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¿Cuándo es momento de renunciar?

Alex Smith estaba en la silla caliente de los San Francisco 49ers cuando Jim Harbaugh llegó al equipo. US Presswire

BRISTOL -- Era una conversación casual entre dos mariscales de campo reservas pasando el tiempo en medio de otro largo día de trabajo. Para Brady Quinn, de los Kansas City Chiefs, la oportunidad de finalmente entrar a un partido como titular de los Chiefs se avecinaba mientras una conmoción cerebral ponía en duda a Matt Cassel para el partido de la semana pasada en contra de los Tampa Bay Buccaneers. El mariscal de tercer equipo de los Chiefs, Ricky Stanzi, también sabía que tenía que estar preparado. Si algo le sucedía a Quinn, el destino del equipo rápidamente caería sobre sus hombros.

Esas posibilidades eran suficientes para mantener a ambos jugadores enfocados en su preparación, pero sus pensamientos eventualmente giraron a la difícil situación de Cassel. El veterano de ocho temporadas había sido tan vilipendiado que algunos aficionados de los Chiefs aplaudieron después de que sufrió una conmoción cerebral en la derrota en casa ante los Baltimore Ravens. Esa escena provocó que el tackle derecho, Eric Winston, condenara los aplausos en declaraciones posteriores al partido. Unos días más tarde, Quinn y Stanzi se burlaban de todo el veneno que había sido escupido sobre su compañero. Como dijo Quinn, "No es como si fuéramos a la NASA y les dijéramos cómo ponerse los trajes espaciales".

El pasador siempre es el jugador más visible en cualquier franquicia, el hombre responsable por cómo se desempeña su equipo en los partidos. El mariscal de campo franquicia es aún más sobrehumano a los ojos de muchos. Y cuando está teniendo problemas, el reto más difícil que enfrentan los equipos es decidir cuánto tiempo mantienen su confianza en él.

No es de extrañar que Cassel recibiera esa clase de trato en casa. Su récord general como titular de Kansas City es 19-25, y sus 14 balones perdidos son un gran factor en el inicio 1-5 de los Chiefs. Él no es diferente de Mark Sanchez de los New York Jets. Alguna vez tratado como la segunda venida de Joe Namath --particularmente debido a su aspecto de Hollywood y su condición de quinta selección global del draft del 2009-- Sanchez está completando apenas el 49.7 por ciento de sus pases este año. Además de tener compañeros acusándolo de manera anónima por ser "perezoso y consentido" la temporada pasada, está pasando este año enfrentando debates semanales acerca de si el reserva, Tim Tebow debería reemplazarlo.

Las situaciones con Sanchez y Cassel son interesantes no sólo debido al escándalo constante que los rodea. Sus problemas también plantean una pregunta intrigante: ¿Por qué los equipos finalmente renuncian a un mariscal franquicia?

"Realmente se reduce a cuándo deja de mejorar el jugador", señaló el analista de NFL Network, Charley Casserly, quien fue gerente general de los Washington Redskins y los Houston Texans. "Eso es algo difícil de juzgar porque hay mucho pensamiento involucrado en elegir a estos chicos. Tienes un cuerpo de trabajo que fue ensamblado para hacer la selección, y los egos se involucran. Pero si llegas al segundo y tercer año y sigues viendo los mismos errores, ahí es cuando te preocupas".

El ex entrenador en jefe de los Baltimore Ravens y actual comentarista de la CBS, Brian Billick, agregó, "Es algo difícil de hacer porque tiene que ser una decisión organizacional. Tienes que saber que no hay vuelta atrás y si eres el entrenador, tienes que saber que es el final para ti. No puedes fallar en un mariscal [franquicia]. Si lo haces, nunca sobrevives".

Cassel y Sanchez son los últimos mariscales franquicia en encontrarse atrapados en un círculo vicioso en el que muchos otros pasadores prometedores conocen también. Se suponía que el draft de 1999 sería uno de los más ricos en talento de la historia, y nos dio tipos como Tim Couch, Akili Smith y Cade McNown. Cuando los Houston Texans eligieron a David Carr y los Detroit Lions tomaron a Joey Harrington en el 2002, hubo tanto ruido en esas ciudades hasta que ambos jugadores fueron sacados de ahí. A partir de ahí la lista incluye otros nombres notables como Matt Leinart, Vince Young, J.P. Losman y JaMarcus Russell. Se supone que todos ellos harían cosas extraordinarias en la posición.

En cambio, sus respectivas franquicias perdieron la fe en sus futuros.

"Realmente necesitas la situación perfecta si vas a tener éxito como mariscal franquicia", declaró Carr, quien ahora es reserva con los New York Giants. "Necesitas una buena línea ofensiva, armas a tu alrededor y alguien que llame las jugadas que sepa lo que haces bien. Si tienes éxito temprano, ganas tiempo. Si no, entonces tu tiempo es limitado".

Casserly dijo que no hay una fórmula definitiva para determinar cuándo darse por vencido con un mariscal franquicia, pero hay algunos criterios básicos. El primero es si el equipo tiene una mejor opción en la plantilla. La segunda es si el jugador se ha estancado en su desarrollo o literalmente regresado. Finalmente, el tiempo es esencial. Como creía el entrenador en jefe de Salón de la Fama, Tom Landry, un equipo debe saber lo que tiene en un jugador una vez que han pasado tres años.

Eso no quiere decir que esos jugadores no tendrán éxito eventualmente. Es sólo que sus posibilidades de hacerlo para esa franquicia se reducen substancialmente.

"No es como en el béisbol donde sientas a un jugador que está en bajo nivel por un par de partidos y después lo traes de vuelta", indicó Casserly. "Mariscal de campo es una posición diferente debido al aspecto del liderazgo. Debes ponderar la confianza. Tienes que saber si el equipo ha perdido la confianza en él o si él la perdió en sí mismo".

El único jugador en la historia reciente en sobreponerse a tal situación es Alex Smith de los San Francisco 49ers. La primera selección global del draft del 2005, languideció con los 49ers por la mayor parte de su carrera. Lidió con lesiones, múltiples coordinadores (siete en seis años) y dos entrenadores en jefe que no sabían cómo sacarle provecho a su talento (Mike Nolan y Mike Singletary). Para cuando los 49ers contrataron al entrenador en jefe, Jim Harbaugh, la temporada pasada --y usó una selección de draft de segunda ronda en Colin Kaepernick-- el consenso era que Smith estaba de camino a ser suplente en otro equipo. Incluso Smith pensaba que ya no tenía futuro en San Francisco.

Entonces algo extraño sucedió. Smith se encontró con Harbaugh antes del cierre patronal del año pasado y comenzaron a hablar de fútbol americano. Un poco más tarde estaban afuera en el campo de prácticas atrapando pases, con Harbaugh lanzando balones con la misma intensidad que mostró durante su carrera de 15 años en la NFL. El entrenador estaba sintiendo al mariscal. El mariscal estaba sintiendo el enfoque del entrenador.

De todos los acontecimientos imprevisibles en la temporada 13-3 de los 49ers ese año, la madurez de Smith de chico criticado a nivel local a líder del campeón de la NFC Oeste clasificado en lo alto de la lista.

"Definitivamente sentí que hubo momentos en el pasado en los que esperaba salir y ganar el partido aquí", expresó Smith el año pasado. "Y eso me había llevado a forzar pases y cometer errores. Ahora las expectativas son totalmente diferentes. A veces podría ser feo pero se trata de hacer el trabajo".

La percepción de que el mariscal franquicia tiene que ser un líder sobrenatural es parte del problema al evaluar si vale la pena mantener a un pasador. Esa mentalidad ha sido parte del fútbol americano por décadas y ha alimentado la idea de que un hombre puede hacer realidad los sueños de todos.

"El historial es bastante claro", refirió Billick, "Si llegas como entrenador y obtienes al pasador indicado, la vida es buena y se pueden manejar algunas cosas. Si adquieres al jugador equivocado, hay un precio que pagar".

"He hablado con chicos como Steve Young, Troy Aikman, John Elway y Brett Favre acerca de esto", indicó el analista de ESPN y ex mariscal de campo de la NFL, Trent Dilfer. "Ellos pueden no darse cuenta al momento, pero el apoyo institucional es lo que les permitió desarrollarse. Cometieron errores. Tienen sus puntos flacos. Tienen etiquetas sobre ellos. Pero al final, todo en la organización fue construido alrededor de ellos teniendo éxito. Puedes tener al mariscal más talentoso del mundo. Si lo pones en una situación disfuncional, va a fracasar".

Dilfer tiene conocimiento de primera mano de cómo los pasadores salen de las organizaciones, porque eso es exactamente lo que le sucedió después de que los Tampa Bay Buccaneers lo hicieron la sexta selección global en el draft de 1994. El equipo le dio seis años para desarrollarse, que fue mucho tiempo. Lo que Dilfer no tuvo fue acceso a todos los recursos que él consideraba benéficos para su crecimiento. No se absuelve de culpa en la situación. Sólo cree que podía haber recibido más ayuda.

Por ejemplo, Dilfer una vez se acercó a los Buccaneers para hablar acerca de trabajar en la temporada baja con el ex mariscal estelar de los 49ers, John Brodie. Dice que el equipo le impidió hacer tal arreglo.

"Me gusta mucha gente en la NFL, pero la mitad de la liga es de malos entrenadores y de malos gerentes", sentenció Dilfer. "No tienen idea de cómo Bill Walsh hizo lo que hizo o de Don Coryell, o por qué New England está haciendo lo que está haciendo".

Carr pasó a través de su propia miseria durante cinco años en Houston. Además de ser constantemente maltratado detrás de una línea ofensiva miserable, vio como su apoyo se desvanecía mientras más perdían los Texans. El reloj comenzó a correr en contra de Carr cuando el coordinador ofensivo, Chris Palmer, se acercó a él en el medio tiempo de una derrota contra los Pittsburgh Steelers a principios de la temporada del 2005 y le dijo que probablemente sería despedido. Para el final de la temporada, el entrenador en jefe, Dom Capers, fue despedido también, con Casserly siguiéndoles los pasos unos meses más tarde.

Ese éxodo masivo es el indicador principal de que una franquicia se está preparando para deshacerse de su mariscal de campo.

"Habían despedido a todo el cuerpo de entrenadores para mi cuarta temporada", declaró Carr. "Todos se habían ido por lo que se fueron quedando sin gente a quién culpar. Esa es la primera progresión. Primero es el coordinador. Luego está el entrenador en jefe. Y finalmente el mariscal de campo".

La mayoría de los pasadores que han pasado por esa experiencia reconocerán que eso no los condujo a mejorar su juego.

"En ese punto, comienzas a presionarte para hacer más jugadas", continuó Carr. "No fuiste elegido por el que ahora es el entrenador en jefe y es una situación en la que sientes que necesitas tener éxito inmediatamente. Comienzas a poner más presión en ti mismo".

Todo eso es evidente en la manera en que Cassel y Sanchez han jugado esta temporada. Aunque Cassel ha intentado mantenerse confiado --"No veo sobre mi hombro", dijo-- tuvo cinco intercepciones y dos balones sueltos perdidos en sus últimas dos salidas. Sanchez ha sido afectado más por un débil cuerpo de apoyo y las lesiones en sus receptores. Los Jets parecen lo suficientemente preocupados acerca de su confianza que lo limitaron a 18 intentos de pase (y 82 yardas) en la victoria de la semana pasada frente a los Indianapolis Colts.

La parte más difícil de resistir tanto escrutinio público es que incrementa la presión en la organización para considerar otras opciones. Eso sucedió cuando Billick dirigió a Kyle Boller, un recluta de primera ronda del draft del 2003, en Baltimore. Boller nunca se desarrollo lo suficiente para liderar efectivamente a un equipo dominado por la defensiva, y los Ravens eventualmente adquirieron a Steve McNair para reemplazarlo en el 2006. Ese mismo año también fue el inicio del fin para Carr en Houston. Tan pronto como los locales comenzaron a pedirle al equipo que eligieran a Young en el draft del 2006, la corte de la opinión pública sentenció el destino de Carr.

Winston era novato en ese equipo de Houston y dijo que la reacción en contra de Carr no se compara a los insultos lanzados hacia Cassel.

"No recuerdo que fuera tan malo como esto", expresó Winston. "Esto parece haber estado preparado por mucho tiempo. No creo que se trate tanto de Matt como lo es acerca de la frustración con la franquicia. En mi primer año en Houston, estábamos jugando con muchos jugadores jóvenes así que íbamos a perder. Aquí las expectativas eran que seríamos mejores".

La única gracia salvadora tanto para Cassel como para Sanchez es que han tenido algo de éxito en la liga. Cassel llegó al Pro Bowl en el 2010, cuando lanzó 27 pases de touchdown con sólo siente intercepciones y ayudó a los Chiefs a ganar la AFC Oeste. Sanchez llevó a los Jets al juego por el campeonato de la AFC en sus primeras dos temporadas. La creencia en aquel momento era que continuaría floreciendo mientras ganaba más experiencia.

Viendo hacia atrás, esas temporadas ganadoras probablemente han sido las únicas razones por las que han continuado jugando.

"Las cosas se complican con chicos como Sanchez y Cassel porque tienen un historial en la liga", señaló Casserly. "Tienes que hacerte algunas preguntas difíciles cuando se involucra eso, la primera es si tienes una mejor alternativa".

Para los Jets, eso significa considerar la vida con Tebow bajo centro de tiempo completo. Los Chiefs ya vieron lo que Quinn puede hacer en lo que se convirtió en una derrota 38-10, con Tampa Bay. Completó 22 pases en 38 intentos para 180 yardas y dos intercepciones. Una vez que Cassel tenga autorizado jugar, habrá una protesta aún mayor sobre la falta de opciones en la posición para los Chiefs.

Dilfer cree que los equipos podrían salvarse a sí mismos de la frustración al contratar consultores externos --un ex mariscal probado o un respetado entrenador-- para ayudar a evaluar el progreso de un pasador. La idea sería tener a alguien en el personal, sin estar en una posición de tomar decisiones, cuyas evaluaciones no sean confundidas por las políticas o un deseo de mantener el empleo. Los prospectos de draft se beneficiarían de ese tipo de tutela antes de sus entrenamientos personales. Quizás esa visión podría hacer más fácil para los jugadores trabajar en sus problemas.

Al menos, podría ayudar a las franquicias a entender mejor cómo lidiar con las circunstancias que actualmente rodean a jugadores como Cassel y Sanchez.

"No creo que se trate de deshacerse de un mariscal de campo", indicó Dilfer. "Se trata de que el equipo tenga una idea de qué hacer con el siguiente pasador. Si siguen adelante y no saben lo que están haciendo, sólo van a seguir cometiendo los mismos errores".