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Divididos los argentinos en Miami

MIAMI -- Pablo, Marcelo y Andrés son tres de los 70 mil argentinos que viven en el sur de la Florida.

Hasta hace una semana, los tres rabiaban a morir por el Miami Heat, cuando Lebron, Wade y compañía enfrentaron a los Indiana Pacers en la final de la Conferencia del Este.

Ahora, sin embargo, sólo Pablo mantiene la fidelidad incondicional al Heat.

Marcelo de pronto apoya a los San Antonio Spurs y Andrés se debate en un mar de ambigüedad, con sentimientos encontrados.

La razón de este nuevo estado de ánimo tiene nombre y apellido: Enmanuel Ginóbili, su compatriota que brilla desde el 2002 con los Spurs y que sin mucho debate califica entre los mejores extranjeros que hayan pasado por la NBA.

Pablo tiene 28 años y llegó a Miami de niño, así que sus vínculos con Argentina son más familiares que personales.

"Cuando era un mal equipo apoyaba al Heat. Ahora no voy a cambiar ni por Ginóbili, ni aunque juegue el Papa Francisco en San Antonio".
Marcelo es el otro extremo. "Las raíces llaman y Manu es uno de los grandes ídolos deportivos de mi país, que llenó un vacío que dejaron los futbolistas hasta que llegó (Lionel) Messi", dice con convencimiento, recordando las glorias de la selección albiceleste, campeona olímpica en Atenas 2004. "Creo que tengo el compromiso de apoyarlo (a Ginóbili) por encima de todo lo demás".

Para Andrés las cosas no están muy claras. "Es difícil pasarte toda la temporada apoyando un equipo y que de pronto se te divida el corazón".

¿Y si en vez de Ginóbili fuera Luis Scola, por ejemplo?

"Ahí no dudaría y me moriría por Miami. Pero Manu es Manu. Si pudiera mandaba a hacerme una camiseta del Heat con el número 20 y el nombre de Ginóbili en la espalda. Así quedaría bien con Dios y con el Diablo".

¿Y cuál es Dios y cuál es el Diablo?

"Ah, no sé. Esa pregunta respondétela vos".