<
>

El dinero no compra el orgullo

BUENOS AIRES -- El Mundial de Clubes tuvo en el Corinthians brasileño a un merecido campeón, pero además confirmó el mal momento del Chelsea, que en esta temporada parece haber perdido el rumbo que lo convirtió, hace apenas medio año, en campeón de Europa.

Lejos de la punta en la Premier y eliminados ya de la UEFA Champions League, los Blues sumaron otra frustración, y ni siquiera el arribo de un nuevo técnico, en la figura de Rafa Benítez, parece haber sido impulso suficiente.

Es ahí donde creo que la ida de Didier Drogba se siente muy fuerte. El marfileño fue clave en los últimos años en los logros del Chelsea, y da la impresión de que el equipo, sin él, no tiene ni el orgullo ni el corazón necesarios para pasar de ser un plantel con nombres de mucha valía a convertirse en un equipo campeón.

No se puede negar que, en la definición ante Corinthians, hubo dos partidos bien distintos, y que en el primero fueron los ingleses los dominadores. No
mostraron gran cosa, pero sí llegaron al menos cuatro veces a posiciones muy claras de gol, y solamente la enorme tarea de Cassio en el arco brasileño
impidió que se abriera el marcador.

Cassio empezó sacando una pelota tremenda a los 10 minutos, luego le tapó un mano a mano a Fernando Torres, desvió al corner con mano cambiada un remate con destino de gol de Moses y detuvo otro tiro potente y peligroso de Mata.

La gran tarea del arquero paulista fue suficiente para que ese poco más que había hecho Chelsea en el primer tiempo se diluyera en el segundo, mientras que, por el contrario, el Corinthians empezó a manejar la pelota, se animó a jugar y salió decidido a llevarse el partido.

Mientras Mata se volvía cada vez más intermitente, Emerson dejó de jugar para él mismo y empezó a asociarse. Paolo Guerrero, que había batallado demasiado solo arriba en el primer tiempo, en el segundo creció y comenzó a hacer diferencia en el uno a uno.

El Chelsea se iba apagando y cada vez llegaba de manera más intermitente y de contra o con pelotazos, a la vez que el Corinthians se acercaba cada vez más al gol.

No fue extraño entonces que, tras una gran jugada colectiva, el campeón de América tuviera su premio. Paulinho hizo pasar a dos marcadores, Danilo enganchó y remató, y el rebote le cayó al peruano Guerrero para que, de cabeza, anotara el gol decisivo.

Ni entonces reaccionó un Chelsea que, insistimos, parece haber perdido el espíritu ganador. No tuvo actitud para ir a buscar el empate y, en la más clara que tuvo, otra vez Torres no pudo vulnerar a Cassio, que fue merecidamente premiado como el mejor del partido, una distinción muy poco habitual para los arqueros en esta competencia.

En definitiva, lo que le faltó al Chelsea lo tuvo el Corinthians. Tal como hizo durante su campaña en la Libertadores, se armó de atrás hacia adelante. Siempre mantuvo el orden defensivo, tuvo salida prolija por los laterales, buen manejo en el mediocampo y la paciencia necesaria para esperar a sus rivales y liquidarlos en el momento justo.

Fue un gran cierre de año para uno de los equipos más populares de Brasil, que además terminó con cinco años de hegemonía europea en el torneo.

Felicidades.