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Molina espera su mejor boxeo

Carlos Molina busca una nueva oportunidad titular si vence el viernes al veterano Corey Spinks Chris Farina/Top Rank

CHICAGO -- A Carlos Molina no lo acompaña un séquito de 20 personas, como el que rodeaba el miércoles y arengaba al polaco Arthur Szpilka, quien como él se montará en el ring del UIC Pavillion de Chicago el próximo viernes primero de febrero, en el marco de la cartelera boxística de Friday Night Fights.

El mexicano, sin embargo, tiene junto a él a las personas que necesita para continuar adelante con sus pretensiones de vencer a Cory Spinks y comenzar este 2013 con un buen paso para lo que asegura será el año en el que ponga a sus pies la cohorte del peso superwelter o súper mediano junior de la Federación Internacional de Boxeo.

"Lo mejor de mí está por venir, tengo 29 años y este pudiera ser el año en el que pienso voy a sobrepasar todo lo que he hecho, la mejor forma de hacer eso es comenzar ganando", dijo Molina, de 29 años de edad y quien en el 2011 se alzó con el título de su categoría por el Consejo Mundial de Boxeo, tras vencer a Kermit Cintrón, en diez asalto, tras sólo seis días de preparación.

La del viernes, contra Spinks, será una oportunidad para que Molina ratifique su sentencia anterior y se reencuentro con la afición de Chicago, ciudad en la que se forjó como profesional en el 2003 y en la que no combate desde 12 de diciembre de 2012, cuando venció por nocaut técnico a Robert Valenzuela.

"No he peleado aquí en cuatro años y estoy bien emocionado por pelear aquí otra vez, por eso hasta entrené más fuerte, aunque siempre lo hago, pero esta vez tuve más motivación", aseguró, quien hoy cuenta con un registro de 20 peleas ganadas (seis por la vía del nocaut), cinco derrotas y dos empates

Esa emoción y ánimo que le da Chicago es compartido por la responsabilidad de darle cada vez más un mejor porvenir a su hijo Cristián, de ocho años de edad; un porvenir que ha venido labrando desde los 18 años, cuando se convirtió en profesional, encontrando en el boxeo una forma de ganarse la vida y de alejarse de los peligros y tentaciones de la calle.

"El boxeo fue lo último que me atrajo en mi desarrollo y fue lo que me ayudó para no estar en las calles ni en problemas. Con el boxeo dejé de tomar, paré todas esas cosas que no me hacían bien y me ayudó a estar centrado en la vida. Al principio empecé porque amo al deporte, pero después, cuando nació mi hijo, fue que supe que tenía que meterme en el profesional y tratar de hacer dinero para soportar a la familia", dijo Molina.

"Yo estoy en esto para que mi hijo no lo haga, para alejarlo del boxeo, porque no me gustaría que fuera boxeador, pero él tendrá que tomar sus decisiones y si quiere boxear no le voy a decir que no, siempre lo voy a soportar en las decisiones que tome. Quiero darle la mejor vida a mi hijo y boxeando, que fue a lo que me dediqué en mi vida, es como lo puedo hacer", agregó.

El mexicano, de 29 años de edad y quien creció admirando -- como muchos de su generación -- a Julio César Chávez, dice haber encontrado en el boxeo lecciones para pasar las pruebas de la universidad de la vida, pues "siempre hay que estar preparado para todo, porque nunca se sabe lo que puede venir, quién puede meterse, cambiar algo o ver una cosa distinta a lo que en realidad ocurrió. El boxeo a mí me ha dado mucha motivación, disciplina y confianza en todo lo que hago".

Esas palabras de todavía parecieran tener el amargo saber que le dejaron los dos combates que entre 2005 y 2006 tuvo contra Julio César Chávez Jr., el hijo de su ídolo y del de muchos otros de su generación.

En el primero de esos combates (el 16 de diciembre de 2005) hubo un empate, aun cuando para muchos analistas Molina había sido superior y, por ende, el ganador. En el segundo (El 18 de febrero de 2006) la victoria fue para Chávez, con algunas reservas.

Aunque eso pasó hace mucho tiempo, Molina no pierde el foco del aprendizaje que esos momentos le dejaron, de ahí que ante cada reto su deseo y compromiso por superarlo y superar sea mayor, sin importar el resultado final, que para él nunca puede doblegar ni sus objetivos y sueños. De ahí que indistintamente de lo que ocurra en su próximo compromiso ante Spinks, él espera continuar luchando, creciendo y desarrollándose dentro y fuera del cuadrilátero, sobre el cual lleva el apodo de "El King".

Para este combate frente a Spinks, veterano de 34 años de edad, con 46 peleas en su haber, el mexicano de Pátzcuaro, en Michoacán de Ocampo, ha trabajo en un plan con miras a obtener un resultado positivo que le permita ir directo por la pelea del título de la categoría que ahorita está desierta.

"Spinks es zurdo y le gusta moverse mucho hacia su derecha. Le gusta moverse y boxear mucho, si le das tiempo para que haga lo de él si te puede boxear y contraatacar, pero no le vamos a dar el espacio, lo vamos a atacar, a presionar y a cortarle el ring", dijo Molina, quien es conocido por su buena defensa y sus rápidos ataques internos.

Vencer el viernes es el paso que necesita "el King" para comenzar bien el año y darle fuerza a su sentencia de que este será el año en el que alcanzará si pico y con él ese séquito de fieles seguidores, que hoy no se le ve a su lado.