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El gran truco

El mago argentino René Lavand construyó una de sus mejores ilusiones a partir de algo simple. En sus propias palabras, lo simple dista mucho de ser una simpleza. Una jarra pequeña y tres migas de pan le permitieron construir un mundo.

"Y siempre tengo tres".

Para que una ilusión funcione, se requiere la participación activa del público. Es un cuento de Edgar Allan Poe desarrollado de manera sistemática. El manual de instrucciones es muy celoso en su diseño: se muestra una historia por un lado y se oculta el final que producirá impacto.

Gregg Popovich ha sido el gran ilusionista de la NBA en la última decada. Casi sin hacer uso de la palabra, se encargó de que la inmensa mayoría haga hincapié en una premisa equivocada, mientras él, en su propio cerebro, ocultó la verdadera razón que hace poderoso a su conjunto.

Popovich contradice los lineamientos de la Liga, cuya imagen se construye a partir de la aglomeración de estrellas. Sus jugadores lucen, ante los ojos de los fanáticos tipo, como sus camisetas: monocromáticos, disciplinados. Aburridos. Atletas de elite que no se preocupan por exhibiciones de circo.

"Los Spurs están viejos", reza la máxima, hace varios años, de todos aquellos que hablan sin conocer a fondo la radiografía de este equipo. ¿Por qué sucede esto? Por la simple razón de que entienden a los Spurs con las leyes de la NBA. Una construcción que empieza y termina en Tony Parker, Manu Ginóbili y Tim Duncan.

Los adoradores del espectáculo ven el básquetbol como una sucesión de estrellas cuando el Coach Pop, quien parecería conducirse por los lineamientos del básquetbol universitario nutrido de conceptos del juego internacional, ha enseñado que todo radica en el equipo. En las variantes. En la división de minutos para la multiplicación del rendimiento.

No lo condenen: la primera vez que alguien dijo que el mundo era circular intentaron quemarlo en la hoguera.

"Y siempre tengo tres".

El truco de Popovich posee una columna vertebral que se forma en el Big Three pero que se ramifica en cada una de las partes. Si uno observa el equipo que cayó ante Memphis Grizzlies hace dos temporadas, entenderá que este conjunto no tiene absolutamente nada que ver con su versión anterior. Al ojo de la mayoría, los Spurs no han cambiado nada. En el aspecto real, es un equipo muy diferente.

En definitiva, por citar sólo un ejemplo vital, no es lo mismo tener a Tiago Splitter y Boris Diaw para acompañar a Tim Duncan contra Zach Randolph y Marc Gasol, que tener a DeJuan Blair y Antonio McDyess en ese rol.

La profundidad es lo que genera diferencias en una liga que tiene partidos noche a noche. Los cuatro equipos que han arribado a las Finales de Conferencia tienen una particularidad común: hacen hincapié en la rotación sistemática de sus piezas y en la defensa. No existen las casualidades. En este apartado, vale la pena quebrar otro lugar común: el Heat, pese a tener estrellas de valía, también aplica el juego grupal en primer lugar. Esa es la verdadera evolución de LeBron James respecto a sus años en Cleveland Cavaliers.

"Es un gran ajuste. No se juega seguido contra tantos equipos como los Spurs, que no tienen un jugador que puede lastimar sino doce", señaló Mike Conley, base de Memphis Grizzlies, a ESPN.com luego del primer partido de la serie en el AT&T Center.

Sin embargo, lo que convierte a San Antonio en un equipo especial es la perdurabilidad. La capacidad de tolerar con entereza las caricias del tiempo. San Antonio no ha tenido un primer pick de Draft desde que tuvo a Duncan en 1997 y sin embargo se ha mantenido siempre en los primeros planos de competencia. El truco de Popovich tiene en el gerente general R.C. Buford un partenaire de lujo.

Los Spurs tienen la particularidad de aprender de sus errores, y la fortuna de poder enmendarlos. En 2010-11, Zach Randolph liquidó al equipo texano con su juego en el poste, para generar la mayor sorpresa de aquella postemporada. En el primer juego de las Finales del Oeste, no recibieron un punto de sus manos hasta que quedaban 9.34 para terminar el encuentro. Según comunica el departamento de estadísticas de ESPN, los Spurs le permitieron sólo once toques de balón al ala-pivote de Memphis, siendo sólo dos en posición de posteo. Entrando a este juego, Randolph lideraba la NBA en puntos de posteo con 22.1.

San Antonio tiene un equipo con multiplicidad de variantes. Puede correr, puede jugar ofensiva estacionada, puede defender. Tiene a Parker en el mejor momento de su carrera y a Duncan descansado producto de la distribución de minutos. Puede jugar con una alineación pesada (Splitter y Timmy D) o con cuatro abiertos y un interno (Bonner o Diaw en ese rol, principalmente Red Mamba), siendo Kawhi Leonard la pieza de sacrificio y vértigo que le faltaba a esta estructura en años anteriores.

En el Juego 1 de la serie, los Spurs anotaron 14 triples, en lo que fue un récord de playoffs para la franquicia. No importa la cantidad, sino la división de roles en el cumplimiento del objetivo: seis jugadores anotaron al menos un tiro desde la tercera dimensión, lo que indica el valor de la rotación de balón en las diferentes manos.

Gregg Popovich está, en su carrera, 19-3 en series al mejor de siete partidos cuando su equipo gana el juego inicial. De todos modos, en San Antonio conservan la calma porque aún recuerdan la salida en las Finales del Oeste pasadas tras haber estado 2-0 arriba ante Oklahoma City Thunder.

Para entender el truco en el final, hay que prestar mucha atención en el comienzo. David Stern multó a los Spurs por preservar estrellas en el choque ante el Heat del 12 de noviembre de 2012. En aquel entonces, Popovich fue a favor de su equipo pero en contra del negocio. Hoy, su misión de mantener el kiometraje en un punto lógico le da la razón deportiva: su equipo está a tres triunfos de enfrentar al Heat (o a los Pacers, claro) en las Finales de NBA.

Mientras el mundo, encandilado por la ilusión, sigue pensando en San Antonio por su Big Three, Popovich se ha encargado de construir el final impactante a partir del resto de sus piezas.

Quede eliminado o no, porque esta eliminatoria recién empieza, el gran truco de San Antonio, diseñado en el largo plazo, está más vivo que nunca.

Y como diría el ilusionista René Lavand, no puede ser más lento.

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