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Los Pumas y una dura lección

ProFocus : Checa / Valle / Bertolin / Mana

LA PLATA -- La ilusión, la esperanza y la sed de triunfo de Los Pumas chocó con una marea negra llamada Nueva Zelanda. Después de cuatro partidos para soñar en el Rugby Championship, el equipo argentino sentía que podía llevarse esa primera victoria histórica contra los All Blacks. Sin embargo, el último campeón del mundo marcó diferencias con un contundente 54-15 y no sólo se llevó de La Plata los cinco puntos, sino también el título en la primera edición del torneo.

Desde hacía más de dos meses que no quedaban entradas para este test. "El partido del año", fue bautizado. Y todos, hasta los jugadores, pensaban que el sueño era posible. Incluso lo hablaron abiertamente, algo raro para un plantel que siempre fue cauto en sus declaraciones. El ambiente era esperanzador. "No tengas dudas de que todos queremos un triunfo y no una derrota digna", decía Rodrigo Roncero.

El nivel mostrado con Sudáfrica en Mendoza, cuando fue empate por 16-16, invitaba a ilusionarse. También la gira por Nueva Zelanda y Australia, con derrotas ajustadas por 21-5 y 23-19, respectivamente. Pero enfrente estaban los All Blacks urgidos de una victoria para ser campeones del Rugby Championship. Tanta euforia previa, acompañada por la gente que estuvo cerca del equipo en los entrenamientos y también en las redes sociales, hizo olvidar que el rival era el mejor equipo del mundo.

El estadio de La Plata se fue llenando desde bien temprano. No quedaba ni un solo lugar libre, y desde el momento de los himnos y el tradicional haka el público se hizo escuchar. Quisieron intimidar a los rivales, que sabían bien a lo que se iban a enfrentar. "Vamos a sentir mucho ruido, algo que no estamos acostumbrados", afirmaban en la previa. Dicho y hecho. Los argentinos volcaron toda su pasión, con la gente en las tribunas y los jugadores dentro de la cancha en los primeros minutos.

El comienzo fue alentador porque a los 8 minutos, Los Pumas pasaban al frente con un try de Martín Landajo. La ilusión crecía a pasos agigantados. Pero desde esa conquista el dominio fue de los neozelandeses, en todos los aspectos. A cada mínimo error argentino, puntos para los de negro. Error en la base de un ruck, escapada de Ma´a Nonu y try de Aaron Smith. Luego, mala salida en defensa y facturó Cory Jane el primero de su hat-trick. Y el golpe de gracia fue la pelota robada a Gonzalo Camacho y el try del prometedor wing Julian Savea.

El primer tiempo se iba con un marcador durísimo: 32-8 para los All Blacks. Todo ese fervor previo se transformó en dolor. Todo ese optimismo, en tristeza. Era impensado dar vuelta el resultado. El miedo a una goleada histórica, como no se sufría desde 2008 con Sudáfrica en Johannesburgo cuando fue derrota por 63-9, decía presente.

Sin embargo, el corazón Puma no claudicó. Y en el segundo tiempo buscaron achicar diferencias. Camacho llegó al try, y otra vez respondió Nueva Zelanda con Cory Jane. Los argentinos atacaban y chocaban una y otra vez con una barrera defensiva impenetrable. En cambio, los All Blacks eran punzantes y cada espacio milimétrico lo explotaban a la perfección.

"Nos dieron una lección de rugby", sintetizó Patricio Albacete tras el partido. Y así fue. Porque Los Pumas quisieron atacarlo, como pregona el head coach Santiago Phelan en esta nueva etapa post Mundial, también apoyado por la presencia de Graham Henry en el staff. Pero si bien hubo movimientos interesantes, como el try de Martín Landajo tras una corrida espectacular de Lucas González Amorosino, el equipo perdió su esencia: la organización defensiva.

Con amargura se fueron los hinchas y también los jugadores. "Nueva Zelanda fue superior a Argentina. Podemos jugar mejor. La realidad es que nos enfrentamos con el mejor equipo del mundo y ellos no se equivocan, y no te perdonan", aseguró Phelan. "Es difícil de digerir la derrota. Quedan siete días para culminar dos meses de esfuerzo y queremos hacerlo de la mejor manera", agregó el capitán Juan Fernández Lobbe.

En este Rugby Championship de enseñanzas, Los Pumas tuvieron una más. Fue un paso atrás, sin dudas. Pero también porque la vara estaba alta. Hoy los All Blacks están por encima, eso está claro, pero el equipo argentino tiene que mirarse a sí mismo y no a los demás. La vocación ofensiva es necesaria para estar entre los mejores del mundo, pero si pierden la esencia que los llevó a ese lugar, va a ser difícil. El tackle y la defensa pusieron a Argentina en la elite del rugby mundial y no hay que perderlo.

Por suerte, Los Pumas tienen revancha con un Australia diezmado en Rosario y el objetivo será dejar atrás este trago amargo y volver a encaminarse. No fue la mejor noche y tiene que servir de lección. Hoy, todavía, los All Blacks están lejos. Bastante lejos.