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El juego de la palabra

BUENOS AIRES -- A la salida de Casa Amarilla, se bajó de su vehículo, intentó disciplinar a los periodistas y lanzó la bomba: "Tengo palabra, a Boca no vuelvo". Hot. Estalló el verano.

Así como no sorprendió su anuncio del 5 de julio de abandonar el club, luego de la final de Libertadores perdida ante Corinthians, la decisión de este 5 de enero de no regresar era totalmente impredecible. Una descripción que encaja a la perfección en los últimos meses de Boca.

Acaso, ¿quién podía pronosticar el regreso de Carlos Bianchi? Si bien el Virrey ya expresaba sus ganas de interrumpir su siesta, al punto de aprovechar sus viajes para meterse de lleno en el fútbol y analizar ofertas del exterior, nada hacía indicar que pudiera concretarse su vuelta en este momento a Boca.

En el juego de la palabra, basta con recordar la declaración de Mauricio Macri, actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, expresidente de la institución y mentor de Daniel Angelici: "Para mí lo ideal hoy es un DT de alrededor de 40 años".

Pero todo cambió. "La Bombonera habló" en el partido ante Godoy Cruz, la casi segura continuidad de Falcioni quedó en la nada y con Guillermo Barros Schelotto descartado, la búsqueda de Bianchi se transformó en la única vía de escape a la furia de la tribuna contra los dirigentes.

El bálsamo que generó el "Sí" de Bianchi abrió la puerta a un posible retorno de Román. Cuestión impensada teniendo en cuenta los antecedentes del pasado y recientes entre Angelici y el 10.

Por entonces, los movimientos de Riquelme no fueron ingenuos. Cuando parecía abrochada la continuidad de JC, JR se despachó contra el presidente por demorar la firma de papeles que le posibilitaran una transferencia, por prohibirle mostrar el premio ganado en Brasil y por bajar banderas a favor suyo. Ah, aclaró que estaba "a disposición de Boca" y que en diciembre definía si volvía.

Ya en diciembre, Angelici devolvió la pirotecnia verbal del juego de la palabra y lo acusó de armar una "cadena nacional" para generar el mal clima, que desembocó en la salida de Falcioni. Le adelantó al próximo entrenador (aún no definido) que debía "escuchar" al enganche y no tenerlo en cuenta, y consideró que si Riquelme quería volver, debía ir a hablar al club.

Pero nada de eso sucedió. El DT más exitoso en la historia del club pidió por su emblema y lo fueron a buscar. En la propia casa del Virrey se produjo el cónclave con el presidente. De Román, siempre hábil en el juego de la palabra, sólo se escuchó el "tomé mate con Bianchi".

En los 10 días de espera comenzó a tallar el juego periodístico, fogoneado indudablemente por los dirigentes. Que exigió extender su contrato, que reclamó por el tope del dolar. La pelota la tenía Riquelme. Por eso nadie creía que podía llegar a desilusionar de esta manera a los hinchas de Boca.

Angelici quedó en offside tras anunciar una resolución para el viernes. Con su irrupción del sábado, JR afirmó que le resulta difícil cambiar las decisiones que toma y eclipsó la asunción de su querido Bianchi.

¿Entonces para qué se reunió? ¿Dudó realmente hasta último momento? ¿Se llenó en estos 6 meses? ¿Se sintió traicionado porque se filtraron datos? ¿Hubo realmente trabas económicas? ¿Se vengó del dirigente que nunca lo quiso? Preguntas sin respuestas en este impredecible Mundo Boca, plagado de egos e hipocresías.

Lo que sí podemos predecir, sin temor a equivocaciones, es que el juego de la palabra promete más capítulos.

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