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Otra final

DONETSK (Enviado especial) --- Con un triunfo en la definición por penales ante Portugal, España conquistó la final de la Euro 2012, que será su tercera consecutiva tras haber disputado y ganado la de la pasada Eurocopa en el 2008 y la del Mundial sudafricano del 2010, algo que no ocurría desde la década de los setenta.

Ahora la cita es para el primero de julio en Kiev contra el ganador del enfrentamiento del jueves en Varsovia entre Alemania e Italia, el clásico europeo por excelencia.

Respecto al partido, nos desilusionó bastante. Fue un lento e inexorable camino en bajada, con un primer tiempo bastante interesante desde el punto de vista táctico, un complemento lento y aburrido, un alargue pobre (si bien España tuvo dos grandes chances para ganarlo) y, al final, la emoción de los penales.

Lo curioso fue que a medida que la Roja tomaba el dominio del juego, el partido paulatinamente se dormía. Ese es el hecho que más está "picando" al público, que día tras día se va dando cuenta que Del Bosque y su equipo están transformando radicalmente los principios del fútbol (en peor, quede claro), haciendo de la posesión del balón un arma defensiva para que los otros no puedan atacar, más que para ofender y crear espectáculo.

Como decíamos, la primera etapa estuvo muy interesante. Portugal, a parte unos diez minutos entre el quinto y el cuarto de hora, en los que sufrió un poco el cambio de aire, les tuvo frente a los españoles con un juego muy inteligente y eficaz, en el que los tres del medio, Veloso, Moutinho y Meireles fueron fundamentales para cerrar los espacios y obligarlos a sus rivales a inusuales errores en las entregas.

Al mismo tiempo, estuvo muy bien la defensa, con movimientos estudiados a la perfección para no dejar zonas libres, ni entre líneas ni cerca del arco. El "truco", usando las bases del juego, fue el de cubrir siempre las espaldas del hombre que salía a jugarse el anticipo, mientras los volantes apretaban al rival que recibía sobre la "tres cuartos".

Con esos recursos Paulo Bento anuló el juego rival. En lo ofensivo, también se vieron movimientos muy bien planteados, pero el pésimo partido disputado por Nani y las enormes limitaciones de Almeida determinaron una marcada esterilidad en esa fase por parte de los verde y rojo.

Los muchachos de Del Bosque, por su parte, crearon muy poco y hasta se vieron silbados por parte del público neutral, cuando mantenían el balón en su propia mitad de la cancha sin producir juego verdadero, como ya quedó dicho.

En el complemento, Portugal fue bajando paulatinamente la intensidad de su fútbol, con el consecuente crecimiento de España. En ese contexto, gracias a nuestra cercanía al césped de juego (la Donbass Arena es sin dudas la mejor cancha de esta Euro y es genial para los periodistas, con asientos dedicados justo detrás de los bancos), pudimos escuchar muy bien como Xabi Alonso los llamaba a sus compañeros y les pedía de subir un poco más a cada minuto que pasaba. Su buen fútbol, en efecto, no pasa sólo por sus pies, sino que también por su cabeza y su capacidad de mando.

De todas maneras, el match no se abrió y, al revés, se cerró aún más. Contrariamente a lo esperado, esa merma fue un factor en parte positivo para Portugal, que en los últimos minutos encontró más espacios para las contras. Así, sobre la hora Ronaldo tuvo el balón para ganarlo y llevar a su equipo a la final, una contra cuatro contra dos que merecía mejor suerte, pero el último pase quedó algo corto y CR7 tuvo que definir de zurda, fallando la mejor de las ocasiones del partido.

Desde ese momento, el talento madridista, quien hasta ahí había disputado un buen match, desapareció por completo, aplastado evidentemente por el peso de su yerro.

Con Cristiano afuera de juego y la línea de volantes cada vez más cansada (tanto que en el alargue salieron Veloso y Meireles, quien fue el mejor del desafío), España pudo adueñarse del juego y hasta pudo ganarlo en al última media hora.

La clave de todo estuvo en los bancos: Bento se vio casi obligado a usar sus cambios, pero estaba claro que no quería y en efecto los retrasó lo más posible. La razón, simplemente, fue que los que estaban afuera no tienen el nivel de los que estaban adentro. Así, el equipo empeoró visiblemente a cada sustitución.

Su colega salmantino, en cambio, no sólo contaba con jugadores de gran nivel sentados a su lado, sino que hasta pudo elegir las soluciones mejores para encontrar la clave táctica del encuentro.

Efectivamente, los ingresos de Fabregas, Navas y luego Pedro por Negredo, Silva y Xavi, fueron determinantes para aprovechar al máximo del juego de cadenas por las franjas, lo que puso en dificultad a Portugal en más de una ocasión.

Fue justamente por las bandas llegaron las mejores ocasiones rojas, primero con Iniesta, luego con Navas y en fin un par con Pedro. Pero en las primeras dos tapó muy bien Rui Patricio, mientras que las otras fueron malamente desaprovechadas por el delantero barcelonista.

Así se fue a penales y, como había pasado con Italia ante Inglaterra, entendimos enseguida que iba a ganar la Roja: simplemente los españoles se abrazaron y se vieron muy unidos, mientras que los portugueses nunca se juntaron y parecían estar cada quien por sí mismo, todos nerviosos y solitarios.

Además, Bento equivocó la decisión de hacerle disparar el último penal a Ronaldo, especialmente considerando que su selección ejecutaba en segunda instancia. En efecto, su estrella no llegó ni siquiera a patear y España ganó por 4 a 2.

Fue una lástima para los verde y rojo, porque Xabi Alonso falló el primero y Moutinho pudo haber puesto en ventaja a su equipo, pero no pateó bien y Casillas se distendió bárbaro sobre su derecha, para rechazar el remate y hacer explotar de alegría la hinchada roja, parada justo ahí atrás del arco de su capitán.

Luego, después del hermoso penal "a la Panenka" de Sergio Ramos, Bruno Alves falló por cuestión de centímetros, partiendo el travesaño, y así Fabregas pudo presentarse desde los once pasos para meter el "palo-gol" de la victoria.

En suma, fue un partido reñido y muy equilibrado, en el que pudo ganar cualquiera de los dos, si bien ninguno mostró nada de especial para merecerse la final. Los desafíos tan importantes como éste, que son prácticamente finales, suelen ser así.

Pero por lo visto esta noche en Donetsk, mirando los protagonistas desde muy cerca, escuchando sus gritos y observando como reaccionaban sus piernas a los nervios, la impresión es que España llegue a Kiev en un peor estado respecto a Alemania y a Italia, dos equipos que hasta ahora mostraron lo mejor en esta Eurocopa.

La impresión se ve confirmada también en la desilusión de los hinchas, todos muy silenciosos y no satisfechos por el espectáculo ofrecido, contrariamente a las altas expectativas. Nosotros pasamos entre ellos y, a parte los pocos españoles "verdaderos", ninguno se veía feliz. Hasta los periodistas y los encargados UEFA lucían cansados y aburridos.

De todas maneras, una final es una final y llegue quien llegue ante España deberá hacer las cuentas con un equipo que, por cuanto pase por un momento poco brillante, ya está acostumbrado a los triunfos. Y eso los pone sin dudas en condición de favoritos a los españoles, que no a caso alcanzaron otra final.