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Una campaña histórica

El triunfo por barrida de los Gigantes de San Francisco en la Serie Mundial coronó una temporada llena de grandes momentos y emociones en el mejor béisbol del mundo.

La campaña del 2012 trajo como principal novedad la aparición de un segundo comodín en cada liga, lo cual hizo que la lucha por los boletos a la postemporada se hiciera más intensa.

Fue esta innovación la que permitió que los campeones del año anterior, los Cardenales de San Luis, lograran colarse a los playoffs, al igual que los Vigilantes de Texas, monarcas de la Liga Americana en el 2010 y 2011.

San Luis pasó con el peor récord de los diez equipos que entraron a la postemporada, mientras que Texas lo hizo con idéntico balance que los Orioles de Baltimore, ganadores del otro wildcard, lo cual, hasta el pasado año, hubiera obligado a un partido de desempate para definir cuál de los dos avanzaba a la siguiente fase.

San Francisco, un gran campeón

Los Gigantes son los nuevos reyes del béisbol por merecimiento propio.

Nadie les regaló nada. A mediados de la temporada regular sufrieron un golpe que pudo haber tenido un efecto psicológico devastador, cuando el jardinero dominicano Melky Cabrera, quien hasta ese momento venía siendo la principal bujía ofensiva del equipo, fue suspendido por dopaje.

El castigo de 50 partidos significaba que Cabrera, quien encabezaba a los bateadores del viejo circuito, no podría regresar en el resto del calendario y sólo estaría disponible para los playoffs.

Pero Buster Posey sacó el pecho y asumió el liderazgo de un equipo que sumó una pieza clave el 27 de julio: el venezolano Marco Scutaro, quien resultó Jugador Más Valioso en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional ante los Cardenales.

Lo de los Gigantes fue sencillamente increíble: pierden los dos primeros juegos en su propia casa ante los Rojos en la serie divisional y luego se recuperan con tres golpes seguidos en Cincinnati.

En la segunda ronda, llegaron a estar debajo 3-2 ante San Luis y consiguieron triunfos en los dos últimos encuentros para avanzar a la Serie Mundial.

Ya en el clásico de octubre las cosas cambiaron y despacharon fácil a unos Tigres de Detroit que llegaron con exceso de descanso.

Los tres cuadrangulares que el venezolano Pablo Sandoval le pegó a Justin Verlander en el primer juego de la Serie fue apenas un aviso de lo que venía.

Sandoval fue elegido el MVP y los Gigantes se coronaron por segunda ocasión en los últimos tres años.

Miguel Cabrera a una cita con la historia

Desde que pisó por primera vez un terreno de Grandes Ligas en el 2003, el venezolano Miguel Cabrera dejó en claro que se trataba de uno de esos jugadores extraordinarios que salen muy de tarde en tarde.

En el 2012, Cabrera simplemente se reafirmó como el mejor bateador que existe en las Grandes Ligas, al llevarse la Triple Corona de la Liga Americana, algo que no ocurría desde que Carl Yastrzemski lo hiciera en 1967.
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El jugador de los Tigres de Detroit encabezó el joven circuito en average (.330), jonrones (44) y carreras impulsadas (139), además de slugging (.606), para ser el principal motor que llevó a su equipo hasta el clásico otoñal.

Tradicionalistas vs Sabermétricos

No obstante semejante actuación, Cabrera fue objeto de un intenso debate en los medios, donde se llegó a cuestionar su hazaña y se abogó por darle el premio de MVP al novato Mike Trout, de los Angelinos de Los Angeles Angels.

Mientras el país estaba dividido como nunca entre demócratas y republicanos con la elección presidencial, el mundo del béisbol se partió entre defensores de las estadísticas tradicionales y los sabermétricos, amantes de nuevas y a veces inexplicables cifras.

Al final, se impuso el sentido común y la justicia: el venezolano fue merecidamente el Más Valioso, mientras los sabermétricos sufrieron un duro revés en su filosofía de tratar de reinventar el béisbol.

Sorpresas en Washington y Oakland

Desde que los Expos se mudaron de Montreal en el 2005 y fueron rebautizados como Nacionales de Washington, el mejor resultado del equipo de la capital había sido precisamente en su año de estreno, cuando jugó para .500 (81-81).

Con récord global de 492-640 en sus primeras siete campañas, los Nacionales dieron un giro drástico a su historia y terminaron como el equipo más ganador en la temporada regular del 2012 (98-64).

El cubano Gio González, contratado en el invierno anterior, fue el líder absoluto de victorias en todas las Grandes Ligas, con 21, mientras el primera base Adam LaRoche tuvo la temporada de su vida, con 33 bambinazos y 100 remolcadas y el prometedor Bryce Harper fue una bocanada de aire fresco y resultó el Novato el Año en la Nacional.

Por su parte, los Atléticos de Oakland se aferraron al Moneyball de Billy Bean y con una mezcla de prospectos y descartes, ganaron contra todo pronóstico la División Oeste de la Liga Americana.

El cubano Yoenis Céspedes, contratado como agente libre, sobrepasó las expectativas y fue el líder indiscutible del equipo, a pesar de que encontrarse en pleno proceso de adaptación no sólo a las Grandes Ligas, sino al modo de vida estadounidense.

Angelinos, Marlins y Boston, las grandes decepciones

Por los últimos dos años, los Vigilantes de Texas habían dominado con facilidad el oeste del joven circuito y los Angelinos de Los Angeles hicieron todo lo posible por cambiar ese estado de cosas en el 2012.

Para ello, se metieron la mano en el bolsillo y contrataron al poderoso Albert Pujols por 240 millones, además de reforzarse con el zurdo C.J. Wilson, el mejor lanzador disponible entonces en el mercado de agentes libres, a quien le dieron un pacto de $77.5 millones por cinco temporadas.

Pero a Pujols le tomó tiempo adaptarse a su nuevo equipo y no comenzó a producir a su nivel habitual casi hasta mediados de la campaña, mientras Wilson no fue el superastro que se esperaba y terminó simplemente con aceptable balance de 13-10.

Las cosas no salieron como esperaban los Angelinos y aunque terminaron con marca positiva de 89-73, fueron superados por Oakland y Texas, a pesar de la enorme inversión de 155 millones, la cuarta nómina más alta de todas las Mayores.

Y lo de los Marlins de Miami fue un desastre de principio a fin.

Para el estreno del nuevo estadio, el dueño Jeffrey Loria se fue de compras y trajo a José Reyes, Mark Buehrle, Carlos Zambrano y Heath Bell, con lo que la nómina salarial se elevó de 57 millones en el 2011 a 112 millones este año.

Loria tenía el compromiso de conformar un equipo competitivo y para ello contrató también al piloto venezolano Ozzie Guillén.

Pero apenas comenzada la campaña, Guillén se echó en contra a la comunidad cubana, principal base de la fanaticada de Miami, al declararse admirador del dictador Fidel Castro.

Muchos pedían en ese momento la cabeza de Guillén y quién sabe si hubiera sido mejor despedirlo en ese momento.

A partir de ahí, el clubhouse de los Marlins se convirtió en un infierno de mala química, por los enfrentamientos del manager con algunos jugadores.

¿Resultado? Los Marlins, que arrancaron como favoritos para ganar el Este de la Nacional, terminaron en el sótano con balance de 69-93.

Por cierto, ese fue el mismo récord de los Medias Rojas de Boston Red Sox , otros que decepcionaron a sus fanáticos y que también tuvieron serios problemas de comunicación interna entre el polémico manager Bobby Valentine y sus peloteros.