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Perspectivas del mundial juvenil

Argentina debutará ante Irán Ligateunafoto.com

BUENOS AIRES -- Los Campeonatos Mundiales Juveniles (hasta 19 años) de básquetbol tienen como mayor atractivo ir avizorando lo que se viene a nivel internacional en el futuro inmediato, aun cuando no se obtengan sentencias definitivas y, a veces, acertadas.

Es que se trata de la categoría menor inmediata, con jugadores que están a punto de dar el salto a los mayores.

Este jueves 27 comenzará a disputarse la 11º edición del mundial de la categoría, en Praga, República Checa.

Para Argentina, que debutará ante Irán, para luego enfrentar al local y a Lituania, cobra mayor relevancia por la etapa de recambio generacional que atraviesa su selección adulta. Se sabe que estos jóvenes no serán los sustitutos inmediatos de una Generación Dorada en lógica retirada, pero sin embargo, servirá para ir midiendo potencialidades para un tiempo que llegará más rápido de lo deseado.

Para los argentinos será su décima participación, ya que solo estuvieron ausentes en la tercera, en 1987, y a sus actuaciones anteriores se las puede calificar de satisfactorias. Los números lo muestran. Si aceptamos que no se trata de una potencia indiscutible, haber entrado en nueve oportunidades entre los siete primeros, en un torneo de 16 equipos, tiene su mérito.

En el repaso del historial merecen valorarse cuatro llegadas a semifinales (1979, 1991, 1999 y 2011) y sobre todo las dos destacadísimas medallas de bronce, en 1979 y 1991. Por el contrario, la única actuación para el olvido, en la cual no se superó el grupo clasificatorio, fue en 2003, con un pálido décimo lugar.

No obstante esto, no debería ser la ubicación final el principal objetivo que se busque en estos torneos de menores. Merecería considerarse mucho más provechoso que una buena posición final el hecho de que algunos de esos jugadores tuvieran proyección, se lograran desarrollar y llegaran a ser útiles para la selección adulta.

Lo ocurrido en todos los mundiales juveniles muestra que un equipo que logra destacarse en esta competencia no es garantía que arrastre esos buenos resultados a la selección absoluta años después. Tampoco a nivel individual hay seguridades. Chicos que sobresalieron del grupo en el torneo hasta 19 años, luego se desinflaron al pasar a la categoría mayor.

¿Ejemplos? Los máximos anotadores argentinos en las últimas ediciones del Mundial Juvenil jamás tuvieron chances concretas de llegar a la selección mayor y consolidarse: Alejandro Olivares en 1995, Matías Chahab en 1999, José Muruaga en 2003, Nicolás De los Santos en 2007 y Matías Nocedal en 2009.

Los casos opuestos pueden ser los de Esteban Camisassa en 1979 (jugó solo 3 de los 8 partidos de Argentina) y poco después se convirtió en figura de la selección mayor, o Luis Scola en 1995 (jugó 10 minutos en todo el torneo), quien no sólo se convirtió en el máximo anotador argentino de la historia, si no que se trata de una figura del máximo nivel internacional.

Más contundente es que Emanuel Ginóbili ni siquiera fue convocado en 1995 (porque su nivel en ese momento no lo justificaba) y apenas tres años después se ganaba por la calidad de su juego un lugar en el Mundial de mayores en Grecia.

Está escrito, Argentina logró buenas actuaciones en los anteriores cuatro ediciones del torneo juvenil, subiendo un escalón en cada una: sexto en 2007, quinto en 2009 y cuarto en 2011.

Sin embargo, del grupo de 2007 ningún jugador llegó a acercarse con posibilidades reales al seleccionado, mientras que del 2009 Nicolás Laprovíttola, por entonces tercer base del equipo, hoy carga con opciones fundamentadas de integrar el plantel en el Premundial.

Más llamativo resulta que Facundo Campazzo fue descartado del plantel que participó del torneo en 2009 y tres años después, entre los mayores, se dio el gusto máximo de participar de los Juegos Olímpicos y pelear por una medalla.

¿Qué se puede hacer por los pibes para ayudar a su proyección personal? Hacerlos jugar en las posiciones acordes a su talla y en las que puedan tener desarrollo a futuro, y entrenarlos en los fundamentos que necesiten para lograrlo.

Suele pasar que algunos entrenadores, con el apoyo de las Federaciones (esto pasa con mucha más frecuencia en los clubes), prioricen el resultado final a costa de utilizar jugadores o sistemas que fomenten resultados inmediatos pero que no dejan nada para el largo plazo.

Existen entidades y técnicos que ganan notoriedad por títulos efímeros, como lo son casi todos los de categorías menores, que gozan de un recuerdo breve, pero no por hacer prosperar a chicos con algunas aptitudes.

¿Dónde está la importancia deportiva de un Mundial Juvenil? En posibilitarle a un joven la experiencia internacional de 8 ó 9 partidos oficiales, más otros tantos amistosos, del máximo nivel para su edad, que lo ayuden en su evolución. Ese me gustaría que fuera el objetivo prioritario. Si además se gana y se alcanza una buena ubicación, mucho mejor.

¿Qué tiene para ofrecer este equipo argentino que participará en República Checa?

El primer paso, pasar a la segunda ronda, no parece complicado de dar, ya que clasifican tres de los cuatro equipos del grupo y se descuenta un triunfo ante Irán...

La segunda etapa, compuesta de seis equipos, se presenta más complicada, ya que allí cruzaría, probablemente, con Croacia, Canadá y España, todos rivales de gran nivel. Allí estará el mayor desafío de estos pibes. Si se meten entre los ocho mejores, será positivo, y desde allí todo lo que se consiga será ganancia.

El equipo argentino se apoyará en el ala-pivote Gabriel Deck, quien desde hace unos años muestra una elogiable habilidad anotadora (fue el máximo goleador del Mundial Sub17), aunque su limitado 1,98 metro de altura le viene aconsejando alejarse del cesto, si quiere tener un mayor progreso en su carrera. Además, arrastró problemas físicos en la preparación, que no lo hicieron llegar en la condición ideal.

Al plantel no le sobra altura en general. Los jugadores con mayor talla, Franco Barroso (2,07) y Javier Saiz (2,03), inexplicablemente no estuvieron en el torneo panamericano, lo que les achicó las opciones de desarrollo. Habrá que ver cómo responden en un torneo mucho más exigente, pero se deberá insistir con ellos, ya que tienen lo que más se busca y necesita en el básquetbol internacional en la actualidad.

Una baja importante sufrieron los argentinos en la gira previa, debido a un inoportuno problema físico del talentoso base Luca Vildoza (también se lesionó el alero Ignacio Moreno). Sin embargo, Pedro Barral mostró aptitudes para tomar la conducción.

La puntería del tirador Matías Bernardini, la versatilidad del alero Juan Vaulet (da dos años de ventaja en la categoría) y el oficio del pivote Gonzalo Torres aportarán lo suyo, dentro de un plantel que buscará en el juego colectivo compensar la falta de individualidades que puedan desequilibrar por sí solas.

No parece ser este juvenil equipo argentino uno del que se puedan esperar, por sola presencia, grandes resultados. Pero, repito, no se los debe presionar con esa responsabilidad.

Si demuestran ser competitivos y que el nivel internacional no les queda grande, ya ofrecerán un balance positivo. Después habrá que esperar que algunos sigan una evolución consistente y se muestren como opciones potables para una selección mayor que empieza a pedir caras nuevas.