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Diario de las Finales NBA: 8 de junio

LA FOTO: EL DUEÑO DE LA PELOTA

EL ANÁLISIS: La transformación del guerrero

Por Bruno Altieri, enviado especial

MIAMI -- Manu Ginóbili ha derrotado a Manu Ginóbili.

El tiempo ha obligado a cambiar la estrategia para que el producto siga siendo exitoso a los ojos del mundo. Su cambio está lejos de ser una apariencia: no tiene que ver con la pérdida de pelo o con el físico robustecido.

Ginóbili ha desarrollado una versión superadora de sí mismo que excede los calendarios. Dejó de ser la llave para convertirse en el ojo que observa por la cerradura. Ya no necesita romper con el físico porque puede hacerlo con el cerebro, permitiendo a Gregg Popovich utilizarlo de brújula para guiar su barco a destino.

Ginóbili se ha reinventado una vez más, en un nuevo escalón dentro de un proceso de maduración que no parece terminar nunca. Es el veterano que debe aggiornarse a los nuevos tiempos para no desaparecer, el que tiene la comprensión de que no se puede luchar contra lo inevitable.

"Hay cosas que ya no hago como antes, porque no tengo tanto despliegue para definir cerca del aro. Lo que sí tengo es mayor capacidad para manejar el balón , para pasar la pelota y para entender dónde está la ventaja. Eso es lo que te da la madurez", dijo Ginóbili al ser consultado por ESPN sobre este aspecto.

Ginóbili no pasó de oruga a mariposa, porque su evolución no fue lineal. Su lógica fue diferente: mutó para nacer en otra especie. Y este es el punto en cuestión: Ginóbili ya es un base disfrazado de anotador, en lo que significa uno de los giros posicionales más complicados para realizar en este deporte. Ya no insiste en hacer puntos ni se empeña en ir hasta el fondo del aro porque no es un objetivo que persigue; su capacidad conceptual hace la diferencia y le permite aprovechar las armas distribuidas en el arsenal de los Spurs.

"Manu es el segundo base detrás de Tony Parker. Cuando plantea una situación de pick and roll abre puertas y confiamos ciegamente en él para tomar la mejor decisión. Cuando Manu está ahí afuera, jugando de manera agresiva, siempre hace la diferencia para nosotros", dice Gary Neal sobre este aspecto puntual.

Todo pasa por el registro interno que posee Ginóbili: entiende exactamente qué hay que hacer en cada pasaje del juego para que el equipo tome ventaja. Ahora hay que pasar. Ahora tirar. Ahora correr. Ahora detenerse. Manu no ha vencido al tiempo, sino que lo ha engañado: es una clase de ilusionismo en la que se ocultan las limitaciones de los años y emergen las fortalezas de la experiencia.

El pick and roll -o pick and pop- es la puerta de entrada de su avance ofensivo. Su lectura está siempre en la persecución de un compañero; el aro ha pasado a ser una segunda o tercera opción. Ni más ni menos que lo que hace un base estratega. Ante la primera cortina, es penetración, pase al interno que cortinó o pase al tercer jugador que queda libre cuando su defensa ayuda.

"Ha hecho un inmenso trabajo, porque lo más difícil que hay en este deporte es entender exactamente el rol que uno cumple. Manu ya no es el jugador explosivo de años anteriores, pero se ha ajustado a eso con maestría. Sólo trata de hacer jugadas para nosotros y ganar partidos. Definitivamente es el segundo base detrás de Parker. No tenemos ningún jugador que pueda penetrar y resolver como lo hace Ginóbili. Es clave para que el equipo se haga ancho, para encontrar lanzamientos claros", dijo Danny Green al ser consultado.

Manu es un camaleón disfrazado de jugador de básquetbol. Su adaptabilidad al hábitat que se le presenta es, quizás, una de las mayores virtudes de su carrera. ¿Acaso alguien vio un talento que pueda ajustarse mejor de un campeonato NBA a un torneo de selecciones FIBA en tan poco tiempo como Ginóbili?

Lo curioso es que ahora el viejo Ginóbili se ha adaptado al nuevo Ginóbili. Una forma de reinventarse para transformar vértigo en liderazgo. Ejecución en estrategia. Y no es por lo que pide Popovich, porque en este apartado el coach de San Antonio ha aprovechado lo que el argentino dejó sobre la mesa en su reconstrucción interna.

"Intentamos hacer siempre el pase anterior a la asistencia. En Estados Unidos le dicen el pase de hockey, es decir, el pase y el pase continuado. Por eso es importante que el que reciba después del pick and roll tome una decisión rápida y buena. Está claro que ellos defienden bien esa acción, pero nosotros podemos hacer daño con lo que viene después", agrega Ginóbili haciendo referencia a su juego en el triunfo de los Spurs en el inicio de las Finales NBA ante Heat.

Manu se ha transformado en un híbrido entre la posición uno y dos. En el primer partido ante Miami en el American Airlines Arena, jugó de armador junto a Danny Green, Gary Neal y Kawhi Leonard, y como escolta cuando coincidió con Parker.

"Estoy satisfecho con cómo distribuí juego en el primer partido. Fueron casi ocho minutos en los que no jugó Tony y fue en esos lapsos cuando maneje las acciones. También tuve algunos pasajes con él en cancha. Cometí sólo una pérdida y eso es algo favorable para mi juego", agregó.

Los Spurs disfrutan de estos aires de cambio de Ginóbili. El equipo perdió sólo cuatro balones e impidió que Miami corra en transición, una de sus mejores armas. Su transformación le permite a los francotiradores texanos aprovechar lanzamientos abiertos sin necesidad de ofensivas forzadas. En definitiva, cada jugador hace el trabajo que le corresponde. Siempre uno para todos, nunca todos para uno.

"Depende mucho de lo que hoy tenemos alrededor, hay situaciones que no necesitan ser complicadas porque ya tenemos soluciones cerca para castigar con tiros abiertos", agrega Manu.

Mientras los adictos a la lógica insisten en que este será su último año en la elite de la Liga, el escolta argentino vuelve a reconstruirse para darle una nueva lección a los escépticos.

Creer o reventar. Una vez más, Ginóbili lo hizo.