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Maravilla, esclavo de sus sueños

BUENOS AIRES – "El campeón tiene migraña", dice alguien. Y el rumor estremece a la decena de periodistas que, pacientemente, están esperando sus diez minutos de gloria o, por lo menos, de reportaje. "Esperemos que se mejore pronto", afirma otra persona. Es que Sergio Maravilla Martínez está concediendo diez minutos de entrevista a otros tantos periodistas por la mañana y lo hará con otros tantos por la tarde. Es su segunda jornada en Argentina. "Anoche tuvo que asistir al programa de Marcelo Tinelli y se acostó a la medianoche, y hoy empezó con la rueda de periodistas", explica Mariana Castro Madero, una de las responsables de la empresa que ha organizado parte de esta visita de Martínez a la Argentina.
Más de veinte personas de la empresa "Lisandro de la Torre y Santiago Pereyra Iraola Eventos" se ha ocupado del cátering, de los decorados y del ordenamiento de los medios; fue sin embargo la TyC quien invitó a Martínez a la Argentina. Este miércoles, le queda presentar su libro, "Corazón de Rey" que, como ya está en las librerías, ha empezado a venderse y a buen ritmo.

Esperamos con paciencia nuestro turno. Cada periodista, si tiene que hacer una nota para la televisión, será maquillado, se lo instruirá que tiene exactamente diez minutos y que habrá dos cámaras que tomarán los gestos del campeón y los del entrevistador. Por suerte, el dolor de cabeza del campeón está cediendo. Así que hay que pasar a la sala de maquillaje. Le entregamos a Martínez una pintura del artista santafecino Lucas Cejas, que refleja el momento en que conectó su mano definitiva ante Paul Williams. Emocionado, Martínez se olvida del dolor de cabeza para elogiar la obra y agradecerla cálidamente

A las espaldas del campeón –saco oscuro, remera clara que luego irá cambiando nota a nota, libro en la mano- hay un enorme led con un reloj que cuenta en forma descendente. "Cuando terminan los diez minutos, tiene que terminar la nota", aclaran. El estudio está a media luz, y el recién llegado queda casi enceguecido por focos que alumbran desde el piso. El campeón ya concedió diez entrevistas a la mañana, o sea cien minutos puros de preguntas y respuestas. Aunque le dieron un rato para almorzar, le toca una siguiente ronda.

-Está todo encaminado para que pelee en la Argentina, y para mí será algo muy grande, yo ya lo hice en Atlantic City, en Las Vegas, en varias ciudades de Inglaterra, en Nueva York, pero esto será muy especial.

-Vivo todo el día de boxeador, pero ahora puedo, por lo menos, desentenderme aunque sea un poco, hasta que retome los entrenamientos.

-Haber escrito este libro ha sido muy importante para mí, yo escribo mucho, llevo muchas horas y horas escribiendo y confieso que me encanta hacerlo.

-Soy un esclavo de mis sueños, porque así como he soñado con ser boxeador y llegar a lo más alto, siempre soñé con escribir, pero también sucede que, cuando uno llega, luego no puede dejar esos temas tan fácilmente, y entonces uno debe sucumbir a ellos día a día.

-También e invertido horas y horas viendo a grandes boxeadores, como un Carlos Monzón o un Sugar Ray Robinson... De todos ellos uno aprende algo, uno toma algo. No es copiar el estilo ni nada de eso, sino tratar de aprender cosas. Es como cuando un escritor lee a otro y descubre una buena frase y se dice a sí mismo, "Cómo no se me ocurrió a mí" o "Cómo pudo lograr este efecto", bueno, yo veo a los grandes boxeadores y me pasa algo similar.

-He ido subiendo por una larga escalera, trepando a mis sueños y ahora siento que estoy muy arriba, pero no se me ocurre mirar hacia abajo, siempre trato de subir más.

-No me gusta mucho que crean que mi libro es de auto ayuda, yo diría que es en realidad de auto superación, porque yo empecé muy de abajo y logré hacer realidad mis sueños, y cualquiera tiene no solamente derecho a soñar, sino también a luchar porque esos sueños se conviertan en realidad.

Hubo más frases, más conceptos y más Maravilla Martínez. Así que cuando el reloj empezaba a marcar que se acaban los plazos concedidos, cuando los diez minutos iban terminándose, fue el propio Martínez quien los concluyó, repitiendo:

-Si, soy un esclavo de mi pasión, de mis sueños. Un esclavo de mis sueños.

El reloj llegó a cero, la magia terminó. Había que empezar una nueva entrevista. Alguien le acercó un vaso de agua, quizás para aliviarle la migraña.