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La actualidad que amenaza

BUENOS AIRES -- Si el australiano Steven Hooker representa para el salto con garrocha la idea de lo establecido, el francés Renaud Lavillenie es la imagen de lo que viene.

Sin gran presencia en las competiciones mundiales hasta el año pasado, Lavillenie ya había empezado a destacar en el ámbito europeo y también en las pruebas de la temporada de la Federación Internacional de Asociaciones Atléticas (IAAF, por sus siglas en inglés), como la Diamond League.

El francés, nacido el 18 de septiembre de 1986 y, por lo tanto, cuatro años menor que Hooker, capeó la tormenta de victorias que fue el australiano entre 2007 y 2010 dedicándose a los campeonatos de Europa, donde conseguía triunfos que eran un bálsamo para su ego.

Mientras Hooker festejaba en los mundiales Berlín 2009 y Doha 2010, Renaud se consolaba con las medallas de oro en los europeos de Turín, en 2009; Barcelona, en 2010 al aire libre; y París 2011. Ahí tenía su reducto, pero no era el único.

Estratégico, Lavillenie percibía que, en ese momento, Hooker era imbatible. Entonces preparaba a conciencia no sólo esos campeonatos continentales, sino que se mantenía a tono saltando en las diversas fechas de la Diamond League.

Así, ya en 2010 lograba el título de ese torneo de la IAAF, con cuatro victorias y un segundo puesto. Pero, más importante aún, le ganaba en dos de esas fechas a un Hooker que todavía atravesaba un momento formidable.

Renaud se empezó a percatar de que la invencibilidad del australiano, campeón olímpico en Beijing 2008, no era tal. O, al menos, había pasado a la historia.

Con escasa atención de la prensa sobre sus hombros, él, pragmático, comenzó a proyectar sus sueños de liderazgo. Hooker había dejado de ser la referencia en su mente. Sabía que lo podía derrotar. Sabía que podía reemplazarlo como rey del salto con garrocha.

Renaud se empezó a percatar de que la invencibilidad del australiano, campeón olímpico en Beijing 2008, no era tal.

2011 lo encontró en plena forma, mientras Hooker se mostraba en baja tanto en el aspecto físico, con algunas lesiones, como en el anímico.

Si bien en el mundial al aire libre de Daegu sólo alcanzó el bronce pese a la ausencia de Hooker en las finales, en esa temporada logró un salto de 6.03 metros en el campeonato europeo que se disputó en su país. Con esa marca se transformó en el tercer mejor garrochista de la historia en competencias bajo techo. Obviamente, también se quedó con el título de ese torneo.

Además, volvió a ganar la Diamond League. Al igual que en 2010, ganó cuatro de las fechas de esa competición y terminó primero en la tabla de la temporada.

Una sola espina cruzó su mente cuando realizó el brindis de fin de año con su familia: Había dejado pasar la chance de obtener su primer corona mundial.

Con eso en la cabeza empezó esta temporada. Un año especial, porque además es olímpico.

No tardó mucho en quitarse esa piedra del zapato. Llegó el mundial bajo techo de Estambul, en marzo, y obtuvo el oro con un salto de 5.95.

Hace pocos días, se cruzó con Hooker en la reunión de Lille-Metropol, Francia. Fue la imagen de dos momentos. Lavillenie, prepotente, fue el ganador de la prueba. Hooker, cabizbajo, se fue eliminado tras no poder superar la varilla de 5.52 metros.

En Londres, la incógnita es qué prevalecerá. La actualidad brillante de Lavillenie hace pensar en una victoria allí. Pero todos saben que los grandes atletas como Hooker suelen aparecer en su plenitud, pese a todos los contratiempos, en los días cruciales.

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