Tlatoani Carrera 11y

El rompecabezas Armstrong

MÉXICO -- Para entender el final de la telenovela Lance Armstrong, una de las más exitosas de todos los tiempos, se debe volver a los primeros capítulos para, paso a paso, entender el inminente desenlace. Las primeras piezas de este rompecabezas, según cuenta David Walsh en su libro From Lance to Landis, se dieron en 1990. Este es el principio de la historia...

Greg Strock era uno de los ciclistas más prometedores de Estados Unidos. A los 15 años ganó el Campeonato Nacional Junior de ruta. El equipo español Banesto, cuya figura era Miguel Indurain, le había ofrecido unirse a su equipo juvenil. Tenía un sueño: competir en los Olímpicos de Barcelona 1992.

Muy pronto fue convocado al equipo estadounidense que participaba en los mundiales juveniles. Comenzaron las giras y, con ellas, una trama de dopaje que todavía da tema en las sobremesas.

Más de 20 años después, los detalles pueden parecer macabros. Dos entrenadores, Rene Wenzel y Chris Carmichael, ambos ex ciclistas y responsables del equipo juvenil de Estados Unidos, citaban todas las tardes a sus discípulos para inyectarles una sustancia a la que ellos llamaban "extracto de cortisona". Pastillas de colores completaban el coctel. Strock preguntaba si las sustancias eran "seguras y legales". Los entrenadores contestaban: "Si quieres ser un ciclista de primer nivel no puedes perder energía con esas preguntas".

Sólo una categoría arriba de Strock, y a cargo de los mismos entrenadores y las mismas políticas de dopaje, entrenaba un joven texano de nombre Lance Armstrong. Ambos estaban en la lista de prospectos del equipo Motorola.

Hay quien dice que Strock tenía más talento natural que Armstrong. Los exámenes de oxigenación decían lo mismo. Años después, Armstrong recordaba a Strock con desprecio: "Greg era un buen ciclista, no un gran ciclista".

En enero de 1991 Banesto formalizó por fin la contratación de Strock y comenzaron los verdaderos problemas. El joven de Indiana se contagió de una infección desconocida que lo obligaba a dormir entre 12 y 16 horas diarias. El cansancio era inexplicable, al igual que el dolor de sus articulaciones. Cuando subía las escaleras, sus rodillas colapsaban y estaba muy cerca de caer.

Los antibióticos no ayudaban y Strock no podía entrenar. El 2 de abril, Banesto decidió regresarlo a su casa en Indiana, donde comenzó una serie de exámenes que arrojaron las sospechas de que había adquirido cáncer linfático. Los doctores lo desmintieron poco tiempo después. Dos meses más tarde, en San Diego, escuchó un diagnóstico que no fue mucho mejor: estaba infectado por parvovirus humano B19.

Strock pensó volver al ciclismo cuando los síntomas desaparecieron, a finales de 1991, pero nunca pudo recuperar su forma. El sueño de ir a los olímpicos de Barcelona se esfumó, al igual que su carrera.

Se enroló en la escuela de medicina y en su clase de farmacología escuchó que no existía el "extracto de cortisona". Entonces cayó en cuenta que había sido inyectado con cortisona pura y que las altas dosis habían repercutido para la baja de su sistema inmunológico.

Se enteró que Erich Keiter, otro compañero de equipo, también había terminado su carrera, a causa de una enfermedad incurable en la tráquea.

Entonces decidieron demandar a Wenzel y a la Asociación Ciclista de Estados Unidos. Keiter declaró en el juicio, que los entrenadores suministraban entre 42 y 48 inyecciones de "extracto de cortisona" en un lapso de entre 10 y 12 días. Ambos fueron indemnizados con 250 mil dólares, tras una larga y detallada descripción de los hechos.

En el punto número 34 de la declaración, se leía: "Estudios médicos concluyen que el virus del parvovirus humano B19 tiene una correlación de 85 por ciento con el cáncer de testículo". La declaración fue llenada justo cuatro años después de que Armstrong fuera diagnosticado con esa enfermedad.

Cuando se conoció esta declaración, Armstrong, que ya había ganado dos veces la Tour de Francia, comenzó a preocuparse y pidió a Strock que dijera que nunca habían sido compañeros de equipo.

Armstrong también luchó para que el nombre de Chris Carmichael fuera sacado del documento. En 2006 Wenzel declaró a un diario danés: "Carmichael, el entrenador personal de Lance Armstrong, estuvo involucrado en el escándalo, pero desapareció muy pronto de la fotografía. Carmichael accedió a un arreglo, que fue tal vez la mejor idea".

Hoy, más de 22 años después, se conocerá otra parte de la verdad.

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