Martín Ignacio Campana 11y

#LaOtraCara: Rimas Álvarez

BUENOS AIRES -- "Ser Puma te cambia la vida", dicen muchos de los que alguna vez vistieron la casaca del seleccionado argentino de rugby. Representar a un país por el mundo, el reconocimiento de los fanáticos de la ovalada, mundiales, y un inmenso abanico de situaciones que vienen de la mano con el recorrido de un jugador de jerarquía.

En ese gran abanico, pueden pasar cosas, ésas que te marcan para siempre. #LaOtraCara te cuenta la historia de Rimas Álvarez, aquel sacrificado segunda línea de Los Pumas, surgido en Pucará y con extenso desempeño en el Perpignan francés.

El Flaco tuvo su gira inolvidable, como la que tiene todo jugador, pero en este caso no por lo que ocurrió dentro del campo, sino fuera. En 2001, de viaje con el seleccionado, conoció a una galesa llamada Lisa, con quien se casó y formó una hermosa familia, que hoy tiene acento francés.

En diálogo con Scrum, Rimas habló de su vida en tierras europeas, la familia y su vínculo con el rugby en un equipo de veteranos. "Vivo en Francia, más precisamente en Bompas, un pueblo a cinco minutos de Perpignan, a donde llegué hace casi doce años. Estoy casado, desde el 2003, con Lisa, una chica galesa que conocí en una gira con Los Pumas. Tenemos cuatro nenas: Gwen y Megan de 8 -mellizas-, Erin de 6 y la más chiquita, Lowri, que tiene 18 meses. Estoy trabajando en Axa, una empresa de seguros. Me dedico a la parte de gestión de patrimonio", comentó rápidamente, uno de los Álvarez que no siguió la tradición familiar por la medicina.

- ¿Cómo es un día típico en tu vida?
- Es muy variado. Lo que sí o sí hay, es bastante trabajo con las nenas, la escuela, los deberes y las actividades extraescolares. Trato de dar una gran mano ahí, ya que mi mujer se está formando para trabajar como enfermera y no le sobra mucho tiempo. En el trabajo, aún estoy en la parte de capacitación y viajo a Toulouse -a 200 km del pueblo- dos veces por semana y los otros días visito clientes.

- ¿Estás haciendo algo que tenías planeado en tu época de jugador?
- La verdad que no. Yo estudié en La plata para ser ingeniero agrónomo y acá hice algunas pasantías mientras jugaba. Preferí este trabajo, donde puedo aprovechar la ventaja mediática de haber jugado más de diez años en Perpignan, porque me gusta y lo encuentro interesante.

- ¿Cómo se dio el trabajo en Bompas?
- Estaba interesado en esta ocupación. Por casualidad, encontré un dirigente del club que había trabajado muchos años en Axa y me presentó a uno de los superiores. Después pasé los exámenes de ingreso y comencé la capacitación.

- ¿Hubo dudas? ¿Difícil decisión la de quedarse allá?
- La idea de volver siempre estuvo, pero la verdad es que acá estamos muy bien y sobre todo acostumbrados e integrados. Mi caso es particular ya que mi mujer es galesa y aunque le gusta mucho Argentina, no es lo mismo. Nos parece que Perpignan es un buen punto intermedio para los dos y, aparte, las chicas están muy bien en el colegio y en todo lo demás.

- Seguramente hiciste muchos amigos...
- Un montón de argentinos que viven por acá y franceses también. Quizás, el hecho de haberme instalado toda mi carrera acá, haya influido mucho en la idea de quedarnos después del rugby.

- ¿Cómo es tu vida social?
- Con las nenas no me aburro nunca. También me gusta mucho la vela. Tengo un velerito chiquito y viviendo a cinco minutos del mar, es espectacular. Después sigo jugando al rugby en el club local, en el equipo de veteranos y es como volver veinte años atrás a Pucará y no por el nivel, sino por eso de hacer todo a pecho, quedarme a comer y tomar un trago después de cada entrenamiento...

- ¿Seguís ligado con tu ex equipo?
- Con Perpignan voy a todos los partidos de local y aunque este año hayan cambiado muchos jugadores aún conozco a la mayoría y nos vemos de vez en cuando.

- ¿Pensaste en ser entrenador?
- No, nunca me interesó mucho. Aunque debo reconocer que me divertí mucho las veces que estuve invitado a participar de un día de entrenamiento con algún equipo, sobre todo del lado de Barcelona, donde siempre hay algún argentino que da una mano en los clubes de allá.

- ¿Tenés compañeros de trabajo rugbiers?
- No en mi círculo, pero hay muchos rugbiers que se reciclan en la actividad de seguros.

- Imagino que te reconocen los clientes, compañeros, etc...
- Sí. Te reconocen y te pasas tres cuartas partes de las reuniones hablando de cuando fuimos campeones o te juegan de nuevo el partido del sábado: "porqué no jugó éste, o el otro".

- ¿Qué es lo que más extrañás de ser jugador?
- Mucho la vida de vestuario, la rutina que tenía, la relación de cada día. No tanto los entrenamientos, que ya me cansaban un poco. Después la presión que subía cuando nos acercábamos al sábado. Las ganas de ganar y que llegue el lunes para entrenar si habíamos perdido. Pero como decía quizás mi primer entrenador: "el rugby es una escuela de vida" y para todo lo que haga después, puedo meter los mismos ingredientes que usaba mientras jugaba.

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