Ben Lindbergh 11y

¿El próximo Griffey?

En algún momento esta pretemporada, un equipo con dinero para gastar y un hueco para llenar en su plantel con un jardinero zurdo que posee un bate poderoso convertirá a Josh Hamilton en un hombre muy pero muy rico. Las reuniones invernales están cerca y algunas figuras ya están fuera del mercado, por lo que el mundo del béisbol se pregunta "¿Cuándo?" y "¿Qué tanto ganará?". Los totales de Hamilton y su temporada como MVP en el 2010 lo convierten en uno de los jugadores máds tentadores del mercado libre, pero su edad, historial de lesiones y abuso de drogas, y su nivel lejos de parques propensos a favorecer a bateadores ofrecen varias razones para que los gerentes generales piensen dos veces sobre comprometerse a un contrato a largo plazo con él.

Uno puede agregar a otra preocupación a la lista de alertas: Hamilton no es un bateador paciente. Él se ha ponchado más que un bateador normal durante su carrera y obtuvo un poco menos que el número promedio de pases libres a pesar de que los lanzadores tienen varias razones para no querer lidiar con su bate. Su tendencia a perseguir lanzamientos fuera de la zona de strikes fue más pronunciada la temporada pasada mientras que su porcentaje de contacto bajó drásticamente.

Gracias a que Hamilton no es productivo acumulando boletos gratis
, gran parte de su productividad ofensiva sucede cuando hace contacto. El resultado de un batazo depende de dos cosas: Velocidad y calidad del contacto. La velocidad del bate tiende a bajar a partir de los 30 años al igual que el tiempo de reacción del bateador. Si Hamilton tuviese mayor dominio de la zona de strike, su habilidad para conseguir bases por bolas compensaría por su declive inevitable en otros aspectos. Por ahora, su valor ofensivo depende de cosas que empiezan a irse con el paso de los años.

Adam Jones es un jugador similar a él y recibió una extensión de seis años y $85.5 millones de dólares de parte de los Orioles de Baltimore. Jones camina todavía menos que Hamilton y posee menos poder, pero ambos jugadores encajan en el rubro de jugadores con pocos boletos, mucho poder y una cantidad de ponches casi idéntica durante su carrera.

Yo me fijé en bateadores con producciones similares a las de Jones (y, coincidentalmente, Hamilton) hasta el mes de mayo para ver cual es el efecto de obtener pocas bases por bolas a medida que un jugador envejece y los dividí en dos grupos, uno para aquellos que caminaron en menos del 10 porciento de sus turnos al bate y otros que sobrepasaron esa marca.

Lo que encontré es que los que obtienen pocos pasaportes gratis envejecen de peor forma que los que sí caminan mucho. No solamente baja su productividad con el bate en sus manos, sino que también su tiempo en el diamante baja más rápidamente.
Debido a que Jones tenía solamente 26 años cuando firmó la extensión de contrato, yo llegué a la conclusión de que el acuerdo tuvo sentido para Baltimore a pesar de su carácter impaciente como jugador.

Los bateadores que obtienen pocos boletos gratis no sufren estadísticamente comparado con los que poseen poder y un alto porcentaje de pases libres hasta que cumplen 32 años. O sea, una vez que Jones cumpla 32 no será problema de los Orioles, así que ellos pueden disfrutar de sus temporadas más productivas y dejar que otro equipo pague por su inevitable bajón en el futuro.

El equipo que emplee a Hamilton no va a tener ese lujo: Sus días más productivos ya son cosa del pasado, y su fase de declive ya ha comenzado. En la tabla que les mostramos a la derecha se encuentran las estadísticas de Hamilton en el 2012, junto con las estadísticas que se proyectan para él en sus próximas siete temporadas, gracias al sistema de proyección de Baseball Prospectus, PECOTA.

Las proyecciones estadísticas no incorporan a los efectos que podrían conllevar los fantasmas del pasado de Hamilton con el abuso de drogas o la posibilidad de que vuelva a abusar de ellas, ya que eso no se puede estimar con precisión. Aún sin contar con esas variantes, PECOTA proyecta que Hamilton estaría cerca de ser lo mismo que un remplazante suyo en las ligas menores para el final del contrato por siete años que él aparentemente quiere firmar, totalizando 15.3 victorias sobre su remplazante (WARP) durante todo el contrato.

Si ponemos al precio actual de cada victoria por agente libre en cinco millones de dólares y tomamos como factor la cifra conservadora de un cinco porciento de inflación anual, cada triunfo costaría unos siete millones de dólares en el mercado libre para el final del contrato. En total, las 15.3 victorias se traducirían en poco más que 85 millones de dólares en su valor como jugador. Considerando al aumento del presupuesto de la liga gracias a contratos televisivos y cambios en el convenio colectivo, el porcentaje de inflación durante ese tiempo podría exceder al cinco porciento, pero aun si ponemos al valor de una victoria en siete millones, su valor en total escalaría nada más a aproximadamente a 107 millones de dólares.

PECOTA basa parte de sus proyecciones en como jugadores del pasado han lucido en comparación. El grupo de jugadores comparables a Hamilton incluyen a algunos nombres alentadores como Ken Griffey Jr. y Andruw Jones -- pero ellos vivieron el mismo tipo de pesadilla que los pretendientes de Hamilton temen actualmente. Ambos peloteros fueron superestrellas hasta los 30 años, pero una combinación de lesiones, mala condición física y habilidades que se iban extinguiendo de a poco los hicieron poco productivos tras esa edad. Griffey jugó hasta los 40 pero acumuló apenas 8.2 del WARP de 79.2 tras los 31 años, mientras que Jones tuvo apenas 2.5 de WARP entre los 32 y 35 años.

Hamilton no está condenado a sufrir un destino similar, pero esos ejemplos nos recuerdan que tan rápido un jugador productivo puede convertirse en un peso indeseado.

Buster Olney escribió anteriormente esta semana que el mercado interesado en Hamilton se ha desarrollado lentamente, apuntando a que ningún equipo parece estar dispuesto a ofrecer un contrato que supere los cuatro años de duración. Un contrato de ese tipo llevaría a Hamilton hasta el 2016 y, según nuestro modelo conservador, valdría poco más de 64 millones de dólares. Si uno alza el promedio de su valor por cada victoria que produce a siete millones, la suma más razonable sube a 84 millones, o 21 millones por año hasta los 35 -- coincidentalmente o no, esa es la misma edad en la cual PECOTA espera que Hamilton sea mejor que un jugador ordinario por última vez. Un equipo al borde de llegar a los playoffs podría estar dispuesto a pagar ese precio por su productividad a corto plazo, pero para la gran mayoría de los equipos, ese parece ser el límite más prudente al que pueden llegar.

Ben Lindbergh es editor en jefe de Baseball Prospectus.

^ Al Inicio ^