La de Xiang es una historia de obstinación. Tal vez por eso también sea el primer atleta oriental de la historia en ganar una medalla de oro olímpica en una disciplina de velocidad, cuando ganó la final en los Juegos Olímpicos Atenas 2004.

La gran mayoría de los chinos que se dedican al atletismo, apuntan a especialidades más de fondo, o bien de fuerza. Su genética se adapta mejor a ese tipo de movimientos.

Pero Liu siempre había querido correr. Correr rápido. Y no le importaron los consejos en sentido opuesto.

Lo dicho: Atenas fue el pináculo de su carrera; el récord conseguido en ese 2006 de película, la consagración definitiva. Pero no fueron sus únicos puntos altos.

En 2007, todavía contagiado del envión anímico producido por el récord del mundo, se quedó con la corona en el mundial al aire libre de Osaka, Al año siguiente, hizo lo propio en el mundial indoor de Valencia.

Establecido definitivamente como el dominador mundial de la disciplina, tenía la mesa servida para terminar de establecerse como un gran referente de la historia. Llegaban los Juegos Olímpicos de 2008. ¿Dónde? En Beijing, China.

Oportunidad inmejorable.

Lo único que generaba alguna perturbación en su mente era el ascenso del cubano Dayron Robles, un rival que nunca le había producido grandes inconvenientes en el mano a mano, pero que acababa de romper el que había sido su récord mundial.

Ea una mera piedrita en el zapato, No estaba preocupado. Era su momento. China era un hervidero, los periodistas y los publicistas lo acosaban, y el público esperaba todo de él.

En unos Juegos en los que el país organizador estaba obsesionado por ser el dominador del medallero por primera vez en la historia, el público chino tenía en él la certeza de un oro. "No siento la presión", afirmó un tiempo antes de la justa.

Las dudas comenzaron cuando el entorno de Liu se puso demasiado reservado a la hora de informar sobre su estado de preparación, justo en las semanas previas a los Juegos. Silencio oficial que alentó la aparición de los rumores.

Rumores que se hicieron realidad el 18 de agosto en el estadio Nido de Pájaro. Xiang apareció en la pista para correr en la primera eliminatoria, lo que generó un suspiro de alivio del público.

Pero la tranquilidad duró poco, porque Liu no pudo siquiera empezar la prueba. Hubo una salida en falso que obligó a los jueces a ordenar el reincio de la carrera. Pero en ese arranque abortado, el chino confirmó lo que temía: La lesión en uno de sus izquiotibiales no estaba sanada.

Se tuvo que retirar, ante los lamentos -hasta lágrimas- de los espectadores presentes.

De aquello pasaron cuatro años. Tiempo en el que Xiang se recuperó de a poco de la lesión. En Londres deberá demostrar si pudo hacer lo mismo respecto al golpe anímico que significó aquel abandono.

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