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Willie Aikens y su nuevo legado

MAZATLÁN -- Willie Aikens no puede ocultar los errores de su pasado, y no los que cometió como primera base en el béisbol de grandes ligas o de verano o invierno en México, sino los que lo llevaron a pasar 14 años en la cárcel.

Aikens está muy consciente de ello, y en vez de tratar de esconder situaciones de su pasado, las explica a detalle con mucho sentimiento y arrepentimiento, y más cuando sus dos hijas mayores, Lucía y Nicole, lo escuchan. pues su tercera, de apenas 3 años de edad, aún no entiende sus palabras y prefiere jugar.

"Cuando yo entré a la cárcel mis hijas tenían 8 y 6 años, me perdí todo su crecimiento", dijo Aikens. "No supe ser un padre en ese entonces, lo fui desde la cárcel y ahora se todo lo que perdí".

"Cuando salí de la cárcel, mi espíritu cambio, me di cuenta de que no supe ser un padre para ellas, y ahora quiero recuperar ese tiempo", agregó.

El ex jonronero de grandes ligas, quien dio cuatro vuelacercas en una Serie Mundial, reveló que empezó a consumir drogas un año después de regresar a jugar en invierno con los Venados de Mazatlán en 1986-87.

"Los años que yo jugué aquí, en el primero no, pero segundo y tercero que jugué aquí en Mazatlán, yo estaba usando drogas, empecé a usar en el 86 otra vez cuando no pude jugar allá en los Estados Unidos, para mí eso fue una mala decisión", comentó.

Tres años después de jugar por última vez en México --1991 con Industriales de Monterrey en la Liga Mexicana de Béisbol--, fue sentenciado en Estados Unidos a 20 años de prisión en 1994 por tráfico de drogas, pero una modificación en las leyes le dio su libertad en 2008.

Fueron 14 años los que estuvo en prisión, 14 años en los cuales empezó a reflexionar sobre su vida, de como enmendar los errores que lo llevaron del estrellato en el béisbol a la profundidad del consumo de drogas y alcohol.

Y no olvida porque antes de cada partido con Venados de Mazatlán llegaba temprano al estadio para correr y hacer ejercicio por largo tiempo.

"Yo me la pasaba en la calle festejando en los clubes, tomando alcohol, usando drogas, no tenía mucho tiempo para descansar, pero yo sabía que tenía que venir al estadio temprano, para tratar de sacar esas cosas que estaban dentro de mí", recordó.

Aikens no vaciló en redireccionar su vida al ser libre en 2008, y el ser una persona más espiritual, lo tiene ahora trabajando con los Reales de Kansas City en los entrenamientos primaverales como mentor e instructor de novatos.

"Ahora soy mentor de los jóvenes de los Reales, quizá si yo hubiera tenido un mentor que me hablara hacia dónde llevan el alcohol y las drogas, no hubiera pasado los problemas que pasé".

Y parte de esa orientación hacia los jóvenes, la impartió el martes pasado a los jugadores, cuerpo técnico y directivos de los Venados de Mazatlán, al tener una plática con ellos antes del inicio de las prácticas de bateo previo al juego contra Águilas de Mexicali.

"Fue una muy buena charla y creo que le llegó a los jugadores", dijo uno de los directivos del equipo.

Y el estar trabajando para los Reales es un gran logro, y pues una de las personas que dio su aval para que lo contrataran, fue el ex gerente general y Salón de la Fama, Pat Gillick.

"Pat Gillick fue conmigo al terminar la temporada con Azulejos en 1985 y me dijo que ya no entraba en los planes del equipo", dijo, "fue un gran amigo, un padre para mí, pues el mio nunca lo conocí".

"Gillick me visitó en la cárcel y después habló muy bien de mi para que los Reales me dieran trabajo como mentor e coach para ayudar a los jóvenes", agregó, "todavía sigo en contacto con él".

El ex ligamayorista estuvo en el puerto mazatleco durante tres días de homenajes --aunque la lluvia los redujo a dos--, y el miércoles el equipo le retiró el número 24 que portó en el uniforme de los Venados de Mazatlán en tres campañas de 1986-87 a 1988-89.

En los 80, Aikens dejó varios récords que aún no han podido ser superados, solo igualados, en la Liga Mexicana del Pacífico, y algunos otros que han sido inalcanzables con los Venados de Mazatlán.

En su regreso a Mazatlán 24 años después, deja otra marca, una de la que muy pocos se levantan para contarlo, caer en lo peor de las drogas y el alcohol, y levantarse para ser un ejemplo del por qué no deben combinarse con el deporte, ni en la relación de familia.

En un futuro, Aikens espera no tardar tanto en regresar al puerto sinaloense, pero lo que más le gustaría es hacerlo formando parte del equipo.

Inolvidable fue el haber realizado en lanzamiento de la primera bola en el primer juego de la serie, el firmar autógrafos en dos partidos y recibir en vida el retiro de su número. Y sobre todo tener a la familia a un lado, luego de andar por un oscuro camino.

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