Sergio Maravilla Martínez 12y

Renacimiento

BUENOS AIRES -- Sergio Maravilla Martínez, el campeón de los medianos del Consejo Mundial (CMB) relató las impresiones de la tremenda pelea ante Chavez Jr en la revista especializada de boxeo, Ring Side.

El director de dicho medio (y columnista de EspnDeportes.com) Carlos Irusta nos cedió dicho material con la amabilidad y la gentileza que son un sello en su carrera periodística. He aquí entonces, las sensaciones y vivencias del boxeador de moda en Argentina, el carismático Maravilla Martínez.

Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte; los valientes gustan la muerte sólo una vez.

-- William Shakespeare

MIS OJOS ESTABAN CERRADOS... Y allí estaba, con la mirada hacia dentro de mí mismo, los abro confundido y veo muchos rostros familiares pero desconocidos. Todos a mi alrededor sonreían: no había aplausos, solo sonrisas. Era febrero de hace ya 37 años. Me levantan porque había llegado a este mundo. Me llevan donde me esperaba mi voz más familiar, mas intima. Una mujer me envuelve en sus brazos, no sé lo que pasa allí fuera de mí. Solo siento el calor de unos brazos de extraña piel pero de sangre muy mía, la calidez de por fin casi 9 meses después de ser prolongación de su ser, estaba ya cara a cara y frente a frente con quien me dio la vida, por fin con mi madre.

Ella sonríe, lo sé. Sonríe porque yo, era ya en alma y vida otro hijo suyo, mis primeras lágrimas tenían razón de ser. Había nacido en un país llamado Argentina. En una ciudad llamada Avellaneda. Quizá aun no tenía mi nombre. Creo que Sergio llegó después. Pero aquí estaba y era parte de una familia donde los excesos eran la escasez. Donde la fe en un mañana mejor era el pan de cada desayuno. Había nacido por fin en esta vida y mi madre me tenía en brazos. Hubiese congelado ese momento eternamente. Hubiese nacido infinitas veces más para repetir ese momento donde nada ni nadie más separasen a una madre de su hijo. Pero la vida, la vida comenzaba a rodar.

MIS OJOS ESTABAN CERRADOS... A mi alrededor, solo sensaciones cálidamente ensordecedoras. Los abrí con cierta perplejidad, y vi miles de rostros desconocidos pero muy familiares. Había aplausos, gritos, vítores y la alegría formando el arco de cada sonrisa en ellos. En todos quienes intentaban alcanzarme con sus manos, con sus corazones. La misión había sido cumplida con éxito. La última obra había finalizado con una corona de laureles envolviendo mi gloria y con otra de cuero abrazando mi cuerpo.

Me levantan porque había regresado al cielo, me dieron la bienvenida, por eso otra vez mis lágrimas estaban más que justificadas. Era sábado 15 de septiembre, del año 2012.

Vuelvo a cerrar mis ojos. Y aquí estoy, otra vez envuelto en un mar de brazos elevados, Con mis pies en el vacio de la tierra de la que nunca despego pero con mis dedos acariciando las estrellas, volando hacia el infinito. Sumido en un sueño eterno pero con la lucidez de un niño en su nacimiento. Mis ojos ahora están abiertos y buscando almas conocidas. Todos parecen serlo. Todos los presentes. 40.000 manos abiertas de par en par y golpeando entre sí me dan la pauta de que quizá estoy en lo cierto.

Amigos míos, acabo de comenzar mi relato en mi nacimiento y el desenlace, estoy buscando las definiciones exactas para contarles que el radiante e inmutable fuego de la memoria y la verdad se impusieron una vez más porque estuve con vida. Recuerden que nada muere siempre que sea recordado. Y mi corazón late porque son sus memorias quienes bombean mi sangre con sus recuerdos impregnados en mí.

Ahí se gestó la gloria, con cada paso en los caminos de montaña robándole oxigeno a los bosques de California

-- Maravilla Martínez, sobre su prepración

MI PELEA FRENTE al "hijo de la leyenda" fue casi en su totalidad un paseo donde mi demostración de profesionalismo dejó plasmado en el rostro del hoy "ex" campeón más de una fractura. Donde round tras round fui sumando diamantes a mi nueva y dorada corona. Aunque, hablar del trámite de 12 asaltos es un error. Mi combate comenzó 8 semanas atrás. Ahí se gestó la gloria, con cada paso en los caminos de montaña robándole oxigeno a los bosques de California, dando fuerzas a mi cuerpo cada mañana a partir de las 4.15.

Con los entrenamientos en un gimnasio donde las pesas no querían madrugar ni levantarse pero mis brazos las forzaban a hacerlo, luchando incluso contra la gravedad. Enfundando mis guantes de 18 onzas en cada mano para golpear cada día más duro, más intensamente y con más efectividad todo lo que obstruía mi camino, y todo eso que tenía por delante era dueño de un solo rostro. El de Julio Cesar Chávez hijo. Cada paso exigiendo mis frágiles rodillas al máximo, mis codos magullados y mis puños enfurecidos. En cada acto reflejo estaba mi rival frente a mí. Lo convertí en el objetivo de todos mis movimientos. Me familiaricé con sus debilidades y fortalezas. Conviví con sus sueños y me adueñé de sus decisiones.

Ocho semanas inolvidables para mi entrenador y para quien esto escribe, compartiendo un mismo objetivo en un proyecto a corto plazo. Donde el cansancio extremo fue el compañero que día y noche se apropió de mi cuerpo, pero que no pudo con mi espíritu de combate. Con mi alma vestida de camuflaje dispuesta a morir matando.

Esta preparación fue brillante. Mis condiciones supremas se contradecían con lo que mi estructura ósea indicaba con voz de alarma. A pesar de mi rodilla derecha rota en sus meniscos. La izquierda con un síntoma similar, un tobillo derecho que desde la preparación de Macklin no logra estabilizarse y tener una plena recuperación. Y una inesperada fisura en una costilla más dos desgarros intercostales de una magnitud preocupante faltando pocos días, mi respuesta mental, espiritual y emocional era superlativa. Siempre supe que recuperaría esa corona. Estaba escrito en mi corazón con mi propia sangre.
Era mi destino y deber.

EL IMPACTO DE ENTRAR al Thomas & Mack Center siendo el forastero en la línea divisoria donde 20.000 almas se disputaban por quien tenía más fuerza en la voz, fue una de las sensaciones mas maravillosas que pude haber vivido en esta vida que hoy tengo como pugilista. El saber que un infinito puñado de compatriotas había volado a Las Vegas para verme a mí, es sencillamente espectacular. Ni que hablar del recibimiento ofrecido con canticos cual equipo de futbol es ovacionado por sus hinchas. Al entrar con "Los de atrás vienen conmigo" de Calle 13, sentí el fuego latino que destellaban mis ojos atravesando los miles de rostros que me ofrecían la hostilidad como plato de bienvenida. Fue la sensación que necesitaba para saber que esa iba a ser "mi noche".

Al subir al entarimado y ver un enjambre llamado gente, con cientos de trozos de tela con mi nombre escritos en él llamados banderas ocupando absolutamente todo el graderío, mi motivación tuvo su mayor momento de elevación, y fue "in crescendo" segundo a segundo.
Oír a Michael Buffer dando gala de su famoso"Lets get ready to rumble" en el ring, es dar rienda suelta al corazón y sentir que los latidos golpean mi pecho henchido de placer.

El combate, es historia... Y será mil veces magnificado y tergiversado. Pero solo mi rival y yo sabemos cuántas veces golpeamos nuestros puños en nuestros cuerpos. Solo Chávez y yo sabemos de nuestro potencial.

Chávez Jr. con un titulo mundial fue un error

-- Maravilla Martínez, sobre su vencido

DECIR QUE FUI DOMINADOR absoluto de cada momento, espacio y movimiento es redundancia sobre una historia ya vista por todos y escrita por los especialistas. Mi punto de vista, me indica que por lejos y con diferencia exhibí mi mejor producción en estos 17 años como boxeador. Que aprobé con honores en la prueba donde lo externo prometía ser más exigente que lo que ocurriría en el tapiz de 25 metros cuadrados. Y así fue, todo lo vivido en la previa al combate fue espectacular, en todas sus dimensiones. Un show donde las palabras golpearon tan fuerte como los puños. Una larga gira donde cara a cara nos miramos a los ojos buscando las más profundas debilidades. Donde la verdad y la mentira se disputaban ese espacio llamado gloria.

Y si, derroté a Chávez también en el ring. Lo vencí en todos los terrenos y distancias ofrecidas por mí, ya que manejé a placer cuando, como y donde pelearíamos. Así fue, la verdad atrapó una vez más a la falsa y débil mentira. La coronación de Jr. fue hace ya más de un año, un tiempo donde aquellos hombres poderosamente ignorantes escribían con la sangre y el sudor de quienes buscan la verdad, una historia donde el codo borraba con asombrosa facilidad y fría costumbre lo escrito alguna vez por Marcel Cerdán, Sugar Ray Robinson, Carlos Monzón y por tantos otros héroes que elevaron más alto que sus puños la corona del peso mediano.

Chávez Jr. con un titulo mundial fue un error. Una mentira forjada a base de fábulas cual comic llena los espacios de unas hojas de papel tan blandas como su dedicación y profesionalismo. Sin el debido respeto que merecen competidores, fanáticos, seguidores y amantes de este deporte. Donde los antecedentes por doping que ensucian este trabajo llamado deporte y esta disciplina la llaman "noble arte" se repiten otra vez, donde dos exámenes antidopajes en sus dos combates anteriores fueron eludidos sin poca elegancia pero con sarcasmo frente a nuestros ojos. Suspendiendo al boxeador donde no podrá competir en sus "vacaciones". Nos dan otra perla más en nuestros rostros engrosando aun más una corona de mentiras.

VENCÍ A CHÁVEZ JR. EN un combate donde me tocó ir visitar el suelo. Caí producto de un buen par de golpes recibidos en el asalto final. Esa caída sacó a relucir la potencia guardada y reprimida en el boxeador mexicano, y algo que hasta ese momento yo, no había necesitado. Era la hombría necesaria para elevar aun mas mis brazos oyendo el veredicto de los jueces. Esa caída le dio la épica que necesitaba mi triunfo, el triunfo de 40 millones de argentinos levantando entre todos mi cuerpo de la lona, de otros tantos millones de latinos y anglosajones esperando algún hombre que acabe de una buena vez con tanta mentira y ponga las cartas de la sensatez en la mesa.

Ahora, vuelvo a cerrar mis ojos tan solo para oír en paz el son de una melodía llamada triunfo y rememoro el posterior momento de mi último combate. Ese combate que se convirtió en obsesión, eso que fue un sueño depositado en mi mente y mi corazón. Que desde mi primera derrota arrastré cual pesada carga en esta larga procesión.

En total, 12 años 29 semanas y 6 días pasaron de mi promesa. De esas palabras en donde me prometí a mi mismo volver para consagrarme. En ningún momento desenfoqué la mira de mi objetivo. En ningún momento olvidé mis palabras, porque fue mi corazón quien habló ese 19 de febrero del año 2000 donde caía derrotado por primera vez.

No tengo más que palabras de agradecimiento para quienes apostaron por mí

-- Maravilla Martínez, sobre el apoyo popular

AHORA, EN ESTE INSTANTE mantengo mis ojos cerrados. Veo los brazos de mi madre cubriendo mi cuerpo. Miles de almas desencajadas celebrando el renacimiento de este púgil. La caravana infinita de coterráneos que aun a pesar de la difícil situación, recorriendo medio mundo fueron a alentarme. Fueron a verme hacer mi trabajo, lo que debía hacer y tantas veces en silencio ensayé. Hoy siento aun el calor maternal del abrazo que aquel 21 de febrero de hace ya 37 pasados años me dio por vez primera mi madre. Algo que no volverá pero que está por siempre jamás en mí. Hoy soy el nuevo campeón regular, titular y oficial del peso del gran Carlos "Escopeta" Monzón, otro sueño vivido en carne y con luz propia que quedara grabado por siempre jamás.

No tengo más que palabras de agradecimiento para quienes apostaron por mí. Para quienes reflejaban en sus ojos el mismo deseo de triunfo que mi corazón dictaba. Hoy soy yo quien da las gracias por ayudarme a encontrar mi victoria.

Hoy... Volví.

Hasta la victoria siempre.

SERGIO G. MARTINEZ

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