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Jorge Hank, un león contenido

TOLUCA -- Jorge Hank Rohn llegó al Estadio Nemesio Diez con una camiseta de manga corta de los Xolos, y un chaleco del equipo. Se sentó en el palco que había frecuentado mientras vivía en Toluca. Pero esta vez venía enfundado con los colores de su equipo, el que fundó en su segunda ciudad.

Y cerca de él había más aficionados a los Diablos.
Hank entonó el himno nacional al mismo tiempo que las otras gargantas del estadio. Después se sentó y esperó callado, como si el futbol apaciguara su intensidad. Si acaso se mostraba nervioso cuando su mano frotaba frecuentemente su cara. De ahí en fuera expresaba poco.

Al minuto 35 los nervios se convirtieron en humo de cigarro. No hubo más movimientos. Hank era como un León que no se movía ante los estímulos.

En el medio tiempo aclaró en una breve entrevista que siempre actúa así en el fútbol. "Siempre lo veo con mucha tranquilidad".

Ahí también aclaró que Xolos está pensado como un proyecto a muy largo plazo y que no cree en las cábalas del número tres, aunque coincidentemente se sentó en un asiento que terminaba con ese dígito.

El segundo tiempo fue una continuación de la rutina, a pesar de que el panorama del juego cambió. Cuando cayeron los dos goles todo el palco se levantó de su asiento y Hank permaneció sentado, emocionado, con una sonrisa insinuada.

De nuevo al minuto 35 encendió un cigarro. Ya esperaba el triunfo. Su hijo Jorgealberto, que vio todo el juego de pie, pidió que enviaran una playera con la leyenda "Xolos, campeón" para su papá. Las playeras comenzaron a circular cinco minutos antes, pero Hank esperó hasta el silbatazo final para enfundársela. Entonces sí, de una manera sencilla, se unió al festejo.

Sus Xolos llevan tres temporadas en Primera División y ya eran campeones.