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Esta vez, fueron muchos errores

BRISTOL -- La defensiva de los Cowboys fue excelente el domingo. No sólo buena, excelente. Sé que podría sonar abusurdo decir eso, luego de que permitieron 29 puntos, pero si miran lo que la defensiva hizo cuando estuvo en el campo, se sorprenderían. Los Cowboys entregaron el balón seis veces en el partido, dejando a los New York Giants en una posición que promedió la yarda 46 de su propio terreno, luego de cinco entregas que no fueron llevadas hasta las diagonales. Los esquineros Brandon Carr y Morris Claiborne, anularon por completo a dos de los mejores receptores del juego, las figuras de Hakeem Nicks y Victor Cruz. Los Giants sólo convirtieron 3 de 15 terceras oportunidades. La defensiva de Dallas ofreció un curso de cómo limitar los daños.

El problema fue que había demasiado daño que controlar, y eso recae en el marsical de campo de los Cowboys, Tony Romo.

Romo fue un desastre en este partido, se vio incómodo, inquieto, predecible y propenso a equivocarse. Lanzó cuatro intercepciones, y no las del tipo que se pueden culpar en alguien más. Los Giants parecían capaces de leer cada movimiento suyo y anticipar el error que iba a cometer. En el primer robo, hizo uno de los peores engaños de carrera que se han visto, luego se sujetó a su primera lectura y le permitió a Stevie Brown saltar la ruta. El segundo fue un pase terrible hacia el frente, que pasó por encima de Miles Austin directo a los brazos de Corey Webster. En el tercero, Jason Pierre-Paul detuvo su presión al pase, cuando se percató que Romo estaba buscando deeshacerse del balón, por lo que se elevó en el aire para robarse un balón que regresó hasta las diagonales.

Hubo otros envíos malos, demasiados, con un Romo que completó 36 de 62 pases en todo el día. Cómo falló con James Hanna al final de las diagonales, una jugada antes de correr el balón y anotar por tierra, es algo que aún no entiendo. Los fanáticos abuchearon a Romo, y después del juego dijo que nos los culpaba. Tanto como cualquier otra derrota en esta temporada de 3-4, esta cae directamente sobre Romo.

Quedó probado que los Cowboys no pueden permitirse malos partidos por parte de su ofensiva, del modo que los Giants aparentemente sí. Dallas simplemente no cuenta con la ofensiva para reponerse de un mal partido de su lanzador. Con DeMarco Murray fuera, el juego terrestre ni siquiera existe, lo que no debería ser sorpresa. Felix Jones es un corredor reemplazo tratando de ganar yardas por el medio, detrás de reemplazos de calidad en la posición de centro y guardia. Esos linieros interiores están siendo desplazados a placer, y parte de la inseguridad de Romo, tiene que ver con la inconsistencia en la protección que le dan.

Pero todo eso ya es como es. Los Cowboys no tienen la misma profundidad de talento ofensivo que los equipos élite de la liga, y esa es la principal razón por la que no son uno de ellos. La forma de ganar un juego como el del domingo, es que los estelares que sí tienen a la ofensiva, se comporten como tal. Tras apenas vencer a los Panthers la semana pasada en Carolina, escribí que Austin y Dez Bryant tenían que hacer un mejor trabajo en sus duelos en la secundaria. El domingo lo hicieron. Cada uno tuvo más de 100 yardas por aire, así como el ala cerrada Jason Witten, que atrapó la deslumbrante cifra de 18 pases para 162 yardas. Los jugadores clave de Cowboys cumplieron en el campo. Si Bryant no hubiese detenido su caída con la mano derecha, en los últimos diez segundos, la historia de este juego pudo haber sido totalmente contraria.

En lugar, vimos a Romo, el estelar ofensivo que tuvo un mal partido, y que no logró mantener la posesión en un choque que se decidió por pulgadas. Le toca la presión por éste. Vi un esfuerzo muy débil en la resaca de la derrota, de cargarle a Jason Garrett las quejas por no correr el balón en segunda, tercera y cuarta y uno, pero nadie que haya visto el partido tenía razones para creer que los Cowboys conseguirían una yarda por tierra. Sin Murray, están extremadamente limitados en la ofensiva. Es por eso que necesitan a su mariscal de campo muy fino. En ese día --donde ganaron la batalla de la posesión, mantuvieron a sus oponentes en menos de 300 yardas totales y sacaron 83 jugadas ofensivas contra 58 de Giants-- no pudieron sobrevivir a los errores de Romo.