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Holanda se levanta

Hace mucho tiempo que Holanda dejó de ser el equipo que asistía a los certámenes internacionales de béisbol en representación de Europa a recibir palos a diestra y siniestra, en tanto ocupaba casi siempre el frío sótano.

Es más, cuando se escriba la historia de los campeonatos mundiales, ya desaparecidos desde el 2011, el nombre de Holanda aparecerá como el del último monarca, vencedor 2-1 de Cuba en el partido final del certamen.

Fue un largo camino en un país donde el fútbol y el voleibol son las disciplinas predominantes, aunque su historial beisbolero ya cumplió 100 años.

Muchos se sorprenderán al conocer que el torneo nacional de béisbol de Holanda, actualmente convertido en un certamen profesional, se remonta a 1922 y es considerada la segunda liga más antigua del mundo entre todas las que están activas.

Pero internacionalmente, los holandeses pasaron décadas miserables y sólo consiguieron éxitos a nivel continental, cuando alternaban con los italianos el dominio en el béisbol europeo, aunque ya en los años 90 se consolidaron como reyes de aquel territorio.

Pero con el arribo del siglo XXI, las cosas empezaron a cambiar, cuando los tulipanes, reconocidos por su fútbol excelso, comenzaron a aprovechar una tendencia creciente en el deporte europeo, consistente en usar como nacionales propios a atletas nacidos en las antiguas colonias de ultramar.

En los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, Holanda dio la clarinada de lo que preparaba para el futuro, al derrotar a la entonces poderosa selección cubana, campeona en las dos ediciones anteriores de 1992 y 1996.

Los holandeses, que terminaron en la quinta posición del torneo, celebraron aquel triunfo 4-2 como si hubieran ganado la corona, pues ese resultado marcó la primera derrota de Cuba en Juegos Olímpicos, tras ganar de manera invicta en Barcelona en 1992 y Atlanta 1996.

Holanda empezó a llamar a filas a jugadores de las islas caribeñas, como Aruba, Curazao, Bonaire y San Martín, antiguas colonias en América y el impacto de los recién llegados fue inmediato.

Invitados al primer Clásico del 2006 por su condición de campeones de Europa, los holandeses fueron colocados en el dificilísimo grupo C, que se jugó en el estadio Hiram Bithorn de San Juan, junto con las novenas de Puerto Rico, Cuba y Panamá.

Y aunque no pasaron de la primera ronda, al menos hicieron la cruz en la casilla de las victorias, al apabullar 10-0 a los panameños, que tenían como principal figura al entonces estelar Carlos Lee, además de Carlos Ruiz, Manny Corpas, Ruben Rivera, Bruce Chen y Olmedo Sáenz.

Las cosas fueron mucho mejor en el 2009, cuando los europeos sorprendieron al derrotar no una, sino dos veces a la orgullosa selección dominicana, con pizarras de 3-2 y 2-1.

Holanda dejó en el camino a los quisqueyanos y avanzó a segunda ronda, donde fue eliminada tras perder ante Venezuela y Estados Unidos.

Para este III Clásico, los holandeses aspiran al menos a igualar su actuación anterior y pasar a la segunda ronda.

Con un equipo cuya base son peloteros que juegan profesionalmente en los diferentes niveles de Estados Unidos y en la liga profesional de Japón, Holanda aparece en el grupo B, a disputarse en la ciudad taiwanesa de Taichung.

Sus rivales serán el actual subcampeón Corea del Sur, el anfitrión China Taipei y Australia.

Andruw Jones, de largo historial en las Mayores, encabeza la selección que dirige el curazoleño Hensley Muelens, el mismo que a fines de los 80 era considerado uno de los principales prospectos de la organización de los New York Yankees.

Junto con Jones, recién firmado para jugar en Japón, aparecen los actuales grandesligas Roger Bernadina, jardinero de los Nacionales de Washington, y los infielders Jonathan Schoop (Orioles) y Andrelton Simmons (Bravos).

En total, 12 de los integrantes del equipo holandés juegan en organizaciones norteamericanas y ocho pertenecen a la liga profesional de su país.

Muelens llamó incluso a Jonathan Balentina, un zurdo de seis pies y tres pulgadas que lanza para el equipo de la Universidad de Maine.

Se trata de echarle mano a todo lo que esté disponible para seguir creciendo.

En el 2013, Sudcorea debe dominar la llave B y los holandeses deben disputarle a los anfitriones taiwaneses el segundo boleto para la fase siguiente en el Tokyo Dome de la capital nipona.

Suponiendo que Holanda logre pasar esta primera etapa, ahí deberían terminar sus andanzas en el Clásico, salvo que se produzca una sorpresa.

Pero si de sorpresas holandesas se trata, pregúntenle a los dominicanos. Nada está escrito.