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El genio desconocido

BUENOS AIRES -- En el atletismo existen disciplinas de alto y de bajo perfil. Los 800 metros llanos pertenecen con claridad al segundo grupo. Sin la explosión de los 100 y 200 ni el encanto retro del maratón, esta prueba no atrae los grandes reflectores ni las lucecitas rojas de las cámaras de televisión. Tal vez sea por eso que el nombre David Rudisha no obligue a casi nadie a levantar la mirada expectante. Sin embargo, se trata de uno de los atletas más importantes de la actualidad.

En un momento en el que los récords mundiales se cuentan por decenas, y prácticamente cada evento de la Asociación Internacional de Federaciones Atléticas (IAAF) genera la chance de que un par de plusmarcas caigan, el keniata Rudisha rompió en 2010 una que estaba en pie hacía 17 años.

¡17 años!

Es más, el desgarbado atleta africano quebró el legendario récord que poseía desde 1997 su compatriota Wilson Kipketer dos veces en 15 días. Primero fue en la reunión de Berlín, donde le rebanó 0,2 segundos para dejarla en 1:41:09. Una semana después en Rieti, Italia, la llevó a 1:41:01.

Todo eso lo realizó en medio de un año 2010 de ensueño, en el que terminó invicto en 12 carreras disputadas y, como no podía ser de otra manera, se llevó el premio que la IAAF entrega a fin de año al mejor atleta de la temporada.

Fue el más joven de la historia en recibir ese galardón.

"¿Rudisha? ¿Quién es Rudisha?", responde extrañado un colega cuando se entera sobre la confección de este artículo. Lo dicho, el perfil bajo, casi subterráneo. Los 800 metros no generan grandes estrellas.

Porque si lo mismo que logró este keniata de 1,88 metros y 71 kilos hubiera sido realizado por un velocista de 100 metros, nadie interesado en el deporte hubiera quedado sin saber, al menos, su apellido.

Pero a la longitud de cada una de las carreras, a la disciplina de 800 se le suma que los récords se dan a razón de uno por década, con la excepción de los-15-días-de-locura-de-Rudisha. Porque si el de Kipketer duró 17 años, el anterior se había mantenido por el lapso de 16 otoños.

En fin, Rudisha es un grande de verdad. Aquel 2010 de gloria terminó, pero sus éxitos no. En 2011 llevó su racha de carreras ganadas de manera consecutiva a 34, incluyendo el mundial al aire libre de Daegu, Corea del Sur, donde obtuvo su primer título del orbe en categoría mayores.

Sin embargo, este joven cuyo padre, Daniel, fue medallista olímpico de plata en la posta 4x100 de los Juegos Olímpicos México 1968, tiene una gran cuenta pendiente.

A principios de 2008 sufrió una lesión que lo dejó afuera de las eliminatorias para los Juegos Olímpicos de Beijing. Tuvo que observar por TV cómo su veterano compatriota Wilfred Bungei se aprovechaba de su ausencia para quedarse con una medalla de oro para la que, a priori, costaba encontrar un favorito.

"Estoy desesperado por ganar los Olímpicos. Es lo que me falta hasta el momento", confesó hace poco tiempo Rudisha. Aquella espina está todavía clavada en el flaco keniata, nacido un 17 de diciembre de 1988 en Kilgoris, a sólo 10 kilómetros de la casa de quien después sería su gran ídolo, el dos veces campeón mundial de 800 metros Billy Konchellah.

Su único objetivo para este 2012 está en Londres. Tal vez si logra su cometido, pueda romper con el perfil bajo que le impone el deporte que eligió.

"Cuando se trata de entrenar y de tu meta, no tienes que cambiar. Es bueno ser humilde y hacer lo que has estado haciendo", es una de sus ideas de cabecera.

Habrá que ver si para David, en lugar de ser un premio extra, la fama no termina siendo un precio a pagar.