<
>

Un paseo por las nubes

Mariana Pajón llenó de oro a la delegación olímpica de Colombia GettyImages

LONDRES -- Parece mentira: a veces hay que esperar tanto para encadenar la gloria, para ver brillar una única medalla y escuchar el himno del país amado mientras un atleta festeja en el podio. Y otras, así, como este viernes que quedará en la historia, apenas quince minutos alcanzan para grabar dos nombres en el palmarés olímpico. Dos nombres que salieron de esa casi nueva disciplina del ciclismo, el BMX: los nombres de Mariana Pajón, oro entre las mujeres, y de Carlos Mario Oquendo Zabala, bronce entre los hombres.

Lo de Pajón resultó apabullante por dominio y fenomenal por nivel. En las tres series de semifinales terminó primera con cierto margen para confiarse en los últimos metros. Los antecedentes le otorgaban cierta tranquilidad: campeona mundial en Copenaghe, oro en los Panamericanos de Guadalajara -ambos torneos de 2011- era una de las cartas fuertes del país para dejar una marca en el medallero.

Y vaya si lo hizo: consiguió el primer oro de Colombia en los Juegos de Londres, la segunda de la historia y la primera desde que María Isabel Urrutia se alzara con el primer puesto en levantamiento de pesas en Sidney 2000.

"No lo puedo creer, es como un sueño hecho realidad. Durante toda mi vida quise ganar esto. Ahora quiero volver a salir de esa partida, que baje la puerta, correr otra vez y ganarla de nuevo. Es impresionante", dijo la nacida en Medellín apenas finalizó la prueba.

Esta vez, a la joven de 20 años le sobró velocidad para imponerse incluso en la final, de punta a punta, tanto como lo había conseguido en cada uno de sus pasos previos por esa pasarela de sonido y accidentes que resulta el velódromo construido para la prueba.

Casi medio segundo atrás quedaron la neocelandesa Sarah Walker, principal rival de la colombiana en la búsqueda del oro según los pronósticos previos, y la holandesa Laura Smulders. Bajo la mirada de sus padres y su hermanito, que llegaron a alentarla para la ocasión, la antioqueña voló e hizo lo que mejor hace, lo que arrastra desde los cinco años, desde que tomó la actividad: ganar.

"Después de las primeras rondas sentía que estaba yendo muy rápido. Mi lugar de partida era especacular , corrí lo más duro que pude y sencillamente lo hice. Me sentía fuerte, tenía buenas ubicaciones de largada y eso es todo. Me divertí mucho. Espero despertarme mañana y darme cuenta de lo que pasó", agregó entre una incredulidad inocente y casi graciosa.

Oquendo, también de Medellín y con 24 años cumplidos, se sumó a la fiesta con una performance un poco más esforzada. Después de terminar segundo en la primera semifinal, obtuvo un quinto y un cuarto puesto que resultaron suficientes para avanzar a la carrera definitoria. Cuando la emoción todavía invadía el caluroso aire londinense por la coronación de su compatriota, él logró forjar una carrera fenomenal, robándose un tercer puesto que parecía complicarse sobre la mitad de la prueba.

Quien fuera sexto en el Mundial de Copenhague, quedó detrás de un lituano y un australiano. Pero no le importó. Se concentró en vencer a los dos holandeses que le presentaban pelea y levantó los brazos apenas cruzó la línea de meta. Porque sabía que había conseguido el tercer lugar, y la octava medalla para su país minutos después que la séptima.

Y porque sabía que ahora estaba en compañía de Urán, Figueroa, Ibarguen, Rentería, Alvear, Muñoz. Una tal Pajón, su colega dorada. Y de una nación que ahora se queda firme en el puesto 33 del preciado medallero.

Es que en la tarde de tierra y lomas, de bicis voladoras y aterrizajes forzados, dos colombianos fueron caminando entre podios para regalar un panorama que se parece mucho al cielo deportivo.