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Adiós a un maestro

BUENOS AIRES -- No dejo de preguntarme: ¿qué hiciste flaco? ¿Cómo se te ocurrió desaparecer de golpe, cuando tenías planeado un viaje para octubre y hasta habías comprado los pasajes para ir a Madrid a estar con tus compañeros españoles de la agencia EFE? Ya sé, no lo dispusiste vos, irte a los 62 años. Fue el destino y contra el destino nadie la talla.

Ese flaco se llamaba Enrique "Quique" Escande. Lo conocí en la sala de prensa de los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, cuando él era enviado de EFE y yo del diario La Nación. Tenía 27 años y yo 56. Nos tratamos como si la diferencia de edades no existiese. Comprendí estar frente a una persona genuina, dispuesta a dar una mano, calmo, investigador, poseedor de una escritura pulida. Y no me equivoque, porque se convirtió en maestro y escritor.

Compartimos los Juegos de Atlanta 1996, Sydney 2000 y Atenas 2004, cuando yo era enviado de ESPN.com y me desplazaba apoyado en un bastón a raíz de mi primer ACV. Quique era un fiel acompañante y un constante ayudante ante cualquier necesidad.

Apenas leí la noticia de su fallecimiento, con la mente estallando de bronca, fui hacia los estantes enfrente de mi escritorio casero. Me olvidé de la silla de ruedas, me sostuve agarrándome de los muebles y saqué su libro "NOLO. El fútbol, de la cabeza a los pies", sobre el ex jugador Manuel "Nolo Ferreira". Al abrirlo, leí en la primera página su dedicatoria: "Para Eduardo Alperin, con afecto y respeto, su firma 12 – XII – 92".

La emoción me embargó, sentí un calor acuoso en mis ojos, a medida que leí la solapa de la contratapa de ese primer libro, cuyo texto, firmado por el editor, dice:

"A raíz de una serie de trabajos de investigación de la historia del fútbol que realizó para la Editorial GAM, comenzó a interesarse por aquel personaje que sólo le habían comentado una serie de historias que se repetían y distorsionaban a través de quienes mezclaban un poco de la realidad con algo de fantasía. Los periodistas suelen ser muy rigurosos con estas cosas y la precisión de los datos es uno de los puntales para esta obra.

Una vez terminada la recopilación del material, Enrique comentó que, de haber coincido con los tiempos de Ferreira, se hubiera dedicado a buscarle los defectos a aquel jugador unánimemente elogiado. 'Algunos debería tener', dijo sonriente el día que nos entregó los originales".

Esa es la imagen un Escande inigualable a quien me cuesta despedir. La enorme cantidad de datos de su trayectoria, mucho de las cuales compartí, las pueden encontrar en las notas de Jesús Manso "Hasta siempre, maestro" en EFE o "Murió Enrique Escande, un notable periodista", en la web de Clarin.com, ambas el sábado 6 de julio de 2013.

Como dije, a mí me cuesta despedirme, porque me parece injusto que haya ido. Chau Flaco, me quedo con rostro sonriente.

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