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Según pasaron los años...

Como consecuencia de la fantástica conquista del oro olímpico en 2004 y con esa manía actual de los argentinos (y recurso de algunos pícaros del marketing) de ponerles denominaciones que identifiquen a algunas selecciones nacionales de determinados deportes, a la de básquetbol se la popularizó con el nombre de "Generación Dorada". De ese grupo original, por el lógico paso del tiempo y la dinámica propia de la actividad, en la actualidad cada vez quedan menos representantes y los recientes Juegos Olímpicos pudieron ser, tal vez, el final del ciclo de algunos otros.

Desde hace unos años se viene analizando un recambio de nombres que se demora o que hoy no ofrece variantes de nivel similar, transmutando las expectativas de todos en dudas para algunos, confianza para muchos y hasta en temor para otros. En los últimos días la incertidumbre sobre el futuro de Emanuel Ginóbili disparó todavía más estas sensaciones.

Debe repararse en algo: el plantel del oro olímpico estuvo conformado por jugadores nacidos entre 1971 y 1982 y desde aquel fantástico recuerdo de Atenas 2004 apenas un jugador, entre los que se sumaron con continuidad y cierto protagonismo, nació después de ese período: Juan Gutiérrez (1983). El resto fueron contemporáneos, como Prigioni (1977), González (1976), Jasen (1978), Quinteros (1979) o Kammerichs (1980).

Esto, el inevitable avance del tiempo y también la maravillosa calidad de alguno de los integrantes originales, hizo que aún con modificaciones, el promedio de edad del grupo no se alcanzara a disminuir y aumentara torneo a torneo.

Más allá de la resolución final de Ginóbili o del compromiso que otros próceres adelantaron que seguirán manteniendo con la selección, es indispensable que se trabaje en profundidad en un recambio que, gradual pero con firmeza, se debe comenzar más temprano que tarde.

En este artículo vamos a repasar cómo se fueron dando todas las mutaciones de nombres en el seleccionado argentino desde que este grupo apareció, como tal, en 2001, inclusive antes de alcanzar su pico de gloria.

2001 Torneo de las Américas (Premundial) Neuquén

Después de muchos años, durante los cuales siempre hubo que lamentar o contabilizar alguna ausencia de valía en la selección, el proceso oficial del entrenador Magnano comenzó con los mejores hombres a su disposición y así pudo conformar el equipo a su entero gusto.

El torneo continental se disputaba en Argentina y era el momento justo para aprovechar la calidad de esos jugadores que, surgidos de la Liga Nacional, se habían terminado de formar en Europa. Nueve de ellos provenían del ya mítico grupo que terminó 4º en el Mundial Sub 22 de 1997 en Melbourne, Australia, y se unían a la experiencia que aportaban Sconochini, Wolkowyski y Montecchia.

Con una edad promedio de 25 años este grupo de jugadores parecía la herramienta ideal para dar el primer golpe importante, que era ponerse a la cabeza del básquetbol de la América FIBA. Aquellos chicos que habían llegado en masa a la selección en 1999 ya estaban instalados por la prepotencia de su calidad, esfuerzo y compromiso. El recambio generacional se había concretado.

Demostrando que nuevos tiempos corrían, Magnano bajó de un plumazo a uno de los jugadores que le interesaba, Nicola, por negarse a jugar el Sudamericano anterior. Otro jugador potable, el tirador Espil, figura del seleccionado en los años noventa, pidió descanso y el técnico se lo otorgó sin dudarlos. En esa posición tenía en quién confiar...

Sin embargo, a Magnano se le cayó inesperadamente un soldado fiel, cuando en el último amistoso de preparación se le lesionó Montecchia, remplazándolo de apuro por Farabello.

Con otras dos decisiones fuertes se jugó el entrenador cuando construyó el equipo: confió en Sconochini, a pesar de una inactividad de 8 meses, debido a una sanción por doping en Italia y que se vencía el día previo al comienzo del torneo, además de darle la capitanía, e incluyó a Scola, quien regresaba de jugar el Mundial Sub 21 en Japón el mismo día del inicio del Premundial.

Aquellos pibes cumplieron todos los deseos posibles: lograron el primer título en el Torneo de las Américas, clasificaron para el Mundial, jugaron un básquetbol que comenzó a cautivar al público argentino e iniciaron el camino hacia su consagración internacional.

2002 Campeonato Mundial de Indianápolis
Pero los impactos grandes, de esos que hacen temblar el mundo deportivo, llegaron en el Campeonato Mundial de 2002. Ya instalados en la selección, dueños del equipo, el grupo desarrolló su máximo nivel de juego y obtuvo resultados acorde a ese rendimiento.

El plantel tuvo un solo cambio, el regreso de Montecchia y alcanzó un promedio de edad de 25,9 años. Lo hubiese modificado Espil, pero en plena preparación decidió dar un paso al costado.

Esos pibes se divertían mucho afuera de la cancha, pero adentro se ponían serios y no respetaban nada: destruyeron la leyenda del Dream Team de los Estados Unidos y lucharon hasta el último segundo por el título mundial. No obstante, la gente los empezó a tratar como verdaderos campeones.

2003 Torneo de las Américas (Preolímpico) San Juan de Puerto Rico

El equipo traía el envión anímico que le había producido su irrupción internacional el año anterior en el Mundial. Magnano no tuvo necesidad de diagramar el armado el equipo, ya que todos estuvieron disponibles para cumplir el deseo de alcanzar los Juegos Olímpicos. El entrenador no dudó e insistió con el mismo equipo que había arañado la gloria en Indianápolis.

El único cambio en el plantel fue la ausencia de Sconochini, quien anunció su retiro de la selección después del Mundial. Su lugar lo ocupó Kammerichs, buscando desarrollarlo, a los 23 años, como el alero alto que el ámbito internacional requiere.

El equipo estaba en pleno crecimiento, con todos sus integrantes ganando experiencia en el más alto nivel, ya que participaban de las principales ligas de Europa o en la mismísima NBA, donde Ginóbili, por ejemplo, venía de ser campeón.

A pesar de algún tropezón inesperado Argentina logró uno de los dos boletos para los Juegos Olímpicos con total autoridad, gracias a un plantel que no había llegado aún al techo de su rendimiento.

2004 Juegos Olímpicos de Atenas

Aquel plantel fue el gran "Dream Team argentino", la herramienta ideal para alcanzar la conquista máxima, el oro olímpico. Jamás la selección argentina formó un equipo tan completo, con gran talla, poderío físico y con tantas alternativas de recambios. El plantel promedió 27,2 años y demostraría estar en una etapa ideal para conjugar calidad y experiencia.

A la base del subcampeón mundial se sumaron Delfino y Herrmann, quienes triunfaban en Europa, luego de que Magnano los hiciera cumplir un paso obligado por el Sudamericano de Brasil. Ambos ocuparon los lugares de Palladino y Victoriano, hombres fundacionales del grupo y que ya no retornaron al seleccionado.

Además, el entrenador convenció a Sconochini para que saliera de su retiro internacional y regresó al seleccionado en lugar de Kammerichs. Igualmente, el puesto de alero ya era propiedad de Nocioni.

2005 Torneo de las Américas (Premundial) Santo Domingo

La selección argentina, ya clasificada para el Mundial de 2006 debió cambiar de conductor, tras la renuncia de Rubén Magnano. El torneo continental marcó el debut oficial de Sergio Hernández al frente del equipo.

Los principales héroes olímpicos pidieron un año de descanso, lo que se aprovechó para darle responsabilidades internacionales a la "segunda línea".

Se mantuvo a Leo Gutiérrez y Fernández, se convocó un solo veterano como Farabello, lograron mayor protagonismo Quinteros, Román González, Jasen y Kammerichs y se hicieron dos apuestas jóvenes: Juan Gutiérrez y Porta, ambos con 21 años.

A pesar de la derrota ante Brasil, el haber llegado a la final y el buen rendimiento de algunos jugadores, dejó un balance positivo y la ilusión de haber encontrado alternativas para la conformación del seleccionado.

2006 Campeonato Mundial Japón

Hernández, ante su desafío bautismal, apostó a lo seguro y ratificó a los hombres de mayor jerarquía y experiencia, reuniendo a los mejores, en un plantel que promedió 28,5 años de edad. Se buscaba defender el prestigio de "potencia mundial" logrado en Indianápolis y Atenas, lo que no dejaba margen para maniobras o ensayos.

Solo un par de cambios: Prigioni y Farabello por Montecchia (34 años) y Sconochini (35), quienes habían decidido cerrar su etapa en la selección.

Aunque se trataba de un jugador de máxima jerarquía, nadie se preocupó por la falta de Montecchia, ya que Prigioni, figura en España, aseguraba confiabilidad (aun cuando no hizo un buen torneo, opacado por una brillante tarea de Pepe Sánchez), mientras que el lugar del ex capitán se lo repartieron entre Delfino y Herrmann, ambos en gran nivel.

Ahí Hernández puso su sello: Scola pasó a ser titular, relegando a Wolkowyski, y Delfino y Herrmann dispusieron de más minutos.
Apenas un tiro separó a Argentina de la final del torneo y el cuarto puesto final demostró que seguía estando entre los mejores del mundo.

2007 Torneo de las Américas (Preolímpico) Las Vegas

Un Hernández debilitado por la campaña de desprestigio que desde adentro y desde afuera de la CABB se hizo en su contra, debió luchar además con los viejos fantasmas de las ausencias en el seleccionado, cuando tuvo que enfrentar la difícil misión de lograr una de las solo dos plazas que entregaba el torneo continental, que se hacía todavía más complicado al organizarse en Estados Unidos y con el anfitrión como seguro ocupante de una de ellas.

Al meditado, pero a la vez apresurado, retiro de Pepe Sánchez (solo 30 años) de la selección y el enigma que siempre representó Herrmann (27) para el equipo nacional, se sumaron las decisiones personales de Ginóbili y Oberto de tomarse un descanso, y una lesión de Nocioni.

A su vez, tanto Wolkowyski como Fernández se excusaron de participar, debido al desgaste que les había generado la última temporada en Europa.

Allí comenzó el gran protagonismo de Scola, asumiendo la responsabilidad absoluta como nuevo capitán de llevar a un equipo, por el que muchos apostaban al fracaso, al triunfo.

Alrededor del pivote también tomaron status de figuras Delfino y Prigioni. El base se sintió a gusto con el control absoluto del equipo y el tirador recibió licencia para lanzar sin restricciones. Ambos jugaron como estrellas e hicieron que no se llorara la falta Ginóbili y de Sánchez. Nada más y nada menos.

Y con ellos lucieron varios actores de reparto. González le dio presencia física al equipo, Sandes se encontró con una sorpresiva titularidad sin desentonar, Quinteros y Kammerichs hicieron buenos aportes y Leo Gutiérrez al fin tuvo su chance con muchos minutos en cancha para demostrar su utilidad.

Argentina ofreció un gran rendimiento y con gran solidez logró una fantástica clasificación para los Juegos de Beijing. El equipo, que viajó envuelto en dudas, regresó repleto de reconocimiento.

2008 Juegos Olímpicos Beijing

Tal vez porque la obtención del pasaje olímpico lo había fortalecido en su puesto, a la hora de armar el equipo para los Juegos el técnico Hernández apostó por los que lo habían ayudado en los peores momentos, al tiempo que pasó algunas facturas a otros.

El reencuentro con Ginóbili, Oberto y Nocioni ya le daba otra fortaleza al equipo como para aspirar a otra actuación importante. Se mantuvo a Scola y Prigioni como piezas angulares y al mismo tiempo se permitió el lujo de tener a Delfino como sexto hombre. Sin embargo, parecía poco para aspirar a un lugar en el podio, sobre todo cuando fueran corriendo las jornadas y el desgaste se hiciera más pronunciado.

A la hora de elegir a los acompañantes el entrenador ratificó a Leo Gutiérrez, González, Quinteros y Kammerichs, y les dio continuidad a los más jóvenes como Juan Gutiérrez y Porta, descartando volver a convocar a Wolkowyski y Fernández, con lo que dio por cerradas sus carreras en la selección.

El plantel ya se mostraba con 29 años de promedio, pero sobre todo mucho más acotado en sus variaciones. Hernández se apoyó claramente en el "sexteto mayor" y metió a los actores de reparto oportunamente y con cuentagotas. Enorme acierto.

En el momento decisivo, con Ginóbili afuera por lesión, todos le respondieron con eficacia, consiguiendo, contra todos los pronósticos, una luchada, trascendental e inolvidable medalla de bronce.

2009 Torneo de las Américas (Premundial) San Juan de Puerto Rico

La confirmación de que faltarían varios jugadores determinantes en la estructura del equipo, como Ginóbili, Oberto, Nocioni y Delfino, no llegó a encender la alarma de pánico, por que el torneo clasificatorio entregaba cuatro generosas plazas para el siguiente Mundial y porque la sola presencia de Scola, que ya había asumido el liderazgo total del equipo, parecía suficiente para alcanzar una de ellas.

Hernández, como ante cada torneo continental que afrontó, debió apelar a su ingenio, y armó un equipo de combate, en el que Quinteros, Kammerichs y Román González pasaron a ser fundamentales, mientras que Leo Gutiérrez, Pelussi, Sandes y Cantero fueron las piezas de recambio.

En ese contexto, apenas Mainoldi, con 24 años, aparecía como única presencia pensada a futuro, más allá de que se llevó a Juan Fernández como jugador número 13, para darle experiencia.

Sin embargo, cuando el equipo empezó a prepararse se notó más que ninguna la ausencia menos llamativa: la de Prigioni, quien en pleno fichaje para el Real Madrid, había decidido descansar. Ahí sí el técnico se preocupó por el nivel de juego del equipo. Al ver que lo necesitaban, el base decidió cortar su inactividad y se sumó a último momento, para aportar su bienvenida calidad.

Entre la calidad de Scola y Prigioni, más un prolijo acompañamiento, se logró el pasaje a Turquía sin angustias, aunque como nunca, Argentina perdió sus primeros dos partidos, en una clara demostración de la trascendencia que tenían las principales figuras.

2010 Campeonato Mundial Turquía

Argentina se convirtió en el equipo más veterano de los 24 participantes del torneo con 29,8 años de edad promedio, además de llegar con un plantel golpeado por lesiones y ausencias.

Como parte de la negociación de su contrato con San Antonio Spurs Ginóbili decidió no jugar ese año para poder estar en los dos siguientes. Su renuncia se maquilló, en parte, con la vuelta de Jasen como calificado hombre de recambio, luego de un intento por convencer a Herrmann, quien no mostró interés en regresar al seleccionado.

Una inoportuna lesión de Nocioni en la preparación complicó todavía más el panorama, ya que Mata, convocado de urgencia, todavía no estaba para ese nivel. Así, Jasen pasó de suplente a titular indiscutido e imprescindible.

El problema con la falta de un segundo base confiable se agudizó y la enfermedad de Oberto (ratificó por milésima vez la importancia de su presencia), más allá de la gran ayuda de Leo Gutiérrez, desnudó carencias bajo los tableros. Todo esto achicó más el plantel y expuso descarnadamente cómo Hernández acotó las rotaciones, las que utilizó con movimientos casi ajedrecísticos para que se notaran lo menos posible.

El enorme torneo de Scola, la calidad del puñado de figuras que quedaban y la estructura de equipo, salvaron el torneo con un valorable quinto puesto, aunque el paso del tiempo se hacía evidente e implacable y el ámbito internacional exigía un nivel que no todos los jugadores podían alcanzar.

2011 Torneo de las Américas (Preolímpico) Mar del Plata

El entrenador Julio Lamas regresó a la selección, y con el objetivo puesto en Londres 2012, decidió que no era momento para iniciar el recambio generacional y que debía seguir confiando en las grandes figuras, que si bien veteranas, seguían siendo productivas.

En su primer desafío pudo contar con lo mejor, ya que se apeló a lo emotivo, suponiendo que sería la última vez en que el equipo reuniera a todas sus figuras históricas en el país. Al ser locales, ante el público argentino y sus propias familias, todos los jugadores estuvieron a disposición.

Esto provocó, por otra parte, que el plantel tuviera un elevadísimo promedio de 32 años de edad, con 10 jugadores por encima de los 31 años. Algo casi inédito en el alto nivel internacional.

Con los retornos de Ginóbili y Nocioni confirmados, también se rompió la autoexclusión de Sánchez, tras 6 años afuera de la selección. Proyectando que sería un torneo complicado también se le pidió a Oberto que reviera su retiro, y se lo incluyó, a pesar de los casi 9 meses de inactividad profesional que llevaba. El pivote, insustituible, aún sin ritmo, demuestra su importancia defensiva.

A pesar de haber sido un infaltable en los últimos 12 años Leo Gutiérrez, quedó marginado por un problema cardíaco, que le abrió un lugar a Kammerichs, quien iba a ser cortado en la preparación. Las lesiones de Oberto y Nocioni le dieron una chance, la que el correntino no desaprovechó, mostrando un gran rendimiento.

Se logró el objetivo de máxima, la clasificación a los Juegos Olímpicos, y el título continental, pero en un torneo con demasiada exigencia física, el plantel no pudo ocultar sus limitaciones, llegando con lo justo.

2012 Juegos Olímpicos Londres

De dos cosas estuvo seguro Lamas luego del torneo clasificatorio: Argentina presentó un plantel peligrosamente veterano y que las alternativas de recambio no eran muchas. Entendió que la exigencia de unos Juegos Olímpicos no le dejaban margen para muchas pruebas a futuro y por eso no apostó por no hacer grandes modificaciones y lo demostró al sumar solo 14 convocados.

Decidió no convocar a Sánchez para la tarea de segundo base y en su lugar darle espacio a Campazzo (21 años), quien todavía con mucho por aprender, trajo vitalidad y un estilo ideal para la tarea. En todo este proceso ningún jugador tan joven arribó al seleccionado para tener tantos minutos en cancha.

El único retoque al que se animó el técnico fue el de Mata (26 años) como tercer alero, en lugar de Quinteros, como tercer escolta...

Cuando se confirmó la imposibilidad de contar con Fabricio Oberto (37 años y un año y medio de inactividad) quedó en claro que no había forma de reemplazarlo, lo que motivó que Lamas refaccionara la estructura de equipo y, por primera vez en varias décadas, se jugó con cuatro hombres externos y un solo pivote no natural, Scola. Mientras algunos reclamaban la convocatoria del pivote juvenil Delía (20 años), pensando en lo que vendrá, confió en la experiencia de Leiva.

Así armó un plantel que promedió 30,7 años (8 de más de 30) y, a la hora de la verdad, dispuso hacer pocos cambios, solo los necesarios y los que le daban más confianza. Acierto o no, el equipo desplegó un juego acorde a esa edad y esos nombres: juego lento, seguro, endeble bajo los cestos, pero intenso, con calidad y una experiencia que sirvió para golpear en el momento justo y mantenerse entre los mejores del mundo, aunque sin la medalla que se pretendía.

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