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Entrenó ante mirada de presidiarios

MÉXICO -- En abril de 2011, el entonces presidente deportivo de Chivas, Rafael Ortega hizo una serie de propuestas a Jorge Vergara en un intento por atraer más aficionados. Una de ellas fue recorrer pequeños poblados de Jalisco para que el equipo conviviera más de cerca con la gente, y entre los puntos a visitar estaba el Centro de Readaptación Social Penal de Puente Grande.

En aquel entonces, los propietarios Angélica Fuentes y el ya mencionado Vergara, prometieron a las autoridades donar una cancha de pasto sintético de quinta generación para que los internos jugaran ahí futbol.

Casi dos años después, la promesa ha quedado cumplida. Esta mañana, fue entregada oficialmente la cancha de pasto sintético con un valor de 200 mil dólares, según informó el presidente deportivo Denis Te Kloese, quien acudió en representación de Vergara y Fuentes, y quienes no asistieron por tener otro compromiso.

El secretario de seguridad estatal, Luis Carlos Nájera, se mostró agradecido con la gente de Chivas.

"Agradecemos al Club Guadalajara la donación de la cancha porque va a permitir que los 70 equipos que participan aquí hagan de ella un uso continúo. El pasto se puede usar las 24 horas para practicar un deporte que es muy socorrido aquí por la gente que está privada de su libertad, y por lo tanto abonará para su reintegración a la sociedad".

Después, Te Kloese disculpó la ausencia de Vergara y Fuentes.
"Es un buen momento para que estas instalaciones puedan tener esta cancha, es sin duda un momento importante. Con gusto estamos aquí, es un día positivo después de un buen fin de semana que tuvimos tras la victoria sobre Monterrey".

DÍA DE FIESTA
Al igual que aquella ocasión, el comportamiento de los reclusos fue ejemplar. Y es que para ellos, la visita de un equipo de futbol profesional representa la esperanza de lo que un día pueden alcanzar.

Uno de los internos que lleva nueve años en el encierro, comenta que lo primero que hará al cumplir su condena a la que aún le quedan cinco años más será visitar el estadio Omnilife.

Algunos más relatan sus historias, pero prefieren guardar el anonimato por motivos de seguridad. Hablan de las causas por las cuales purgan una condena, algunos por robo, otros por homicidio o intento de, o por tráfico de armas.

Lo que cuentan es que han comprendido que cometieron un error con la sociedad, quebrantaron la ley, y deben pagar. Pero a la vez, saben que al salir habrá una oportunidad más con la gente que los espera, con sus familiares y amigos.

Por lo pronto, en su presente, disfrutaron de la visita del Rebaño.
Detrás de la reja que divide el campo de futbol y el área de los presos, ellos observan y se emocionan con cada movimiento de sus ídolos.

Surge entonces el grito común: "¡Chivas! ¡Chivas!". Pero también hay espacio para las bromas con quienes aún están en deuda como los delanteros: "¡Sabah, a ver si ya haces goles!", y el mismo reclamo va para Erick el Cubo Torres.

No todos son seguidores de Chivas, hay quienes confiesan ser americanistas, pero otros más aceptan su querencia rojiblanca y dicen: "No hay otro más ganador que Chivas, tienen once campeonatos, y vamos por otro".

La algarabía aumenta al momento en que Héctor Reynoso, el Chatón Enríquez y Marco Fabián arrojan los balones de entrenamiento a los internos.

Luis Michel los emociona pero no les cumple al amagar con entregarles un balón, pero sólo lo avienta hacia arriba y cae en su cancha.

El técnico Benjamín Galindo tiene un gesto más amable, le regala su sudadera a uno de los presos.

Luego, el capitán Reynoso invita a dos reclusos a jugar al torito cuando están en la etapa de calentamiento, con una ligera patada en el trasero por no interceptar el esférico.

Para el plantel es un día fuera de lo común que se conjuga con el entusiasmo de su primera victoria luego de cinco partidos en el torneo sin conocerla.

El triunfo inclusive genera advertencias como la de Marco Fabián, quien dice: "Ahora sí, aguas con Chivas" porque ya han obtenido la confianza que necesitaban.

Al final de la práctica, los jugadores otorgan una alegría más, con la firma de autógrafos y el obsequio de camisas y gorras a los internos. Para ellos, son regalos con un valor que se manifiesta sobre sus rostros.

Mientras, en la cancha permanece el cuerpo técnico integrado por Benjamín Galindo, Omar Arellano, Daniel Ipata, Luis Valls, y Manuel Martínez, entre otros para jugar una cascarita con un combinado de los mejores elementos de la penitenciaria.

El talento del Maestro Galindo que se mantiene intacto en su toque de balón, ni el esfuerzo de Arellano, o los intentos de desbordes de Martínez no son suficientes para evitar una goleada de 4-0.

A las 13:00 horas se marca el final de la visita, pero como ya no hay más camisas ni gorras que regalar, a los jugadores sólo les queda una alternativa para dejar más que satisfechos a los internos: despojarse de su vestimenta, lo cual siempre son de los objetos más preciados por los aficionados.

Literalmente, algunos salieron del penal en ropa interior porque dejaron camiseta, short, y zapatos.

Sí, por segunda vez, Chivas regresó al Penal de Puente Grande para otorgar más que prendas y balones, mucha alegría a miles de personas que un día cometieron uno o varios errores.