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Ofensiva en serie: El cambio

Es parte inevitable de la vida. Algunos nos resistimos a él prefiriendo la comodidad de una rutina diaria. En ocasiones, quizás por incomodidad o por falta de satisfacción, lo implementamos cuando en realidad no es necesario. La clave del éxito es saber el momento adecuado para buscar un rumbo nuevo, algo diferente, y tener las agallas para tomar y aceptar los resultados de la decisión.

El Super Bowl XLVII será estudiado y recordado por muchas razones El hecho que presente por primera vez en la historia del deporte organizado de EU a dos hermanos como entrenadores en jefe, disputando un campeonato, es de por sí histórico. Pero la manera como ambos llegaron al partido final presenta lecciones de liderazgo y toma de decisiones que serán parte del plan de estudios de muchas escuelas de negocios, de comunicación y de filosofía.

Las situaciones no podían ser más diferentes. Una decisión fue obligada en momentos de desesperación y frustración. La otra fue arriesgada cuando una situación parecía inmejorable. Ninguna pudo arrojar mejores resultados.

Empecemos con John Harbaugh, quien en sus cuatro años previos al frente de los Cuervos los había llevado a la postemporada cada año. Era el comienzo de la que sería la Semana 15 de la temporada. Un día antes, Baltimore había perdido un partido en tiempo extra contra Washington cuando ganaban por ocho puntos, con poco menos de cinco minutos en el partido. Su marca era 9-4, y todavía no estaba segura la clasificación a la postemporada. John decidió despedir a su coordinador ofensivo Cam Cameron.

Las estadísticas ofensivas de Baltimore no eran malas. Tenían la novena ofensiva más prolífica de la NFL hasta ese momento. Defensivamente el equipo había mostrado problemas más grandes con la defensiva terrestre N° 25 de la liga en yardas permitidas, pero el cambio no vino por ese lado.

El objetivo de un BUEN entrenador no deber ser solamente clasificar a la postemporada. Debe ser llegar al Super Bowl y ganarlo. John se había quedado corto en dos ocasiones perdiendo el campeonato de la AFC, primero contra Pittsburgh en 2008, y más tarde contra Nueva Inglaterra en 2011. Ese 10 de diciembre sabía que algo estaba mal, y con el equipo en las condiciones que estaba, peligraba su calificación, y de lograrla, una vez más se quedaría corto de la meta trazada.

John nombró a Jim Caldwell como su nuevo coordinador ofensivo. La decisión fue arriesgada porque Caldwell, a pesar de tener vasta experiencia como entrenador en jefe a nivel colegial y en la NFL, NUNCA había sido coordinador ofensivo en ningún nivel a lo largo de su carrera. El primer partido de Caldwell al frente de la ofensiva de Baltimore fue un desastre. La ofensiva logró sólo 278 yardas totales. Al inicio del último período habían anotado sólo tres puntos. Joe Flacco completó apenas el 50 por ciento de sus pases y uno de ellos fue interceptado y regresado para anotación.

Al final del partido, en su rueda de prensa, el mensaje de John Harbaugh a su equipo fue contundente: "todavía tenemos todas nuestras metas en frente de nosotros". Su reacción fue positiva en el momento en que pocos, incluyendo el que esto escribe, le dábamos la más remota posibilidad a Baltimore de llegar lejos en una postemporada a la cual en esa semana habían calificado a pesar de ser derrotados.

Baltimore terminó la temporada con una victoria en casa ante los Gigantes y una derrota como visitante ante Cincinnati y sin impresionar. Antes del primer partido de playoffs contra Indianápolis, John y Caldwell hicieron otro cambio, quizás no tan sonado, pero sí de gran trascendencia: cambiaron de puesto a tres jugadores en la línea ofensiva. Bryant McKinnie, quien había llegado a la pretemporada con exceso de peso, y que no había jugado hasta el momento, asumió el puesto titular en la posición más importante de la línea: tackle izquierdo. Michael Oher, pasó a ser tackle derecho y el novato Kelechi Osemele fue cambiado de tackle derecho a guardia izquierdo en lugar del recién lesionado Jah Reid.

La línea ofensiva es la unidad que requiere más coordinación y entendimiento en un equipo de fútbol americano. Toma semanas, a veces meses, para que una línea ofensiva pueda trabajar con armonía. Errores en el accionar y en el esquema de protección pueden causar la lesión de un mariscal de campo. La línea ofensiva de Baltimore ha sido, en mi opinión, la razón por la que los Cuervos están en el Super Bowl. Esta postemporada han dominado a sus oponentes.

Un pasador alcanza el nivel "élite" cuando tiene protección y tiempo para buscar a sus receptores sin necesidad de apresurar sus pases; un pasador alcanza el nivel "élite" cuando comanda una ofensiva que puede establecer el juego por tierra. Contra Indianápolis y Denver, Baltimore dominó la línea de golpeo y estableció un juego por tierra dominante. Ante Nueva Inglaterra, poco después de la lesión de Aqib Talib, decidieron lanzar la mayoría de sus jugadas aprovechando la repentina debilidad de los Patriotas en ese sector de la defensiva. Joe Flacco fue espectacular completando 21 de 36 intentos con tres TDs sin intercepción. Detrás de esta muralla, Flacco ha lanzado ocho pases de anotación sin intercepción a lo largo de la presente postemporada.

Hacer este cambio en la línea ofensiva no fue tan dramático como cambiar de coordinador ofensivo, pero también fue arriesgado.

La situación de Jim Harbaugh antes de la Semana 12 era diferente. Alex Smith, el lanzador que había sido titular al principio de la temporada, fue dado de alta para el juego contra Nueva Orleans. Smith había sufrido una conmoción dos semanas antes en el partido contra San Luis. Su nivel de juego antes de la conmoción había sido espectacular completando 26 de sus últimos 28 pases con tres anotaciones sin intercepción. Pero se conjugaron dos factores en su contra. El primero fue que después de sufrir una lesión en el dedo mediano de la mano derecha en un partido contra Buffalo, Smith tuvo una racha en la que lanzó sólo un touchdown con cuatro intercepciones, sufrió seis capturas, y su ofensiva anotó un total de 16 puntos en semanas consecutivas contra los Gigantes de NY y Seattle. El segundo factor fue el partido que tuvo Colin Kaepernick contra Chicago en el que completó 16 de 23 pases con dos anotaciones sin intercepción, sorprendiendo a una de las mejores defensivas de la NFL.

Jim decidió quedarse con el QB que estaba "en su momento". La decisión pareció haber sido contraproducente una semana después cuando visitaron a San Luis. San Francisco perdió un partido en el que su defensiva no permitió un solo touchdown. San Luis anotó diez puntos por errores de Kaepernick. El primero fue un safety que se generó cuando Kaep lanzó un pase para evitar una captura en la zona de anotación, y el segundo cuando un balón suelto que tuvo fue regresado hasta las diagonales. A pesar de la debacle en San Luis, Jim se mantuvo firme en su decisión de mantener a Kaepernick como titular.

En el cierre de temporada Kaepernick tuvo momentos brillantes, pero también otros difíciles. En ninguno de sus tres últimos partidos completó más del 60 por ciento de sus pases, pero tuvo siete anotaciones contra sólo dos intercepciones. Por tierra, había anotado solamente una vez en los últimos cinco partidos. Esto cambió ante Green Bay, en el primer partido de postemporada, cuando impuso una marca para mariscales con 181 yardas por tierra con dos touchdowns, además de lanzar otros dos. Una semana después, cuando Atlanta se había propuesto neutralizarlo, Kaepernick ejecutó la ofensiva "Pistola" con destreza dejando que Frank Gore brillara con dos acarreos para TD además de otro de LaMichael James. Kaep brilló como pasador completando 16 de 21 pases para 233 yardas con un TD.

Ahora Kaepernick se convierte en el tercer mariscal de campo con menos juegos como titular antes de iniciar en un Super Bowl. Sólo Jeff Hostetler con cuatro, y Vince Ferragamo con siete tienen menos. A diferencia de estos dos que estaban en el quinto y tercer año de sus carreras profesionales, Colin Kaepernick está solamente en su segundo.

Las decisiones de John y de Jim fueron bajo circunstancias diferentes. Ambas fueron arriesgadas. Requirieron de una gran convicción y confianza en sus principios y valores a pesar de las críticas que llovieron. Una fue para cambiar de rumbo en un equipo que navegaba a la deriva. La otra fue para alcanzar una dimensión diferente.

Ambas los llevaron a la antesala de la meta final.

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