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El Nº 1 justificado

Las apreciaciones elogiosas hacia Novak Djokovic no tienen relación con la sorpresa que nos dio en la rueda de prensa de semifinales, cuando repartió bombones entre los periodistas, en agradecimiento por haber seguido sus actuaciones durante 2012. Esa acción de marketing jamás tendrá incidencia sobre un texto escrito (escribía el periodista, mientras comía el último pedazo de bombón con forma de corazón y tiraba el papel metálico a la basura).

El comienzo del artículo será un autoplagio, repetición de una idea expresada en una columna anterior. Las historias del circuito que se repiten suelen ser las menos atractivas: si Andy Murray hubiera ganado el Masters sería una novedad, con la que cerraría un año bisagra. Si lo hubiera hecho Roger Federer, un nuevo gran título del campeón que no quiere declinar...

Novak Djokovic fue el mejor del Masters, lo que a la vez le otorga un merecido título de Jugador del Año, al menos en la humilde opinión de este columnista. La temporada fue saludablemente pareja, los cuatro Grand Slam terminaron en ocho manos distintas, Murray agregó los Juegos Olímpicos, Djokovic fue quien sumó más puntos y se coronó en el cierre entre los ocho Maestros.

Su producción se pareció a la del 2011 (70-6 el récord del año pasado, 75-12 éste), por eso lo de la historia repetida. Puede sonar no tan atractiva como las otras, pero eso no debe hacernos perder de vista el valor de sus logros: título de Australia, finales de Roland Garros y el US Open, semifinales en todos los torneos menos en dos: París (superado por Querrey) y Madrid (disconforme con la arcilla azul, cayó ante Tipsarevic).

El revés elástico del final, la estabilidad en el tren superior pese a la posición incómoda, para sacar ese passing shot que pasa a Federer y le concede el título, y el festejo posterior, la corrida a la red, quedará como la última gran foto del circuito ATP (resta la final de la Copa Davis). "Es la mejor manera de terminarlo", confirmó el serbio, que siempre ha señalado al revés paralelo como el mejor tiro, el que hace la diferencia. El Masters también sirve para esto, para agregar dosis de confianza de la cual aferrarse al término de las vacaciones. Djokovic demostró por qué es el mejor, con victorias sobre Murray en el grupo clasificatorio y Federer en la definición. Roger sabe que no está lejos, que el partido podría haber sido suyo si no hubiera desperdiciado las ventajas.

El comienzo de la final favoreció al suizo. Novak todavía no había entrado en ritmo y ya se encontraba 0-3. Como en la semifinal ante Del Potro (aunque en distintos momentos), Nole aguardó su chance y encontró la combinación que prefiere, revés a revés, y a poner a correr a Federer sobre su derecha. El suizo intenta encontrar el resquicio para invertirse de derecha y distribuir a velocidades y alturas distintas. La intención suya es no pasarse la noche peloteando. No hay que confundirse: Novak no sólo la pasa, también exige. Si él domina con su derecha, Federer, estará en problemas.

El quiebre al inicio del segundo set le dio una nueva ventaja al Nº 2 del mundo, que llegó a servir 5-4 pero falló un par de drives importantes. "Una lástima las ventajas que no aproveché, pero al final del día, no importa, tienes que cruzar la línea de llegada", comparó Federer.

Así como una victoria de Federer habría aportado la historia más "vendible", el suizo aportó la cuota de espectáculo con aquel passing de drive, la pelota que ya había pasado la línea de su cuerpo, el brazo que le da el efecto necesario, la cepilla y deja a Djokovic parado. En el mismo punto había salvado una volea casi imposible, en un contexto en el que la pelota quemaba: se trataba de un set point en contra. El griterío que generó ese punto tuvo los decibeles de ovación de recital de rock, de aquellos que ofrece el O2 cada semana. "We love you, Roger", gritó uno bien fuerte cuando se apagó el fuego. El estadio volvió a aplaudir. Federer fue local incluso cuando enfrentó a Andy Murray.

Del otro lado, hubo una destacable actitud temeraria de Djokovic, que reportó los puntos clave en los cierres de sets. "No me sentía cómodo en esta superficie en los últimos años. Siempre llegaba muy cansado, no me las arreglaba para mostrar mi juego. Este año fue diferente, vine motivado, físicamente fresco, dispuesto a pelear y a llegar lo más lejos posible. Ganar todos los partidos lo hace más especial", dijo el campeón. Por terminar invicto esta semana, ganó 1.500 puntos (buena base para el 2013, la misma que tuvo Federer durante la temporada que termina) y 1.760.000 dólares. Parte del crédito debe ir no sólo a sus entrenadores, también al calendario bien armado, pensado para llegar a fin de año de la mejor manera posible.

"Dedico esta victoria a mi padre. Te amo", dijo Djokovic en la televisión serbia. Srdjan se recupera en un hospital de Belgrado por sepsis, un problema en el sistema inmunológico por la acción de una bacteria. "Haber tenido a mi padre luchando por su salud me dio fuerza extra. Es una de las razones por las que luché cada partido". Mañana lo visitará en el hospital en la sala de cuidados intensivos.

Mientras tanto, un par de exhibiciones, y luego dos semanas y media "en un lugar muy tropical, hermoso, sin raquetas, sin nada, sin tenis, para recargar baterías". Lo hará como Nº 1 de fin de año, con el mérito que conlleva haber defendido esa posición. Sabido es que mantenerse es más difícil que llegar.

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